Cuatro ladrones roban en siete minutos las joyas de la corona de Napoleón en el Louvre

Raúl Romar García
Raúl Romar REDACCIÓN / LA VOZ

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Los ladrones, que accedieron al edificio por una zona de obras, se llevaron objetos de un «valor incalculable». El atraco, en el que no se han producido heridos, ha obligado a cerrar el museo durante toda la jornada

19 oct 2025 . Actualizado a las 20:15 h.

Fue un robo de película. Audaz, sorpresivo y rápido, muy rápido. En apenas siete minutos —cuatro según otras versiones— cuatro delincuentes accedieron a la sala Apolo del Museo Louvre de París, y se llevaron al menos nueve piezas «de valor incalculable» de dos vitrinas etiquetadas como Joyas de Napoléon y Joyas Soberanas, que contienen piezas preciosas del ajuar de las emperatrices María Luisa y Eugenia. Pero no todo fue perfecto, en la huida se dejaron la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa española de Napoleón III, con sus 1.354 diamantes y 56 esmeraldas, que apareció dañada fuera del recinto.

Todo empezó sobre las nueve y media del domingo, cuando el museo abría sus puertas. Dos de los ladrones habían llegado al museo a bordo de un camión equipado con un montacargas y otros dos en una potente moto Scooter Tmax. Los dos primeros, se hicieron pasar por obreros en un primer momento, aparcaron el elevador al lado del edificio, al que se accede desde uno de los muelles del Sena.

Desde ese punto se subieron por el montacargas al primer piso del inmueble, donde se localiza la galería Apolo, rompieron la ventana con una pequeña amoladora angular, una herramienta con un disco abrasivo para cortar piedra, metal o cerámica, y entraron en la sala. Con la misma herramienta, en este caso con dos, abrieron sendos boquetes en las dos vitrinas para hacerse con las joyas. Siete minutos después huyeron en dos potentes scooters T-Max.

Como rastro dejaron dos amoladoras angulares, un soplete, guantes, un walki-talkie, una manta y la joya de la emperatriz Eugenia tirada en la carretera, a poca distancia del museo.

Fue un «gran robo de joyas de valor incalculable», confirmó el ministro de Interior, un consternado Laurent Nuñez, quien desveló que la acción se produjo en «siete minutos», aunque la ministra de Cultura, Rachida Dati, que destacó también que el botín es «invaluable», rebajó a cuatro minutos el tiempo utilizado en el crimen, que está siendo investigado por la Brigada de Represión del Banditismo de la Policía Judicial, tras la apertura del caso por parte de la Fiscalía de París.

El robo se realizó sin ningún tipo de violencia, pero inmediatamente después de la acción el Museo del Louvre fue cerrado y los visitantes evacuados. «Fue necesario evacuar a las personas, principalmente para preservar rastros y pistas, de modo que los investigadores pudieran trabajar con tranquilidad», declaró el ministro Laurent Núñez.

Ventana por la que se cree que entraron los ladrones
Ventana por la que se cree que entraron los ladrones Gonzalo Fuentes | REUTERS

Aunque no está confirmado, porque la información no ha sido desvelada por las autoridades galas, los delincuentes de guante blanco se llevaron nueve objetos, según adelantó Le Parisien: un juego de joyas, un collar, pendientes, dos coronas —incluida la de la emperatriz Eugenia— y un broche.

La sorprendente acción supuso un golpe al orgullo de los franceses, que apenas daban crédito a lo sucedido. «Está claro que estamos ante Arsène Lupin. Hasta ahora ha sido un guion cinematógrafo, pero cuesta imaginar que sea tan fácil robar en el Louvre», declaró Ariel Weil, alcalde del centro de París. Esa es la gran pregunta: ¿cómo es posible perpetrar un robo en el museo más vigilado del mundo y un auténtico símbolo para los franceses?»

Foto de archivo de la galería Apolo en el museo del Louvre, donde se produjo el robo
Foto de archivo de la galería Apolo en el museo del Louvre, donde se produjo el robo DPA vía Europa Press | EUROPA PRESS

Parte de esta respuesta hay que encontrarla en la denuncia realizada recientemente por la directora de la institución, Laurence des Cars, a la ministra de Cultura, en la que mencionaba el «preocupante nivel de obsolescencia del equipo y la multiplicación de averías», una queja que se unió a la huelga realizada el pasado 16 de junio por los trabajadores del museo para exponer la falta de seguridad existente.

En 1995 se produjeron tres robos en las instalaciones y el último ocurrió en 1995, cuando un cuadro del pintor francés Camille Corot fue sustraído a plena luz del día. Nunca apareció, pero desde entonces había sido la última acción delictiva ocurrida en el Louvre.

«El Louvre es un símbolo mundial de nuestra cultura. Este robo que permitió a los ladrones robar las joyas de la corona francesa es una humillación insoportable para nuestro país», reacción con gran malestar el presidente de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella.

También expresó su indignación el ministro de Interior, Laurent Núñez: «Atacar el Louvre es atentar contra nuestra historia y nuestro patrimonio», dijo.

Las joyas no se pueden vender en el mercado

Las joyas robadas son de un «valor incalculable», según resaltó la ministra de Cultura y el de Interior. Pero ambos se refirieron a su valor histórico y cultural. Porque, ¿cuál sería realmente el precio del botín? Aquí la versión es otra. El presidente de la casa de subastas Drouot, Alexandre Giquello, considera que los objetos sustraídos del Louvre tienen un valor «bastante bajo».

¿Por qué? Porque no se pueden vender, salvo que se ofrezcan a un coleccionista privado multimillonario, lo que no parece probable. Entonces solo quedaría otra opción, como apunta Giquello: «El valor de mercado de estos lotes, que probablemente se fragmentarán para extraer el oro, por un lado, y los diamantes y piedras preciosas, por otro, es incomparable con el valor histórico, patrimonial y universal de estas joyas».

«Obviamente —añadió—, los objetos son completamente invendibles en su estado actual». Su destino pasa por ser fundidos o venderse las piezas por separado.