El test extremeño medirá la fuerza de Vox y el impacto del «factor Sánchez»

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La candidata del PP a la Junta de Extremadura, María Guardiola, en Peraleda del Zaucejo (Badajoz).
La candidata del PP a la Junta de Extremadura, María Guardiola, en Peraleda del Zaucejo (Badajoz). PP DE EXTREMADURA | EUROPAPRESS

El presidente y Feijoo deberán reevaluar sus estrategias según el resultado

07 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones del 21D en Extremadura medirán hasta dónde llega el avance de Vox y la caída del PSOE que pronostican las encuestas y si el órdago de María Guardiola al adelantarlas, apoyado por Alberto Núñez Feijoo, tiene éxito o no. También será un test para evaluar el peso del ‘factor Sánchez’. Los resultados tendrán consecuencias a nivel nacional.

IMPACTO NACIONAL

El efecto contagio. «El impacto está ya bastante asumido por todos, solo podría agrandarse o minimizarse dependiendo de la magnitud», señala Carlos Barrera. Se refiere a que el PP saque al PSOE más distancia o Vox se acerque más a los populares de lo que pronostican las encuestas. «Son las dos variantes que ahora mismo están más en juego», estima. «Si se produjera la primera variante, el ruido interno dentro del PSOE, ahora solo incipiente y sordo, podría hacerse oír y desgastar desde dentro al partido», pronostica. «Si se consumara la segunda, la moral de Vox subiría varios enteros y podría condicionar bastante al PP de cara a futuros comicios», asegura.

Para Verónica Crespo, «supone el inicio de un ciclo electoral que va a servir de termómetro nacional». «Si el PP revalida su poder y Vox mantiene o amplía representación, veríamos una mejora del capital simbólico de la derecha, que puede interpretarse como una aprobación ciudadana a pactos similares en otras regiones o a nivel nacional», afirma. Por otro lado, «un retroceso fuerte del PSOE puede interpretarse como un fracaso del liderazgo de Sánchez». En todo caso, los partidos «probablemente deberán ajustar sus estrategias en función del mensaje que den las urnas en Extremadura». «Lo que está claro —concluye— es que el resultado va a generar un efecto contagio a otras comunidades».

«Son unas elecciones trascendentales para saber si entramos en un nuevo ciclo con un PP que dependa más de Vox; todo se juega en este terreno, cuál va a ser el peso de Vox y cuáles sus condiciones de apoyo o de gobierno», sostiene Carmen Lumbierres. «Extremadura ha sido históricamente un feudo socialista, una derrota contundente del PSOE se interpretaría como un síntoma de agotamiento y un fracaso de Sánchez», según Santiago Martínez. Esto «debilitaría enormemente su liderazgo interno y la moral del partido de cara a las generales».

la bAtalla pp-vox

Disputa por el voto antisanchista. «Feijoo y Abascal dirimirán su particular lucha por el voto antisanchista en una especie de meta volante, a la que seguirían las de Castilla y León y Andalucía antes del verano», explica Barrera con un símil ciclista. «Ambos están buscando coger posición en un largo sprint final en el que sus líderes autonómicos, siguiendo el símil ciclista, son sus lanzadores de cara a la recta decisiva de la línea de meta», concluye.

«Si el PP de Guardiola necesita a Vox para gobernar y finalmente se sella un pacto, esto demostraría que el PP está dispuesto a ceder en determinadas posiciones para conseguir el poder territorial», analiza Martínez. «La cuestión es qué está dispuesto a ceder Feijoo, ya que Vox, pensando en las futuras generales, podría forzar la situación para debilitar al PP en el electorado de centro, lo que a su vez podría movilizar el voto socialista, ya que haría evidente que asume con naturalidad posiciones de la extrema derecha», añade. Por ello, «la alegría de una victoria electoral podría tornarse preocupación y no solo centrar el resultado en un referendo a Sánchez, sino también a Feijoo. Una subida de Vox considerable le permitiría argumentar que la jugada de Guardiola de romper con ellos, ha sido castigada y que el PP solo puede gobernar si pacta y respeta sus acuerdos, reforzando su peso en futuras negociaciones», considera.

