Centenario de Pablo Iglesias, fundador del PSOE: de la «antítesis del sanchismo» a una figura «más pertinente que nunca»
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Dos expertos en su vida y su obra valoran su trayectoria y la actualidad de su legado
15 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El ferrolano Pablo Iglesias Posse (1850-1925), de profesión tipógrafo, el apóstol del socialismo, como lo llamaban, logró mantener y consolidar un partido obrero y un sindicato en condiciones muy desfavorables. Fue y continúa siendo un referente político y ético, respetado por figuras de diferentes ideologías. Dos expertos en su vida y su obra valoran su trayectoria y la actualidad de su legado político y ético en el centenario de su muerte.
Antonio Elorza, catedrático de Ciencia Política: «Pablo Iglesias es la antítesis del sanchismo»
Catedrático emérito de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Elorza (Madrid, 1943) es autor de numerosos libros. Este año ha publicado Pedro Sánchez o la pasión por sí mismo. Anatomía de un dictador (Ediciones B), en el que critica el vacío ideológico y el narcisismo político del presidente, y se ha encargado de la edición de Pablo Iglesias y la fundación del PSOE (Cinca), que incluye textos del fundador del PSOE.
—¿Qué significa Pablo Iglesias en la historia española y del PSOE?
—Es uno de esos personajes que reflejan una situación histórica. Aparentemente, es la historia de un fracaso, porque en casi medio siglo el PSOE progresa muy poco, obtiene su primer diputado en 1910.Pero tuvo el extraordinario mérito de mantener y consolidar la existencia del PSOE y de la UGT, en las desfavorables circunstancias de la Restauración, un sistema corrupto en el que no tenía cabida un partido obrero. Forjó un partido de creyentes, que sabían que no iban a obtener ninguna recompensa de su entrega. Lo logró a base de rigor, seriedad y disciplina como valor supremo. El PSOE era el único partido sólido y referente moral y de honestidad en la España de la Restauración y luego lo será en 1931 con la Segunda República. Lo comparo a Pi y Margall o Giner de los Ríos, que sirven de referencia cultural y moral al país. En el lado negativo, sus limitaciones doctrinales y prácticas, que influyeron negativamente en el movimiento socialista.
—Era un político que creía más en la evolución del capitalismo que en lo que llamaba utopías revolucionarias.
—Doy mucha importancia en el libro al monumento que se erigió en 1936 en el madrileño paseo de Camoens para homenajearlo, obra del escultor Emiliano Barral. Simboliza el avance del proletariado, pero sin puños en alto. Para Pablo Iglesias, ese avance no significa una revolución leninista, sino la conquista de un futuro para la clase explotada. Tras la victoria de Franco, el monumento fue destruido, con la excepción del busto de granito de Iglesias, que había sido enterrado en el Retiro y fue recuperado en 1979. Ahora se exhibe en la sede central del PSOE.
—Destaca que fue el primero que denunció la crueldad de Franco en Marruecos.
—En 1922 denunció en El Liberal de Bilbao la barbarie de un joven comandante llamado Francisco Franco, con el título de ¡Inhumanidad! ¡Barbarie! ¡Locura!. Fue el primero en hacerlo y en descubrir que era un canalla. Leyó que había protagonizado un «hecho heroico», que consistió en acudir con doce legionarios en auxilio de un blocao cercado por los rifeños. Regresó al campamento con el trofeo de doce cabezas de los atacantes moros. Era también una denuncia del colonialismo español y su falsa promesa de civilización y una defensa del derecho de los pueblos a la independencia.
—Tenía fama de austero y honesto.
—Lo era. El valor de la austeridad para la izquierda era absolutamente fundamental. Toda su vida fue un ejemplo, como lo fueron Largo Caballero o Besteiro. Pero sufrió campañas en su contra.
—¿Puede ser incómoda su figura para el PSOE de Pedro Sánchez, acorralado por la corrupción y casos de acoso sexual?
