La Moncloa «humaniza» al presidente, que carga contra las autonomías del PP
16 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Pedro Sánchez insiste siempre que tiene la oportunidad en que agotará la legislatura y que las elecciones generales no se celebrarán hasta el año 2027. Mantiene ese discurso incluso después de que Junts, el partido de Carles Puigdemont, le diga que esto se ha acabado, le insulte llamándole «cínico» e «hipócrita», y le aclare que está en la oposición y que, por tanto, como le dijo Míriam Nogueras, no tiene mayoría para aprobar los Presupuestos ni ninguna otra ley futura. Sánchez hace como que no se entera. Insinúa que no ha pasado nada y que nada cambia. Pero eso es de cara a la galería.
En realidad, tras el portazo de Junts ha entrado ya en plena campaña electoral y todos los partidos, incluidos sus socios, dan por hecho que habrá adelanto. Los síntomas son claros. En su comparecencia del miércoles pasado en el Congreso, habló más del PP que de su gestión y exhibió cuál es su estrategia de campaña. Despreciar a Alberto Núñez Feijoo y arremeter contra las autonomías del PP, aprovechando casos como el del cribado del cáncer de mama en Andalucía, que afecta al popular Juan Manuel Moreno; el que incumbe a Isabel Díaz Ayuso en Madrid por la causa contra su novio, Alberto González Amador; la dimisión de Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana; y la gestión de los incendios de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León. Ello a pesar del previsible batacazo de su candidato en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, imputado en el caso de su hermano, David Sánchez. Todo, trufado con la amenaza de que gobierne la «ultraderecha».
Humanizar al presidente
Música, cómics, discos. Pero la precampaña no se advierte solo en el discurso mitinero de Sánchez en el Congreso. Vistas las acusaciones de frialdad ante los problemas reales de los ciudadanos y la desafección creciente entre los jóvenes, la Moncloa ha puesto en marcha una operación para humanizar al presidente de cara a ese adelanto electoral y atraer al votante joven, cada vez más volcado a la derecha.
Como publicó el periodista Fernando Garea, un equipo de seis miembros de la llamada generación Z apodado La Productora lidera la creatividad en redes del presidente. En esa estrategia, Sánchez se presentó esta semana enfundado en una cazadora vaquera negra en el programa Generación Ya, de Radio 3 (RNE), para, desde allí, al margen de volcarse en elogios a Rosalía y a su disco Lux, que escuchó «de un tirón» —lo cual es ya un tópico en cualquier político—, mencionar a artistas como el grupo Destroyer y la cantante Sharon Van Etten, a la búsqueda de mostrarse como un político conectado con la juventud. Y difundiendo, además, en TikTok su imagen en camiseta, contraponiendo ese perfil con el de robot carpetovetónico que asigna a Feijoo.
Sánchez guarda una hora al día para sus aficiones musicales. Sánchez recomienda libros. Sánchez promociona cómics. Sánchez gobierna aunque sea sin apoyos. Su campaña se volcará en las redes y su presentación como un hombre cercano y sin el síndrome de la Moncloa será clave.
Los resultados de ese esfuerzo de la factoría de imagen de la Moncloa están por ver. Pero todo anuncia que el presidente está en campaña. La fecha de la llamada a las urnas dependerá del momento más propicio y estará influida en gran medida por los resultados de las elecciones en Extremadura, donde la popular María Guardiola aspira a una clara victoria, pero dependerá de Vox, lo que Sánchez aprovechará.
Juicio o espectáculo
Sin novedades. El histórico juicio al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se convirtió en un espectáculo jurídico sin precedentes. Pero, en realidad, apenas aportó nada nuevo a lo que ya se puso de manifiesto en la fase de instrucción. El fiscal hizo cosas muy extrañas al saberse procesado, como borrar todo su WhatsApp y su Gmail. Pero no hubo una prueba definitiva de cargo sobre su culpabilidad. Su proceso, eso sí, ha reforzado la fractura en la sociedad entre los que lo acusan de ser una marioneta en manos de Sánchez y quienes ven una conjura entre jueces, Guardia Civil y la derecha mediática contra el presidente a través de su fiscal general.