Según Lumbierres, «Feijoo es el que más se juega en estas elecciones, como líder y candidato nacional». «Abascal juega contra sus expectativas, que son muy altas», opina.

EL «FACTOR SÁNCHEZ»

Voto de castigo. En opinión de Martínez, «en el contexto actual, todo apunta a que habrá un efecto de voto de castigo contra Sánchez, que al monopolizar su gestión la campaña puede oscurecer el carisma de los candidatos regionales». Obviamente, «a Guardiola le beneficia atacar y polarizar con la figura del presidente». «Al haber acumulado tanto protagonismo mediático y tanto poder orgánico, Sánchez se la juega allá donde va», manifiesta Barrera. «Ya perdió él, sobre todo, las locales y autonómicas del 2023, pero sobrevivió por la arriesgada, pero exitosa convocatoria anticipada de las generales», recuerda. «De nuevo, seguirá siendo él quien atraiga los focos, por voluntad propia y de sus rivales, de las elecciones varias que están por venir», asegura. «La menguante popularidad de Sánchez parece jugar así más bien en contra de los líderes autonómicos», prevé.

Crespo explica que «cuando la marca política depende demasiado de una persona y esta pierde apoyo o credibilidad, el peso cae sobre toda la marca». Es decir, «que lejos de fortalecer al PSOE, la dependencia de un liderazgo personalista y controvertido ha abierto una debilidad estructural en un partido atado a su líder». «Sánchez da por amortizadas estás elecciones, y está esperando a Castilla y León y, sobre todo, a Andalucía, con el escándalo de los cribados», afirma Lumbierres.

El efecto en el voto de la corrupción y de un candidato a la espera de juicio

Los casos de corrupción, que en este momento afectan principalmente al PSOE, y el hecho de que su candidato, Miguel Ángel Gallardo, esté a la espera de juicio, acusado de prevaricación y tráfico de influencias en la contratación de David Sánchez, hermano del presidente, pueden tener un impacto importante en las urnas, según los analistas.

«Hay evidencias empíricas sobre el efecto de la corrupción en el voto», señala Crespo. «En España no tenemos mucha literatura acerca de este tema, existe un interesante estudio de los años 90 que marca una serie de condicionantes para que se produzca un efecto electoral debido a los escándalos de corrupción: visibilidad, alcance mediático, proximidad ideológica y percepción de los votantes», asegura. «El dato más reciente lo aporta Yago Jiménez Bean en El Tablero político e indica que la corrupción suele provocar una pérdida electoral de entre un 6 y un 11 % de los votos», cuantifica. «Llama la atención que en el plano cualitativo, los perfiles más proclives a perdonar la corrupción incluyen a personas con estudios superiores, votantes con mayor poder adquisitivo y a hombres», explica la periodista, doctora en comunicación estratégica, especializada en comunicación política y corporativa.

Duro golpe reputacional

«De irle mal o muy mal, a Sánchez no le dejarán de restregar los resultados, porque Gallardo es su candidato, y tienen además ambos un historial políticamente sospechoso de connivencia, hermano de por medio», sostiene Barrera. «De irle no digo bien, pero no tan mal, sacará pecho en su lucha contra la derecha y la ultraderecha, que para él son lo mismo, y seguirá autoproclamándose como el único líder capaz de pararles los pies», añade el director del Máster de Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra, que acaba de publicar el libro Se hace democracia al andar.

Crespo cree que «la reputación de Sánchez ha sufrido un duro golpe por los casos de presunta corrupción e irregularidades vinculadas a su entorno; esto ha dañado, sin duda, su credibilidad». Sin embargo, Lumbierres considera que «Sánchez sigue siendo la principal fortaleza en los votantes progresistas, es la mayor del PSOE».

*Carlos Barrera es analista político y profesor de la Universidad de Navarra. Carmen Lumbierres es politóloga y profesora de la UNED. Santiago Martínez es consultor y director de eloquencia.es. Y Verónica Crespo es doctora en comunicación política.