—Pablo Iglesias es la antítesis del sanchismo, representa el socialismo como un valor de resistencia democrática. Yo asesoré a Pedro Sánchez para preparar el debate de televisión de las elecciones del 2019. Le interesaba sobre todo Podemos, un grupo al que conocía bien, pues fui profesor de Errejón y de Monedero y coincidí con Pablo Iglesias, cuando él era un brillante profesor y yo dirigía mi departamento de la facultad de Ciencias Políticas. Entonces compartía con Sánchez la desconfianza en un gobierno de coalición. En la gestión del covid estaban ya los elementos que definen a Sánchez: negación de la realidad, datos falsos, opinión manipulada, ataque a la autonomía judicial y corrupción. Desde entonces a ahora han aumentado la intensidad y la degradación.
Javier Giráldez historiador: «Apelar a su figura es más pertinente que nunca»
Doctor en Historia, Javier Giráldez (Sevilla, 1976) ha desarrollado una trayectoria que combina docencia universitaria y de secundaria, investigación y gestión pública vinculada a la memoria democrática. Acaba de publicar, junto al también historiador Antonio Ortega, Pablo Iglesias Posse. Pasión por la igualdad (Fudepa).
—¿Qué importancia histórica y política tiene Pablo Iglesias?
—No se puede entender la historia de España desde finales del siglo XIX y el principio del XX, en los planos político y social, sin Pablo Iglesias. No hay ninguna otra figura política que durante tanto tiempo haya sido capaz de luchar por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras.
—¿Destacan en su libro la importancia de su relación con su madre y sus orígenes humildes?
—La relación con su madre es decisiva. Los dos van caminando a Madrid desde Ferrol, a buscar trabajo, acogidos por su tío. Pero cuando llegan se encuentran con que ha muerto y se ven en un desamparo absoluto. La madre lo manda a un hospicio, donde lo pasa muy mal y del que se escapa varias veces para verla. Esa relación le marcará mucho en la que luego tendrá con las mujeres.
—Fue diputado entre 1910 y 1923, pero bajo su mandato el PSOE solo llegó a tener siete como máximo.
—Su figura emerge a finales del siglo XIX, en plena época de la Restauración, El PSOE tenía mucho respaldo de la clase obrera, pero estaba excluido del turnismo y la lucha partidaria. Su triunfo llega posteriormente, incluso después de su muerte. Durante la Segunda República, se aplican muchos de los avances y planteamientos que había defendido.
—Le llamaban «El abuelo». ¿Por qué?
—Aún se le llama así en el partido. Empezó muy joven y su carrera política se alargó muchísimo, dirigió El Socialista prácticamente hasta su muerte. Además, su aspecto era muy paternal.
—El libro se centra en un aspecto menos conocido de su trayectoria, su lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
—Cuando empezamos a investigar, vimos que desde muy pronto tuvo un discurso público de apoyo a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y a la igualdad de derechos, algo a lo que se oponía mucha gente de la propia izquierda obrera en una sociedad patriarcal y machista. Para él, la mujer tenía una doble supeditación, al varón y al capital, y debía huir de esos dos lastres. Hasta que no se emancipara del hombre no podría luchar contra el capitalismo. En artículos como De muñeca a compañera, publicado en El Socialista en 1888, defendió la participación sindical de las mujeres y, sobre todo, que fueran un sujeto político por primera vez en la historia. Esto es algo que repite permanentemente en sus artículos e intervenciones públicas.
—Fue un hombre honesto y respetado.
—Generó un enorme consenso, era enormemente respetado por su comportamiento político y ético, nunca entró en el insulto ni en la descalificación. No solo figuras de la izquierda o del regeneracionismo, como Ortega y Gasset o Emilia Pardo Bazán, sino de la burguesía y políticos de la Restauración lo respetaban mucho. No sé si ha habido otro entierro en Madrid como el suyo, fue multitudinario, las imágenes que se recogen en el libro son impresionantes.
—¿Qué pensaría sobre los casos de corrupción y abusos sexuales que afectan actualmente al PSOE?
—Ese santo laico que es Pablo Iglesias, cuya foto está en todas las casas del pueblo, nos debe recordar que el PSOE tiene muchísima historia y que se debe al presente, pero también al legado político y ético no solo de Pablo Iglesias, sino por ejemplo de Indalecio Prieto, Julián Besteiro y otros líderes históricos, gente de una altura política e intelectual y una honestidad enormes que hoy en algunos casos echamos de menos. Apelar a su figura siempre es oportuno, pero quizás, ante el panorama político que tenemos en España en este momento, es más que nunca pertinente.