La banda sonora de la emigración asturiana en Bruselas

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCION

EMIGRACIÓN

La colonia fue tan numerosa como para formar su propia selección de fútbol y que grabó rumba, tonada, flamenco y canción protesta

03 dic 2018 . Actualizado a las 18:32 h.

Dice la leyenda que en Bruselas se puede ir a una pescadería y pedir pixín en vez de rape sin que haya problema alguno de comprensión; es la leyenda dado el enorme impacto de la emigración asturiana en el contexto de la gran llegada de trabajadores a Bélgica en los años 60 y 70 del pasado siglo. La colonia española fue grande y pujante, y llegó a transformar el callejero de la ciudad, con sus comercios pero sobre todo cuajó como una comunidad en la que se producía música a un nivel industrial. Hubo en Bélgica entonces un foco de movimiento en torno a la rumba que podría rivalizar con cualquier otro en la península ibérica y que se nutrió de artistas de toda procedencia. También hubo asturianos que cantaron y grabaron discos de flamenco, de rumba, de rock, de canción protesta. Hace recuento de todos ellos la página Rumba Hispano Belga.

Dirigida por Miguel Menéndez, de Salamanca, llegó a Bruselas hace seis años en busca de un trabajo que no encontraba en España (aunque regresará este año)  y allí se empleó en la Asociación Hispano Belga de Bruselas, creada hace 50 años para acoger a la emigración española en el barrio de Saint Gilles (el barrio español). «Aunque ahora trabajamos con inmigrantes de todos los orígenes que necesitan ayuda. Seguimos teniendo un sector de la asociación que son los antiguos emigrantes españoles del barrio y hacemos actividades con ellos durante la semana (centro de día). La emigración española empezó en 1955 pero fue aumentando desde principios de los 60 hasta principios de los 70. A principios de los 70 se estancó, pero eran miles, oficialmente 70.000, pero había muchos más 'ilegales'. Serían casi 100.000. Durante los 70 y los 80 había mucho trabajo y se ganaba mucho dinero. Y todos los fines de semana había fiesta. Discotecas españolas, bailes, orquestas,... y un montón de fiestas regionales».

Los asturianos eran tantos que en uno de los festejos se jugó un partido de fútbol en el que un equipo era una selección asturiana que jugaba contra un combinado de resto de España.

De toda aquella colonia quedan «algunas tiendas de alimentación y algún bar y restaurante. Pero poco más. Queda la memoria de la gente». De conversaciones a la mesa, del rastreo en mercadillos, Miguel Menéndez logró recuperar buena parte de las imagénes y sonidos de aquel tiempo hoy desvanecido. «A partir de los 90, los primeros emigrantes son mayores, muchos se jubilan y se vuelven a España. Ya no van a las discotecas. Las orquestas dejan de actuar, y los hijos de estos emigrantes, que son belgas porque han nacido aquí, no se interesan en este ambiente. Aún así hay de todo. Están integrados en la sociedad belga pero sigue habiendo gente interesada en sus raíces. Hay algunos grupos folklóricos asturianos, incluso con niños de 3ª o 4ª generación de emigrantes».

Y ¿cómo sonaba todo eso? De forma muy variada. La primera mujer en grabar música en Bélgica fue la Asturianita (que en realidad se llamaba Ana Pérez Bustinza). Antes en Asturias nunca había cantado flamenco, pero en Bélgica era el estilo más unía a los emigrantes, sin importar el origen. Fue cantaora del cuadro flamenco Juanito Martín y Los Sevillanos.

 

Otro asturiano con buena voz fue Manuel Fernández el Fogonero, natural de Pola de Lena. Era además según explica Menéndez, patrón de un bar con el mismo nombre. 

José Lincent era otro asturiano con buena voz que grabó varios discos en Bruselas. Pero además cantaba también en francés así que su éxito transcendió a la colonia emigrante y tuvo también su eco en el público belga. 

Miguel es taxativo: «El grupo más famoso de la emigración española en Bélgica fue Los Cuervos, formado por tres asturianos, un belga y un siciliano. Tocaban rock a finales de los 60, Creedence clearwater revival, Beatles, Rolling Stones,... y canciones propias. Empezaron a ser conocidos también en Portugal, donde la gente les iba a recibir al aeropuerto como estrellas, y en latinoamérica (en México o Perú). Volviendo de un concierto en Alemania tuvieron un accidente de coche y Salvador, el batería, falleció. Ese fue el final del grupo porque no quisieron seguir tocando con el mismo nombre a raíz de aquello».

De Gijón era Miguel Fernández Camaleón que «le llamaban así por su capacidad para adaptarse a los diferentes estilos». Triunfó a finales de los 80 mezclando rumbas con pop y música electrónica. La orquesta más famosa de la emigración española fueron Los Diamantes, «y también venían de asturias, pero no se exactamente de dónde», señala Menéndez quien recuerda que estos grupos tocaban «viernes, sábado y domingo, todos los fines de semana del año, durante 25 años. Cada concierto era de 5 o 6 horas. Tocaban de todo, rock, música latina, éxitos del momento, canción española, canciones en inglés, y rumbas. Una muy popular fue la de Mino Menéndez y sus Chorvos, que eran asturianos. El grupo participó en el concurso Euromúsica, organizado por TVE que juntó a cantantes emigrantes de varios países. Llegó a la final con la canción 'Recuerdos de Asturias'.

Hubo cabida también para la canción protesta. Javier Lavandera era «férreo antifranquista, fue de los más activos culturalmente de la emigración. Grabó Mi jardín dos días después de los últimos fusilamientos del franquismo. Representa 5 claveles rojos que acaban de ser podados por el maldito jardinero. También dedicó una canción al pueblo de San Esteban de las Cruces, donde miembros de su familia están enterrados en las cunetas desde la Guerra Civil