El Principado afronta una década clave para el futuro de la región. Cambios políticos, en el modelo económico y en el paradigma mental y moral

Abrimos las puertas a la década de los años 20, que asoma en una época de fuertes cambios para Asturias. Mudanzas que se atisban o que se intuyen, que aparecen en el horizonte, en algunos casos como amenazas que se pueden convertir en oportunidades. Cambios políticos, mutaciones en el modelo económico, en el paradigma mental y moral, en nuestras prioridades como ciudadanos. ¿Cómo puede ser el devenir de Asturias en la década? Como no creo en las revoluciones bruscas sino en las reformas progresivas, vayamos paso a paso.

Cambio político. El relevo de Fernández a Barbón al frente de la presidencia de Asturias supone un aggiornamiento del mensaje socialista. Un cambio generacional, con un gobierno repleto de caras nuevas, proactivo, al que Barbón pidió audacia, pisar calle y menos moqueta. Sobre la mesa un ramillete de problemas enquistados: la crisis industrial, una Asturias vaciada, los signos evidentes de ralentización económica. La sólida victoria electoral de Barbón (20 diputados, el doble que el PP), el apoyo estable de IU y su inicial capacidad para lanzar guiños a Ciudadanos (con un portazo impuesto desde Madrid) y a  una parte de Foro es una señal (transversal) de que la legislatura puede tener muchos menos obstáculos que en los últimos años de JF. La relación con Podemos apunta a borrasca permanente. El acuerdo Sánchez-Iglesias no tiene simetría en Asturias.

La derecha fratricida. El tópico se ha hecho realidad. El PP afronta un año en el que deberá decidir su liderazgo tras la marcha (forzada) de la histórica Mercedes Fernández al Senado. Los problemas judiciales de Teresa Mallada son un freno que Génova está digiriendo lentamente, a lo Rajoy. La dura pugna entre las facciones malladista y cherinista, tribunales de por medio (Pablo González vs Luis Venta) parece que ha amainado pero ha dejado heridas sin cicatrizar.

Muy cerca ideológicamente, Foro salta por los aires. El enfrentamiento salvaje entre Cascos y Moriyón tendrá un giro drástico este año porque el expresidente no conoce las banderas blancas y la exalcaldesa es mucho más rocosa de lo que aparenta. Todo apunta a guerra sucia y a conflictos judiciales. ¿Quién saldrá ganando? ¿Quién expulsará a quién? Lo veremos. Por su parte, Vox camina con más discreción. Ignacio Blanco dimitió en octubre de sus cargos orgánicos por discrepancias con el presidente del partido en Asturias, Rodolfo Espina, pero esa  minicrisis no ha ido más allá.

Ciudadanos acaba de afrontar la tercera dimisión de un diputado. La espantada de Juan Vázquez fue sintomática: el margen de maniobra que advirtió era mínimo porque el partido estaba (y está) gestionado desde Madrid. Una medida que es coherente en una formación de corte jacobino pero el mapa autonómico no acepta tanto centralismo.  De manera rocambolesca C’s ha acabado siendo el sostén del primer presupuesto de Barbón. La misión de sus dirigentes asturianos es conseguir marcar la línea a seguir: ¿derecha o izquierda? ¿Canteli o Barbón? El centro ya es una utopía.   

Nubarrones sobre la industria. La tormenta perfecta que se cierne sobre Asturias, una región de tradición industrial (el 25% del PIB) y 50.000 trabajadores. Los inputs se agolpan: la guerra comercial con China, el Brexit, el letargo económico cíclico, el dumping asiático, la alta tarifa eléctrica que penaliza a la gran industria, la falta de precios estables y de un estatuto electrointensivo, el parón del Gobierno central y los mensajes y actos de algunas ministras en funciones que apagan incendios con gasoil. Decretado el estado de emergencia industrial, los ERES de ArcelorMittal, la principal empresa de la región, son un serio aviso. Barbón tiene aquí su primer caballo de batalla. Su petición de un arancel ambiental es un paso, pero se necesitan más. En el balance del año pasado: Alcoa acabó en manos de Parter tras un proceso de movilización ejemplar que los trabajadores de Vesuvius quieren imitar. 2019 fue el fin previsto de la era del carbón, ya historia.

Crecimiento económico: Asturias lleva cuatro años creciendo por encima de la media europea. En 2015 fue un 2.7%, en 2016 un 1,9% y un sorprendente 3,8% en 2017, a la cabeza del país gracias al repunte industrial. En 2018 se llegó al 2,3%. Para el año recién finalizado, las previsiones son inferiores y marca la línea de lo que podemos percibir en el inicio de la década. Los expertos no perciben señales de un cambio de ciclo pero sí auguran una ligera desaceleración, una atonía con crecimiento lento. Europa lleva un tiempo creciendo en tasas del 1,5% y España va camino de reajustarse en esa dirección, lo que afectará a Asturias.

La energía se transforma. El Principado fue durante décadas una región excedentaria y exportadora de energía y afronta en esta década una reconversión dolorosa: pasar a ser deficitaria e importadora. Ese cambio de modelo es muy profundo y llevará varios años, los próximos, claves en el futuro. Las dificultades para hacer de Asturias un paraíso de las renovables son evidentes, según los expertos más pesimistas: poco margen de crecimiento en eólica, hidráulica, solar. Una comunidad que supone el 2% de España pero que consume un 5% de la electricidad. El potencial de la región pasa por la biomasa, el biogás, la geotermia, el bombeo minihidráulico. Pequeñas fuentes que se van agregando para este nuevo modelo de generación. Lo que fue (el carbón) ya no volverá.

Cambio climático. Las proyecciones realizadas por los expertos describen una Asturias anegada en 2050 por la subida del nivel del mar, con un litoral borrado y alterado del mapa en muchas localidades. Esa futura (y dramática) nueva cartografía, una Asturias irreconocible, tiene que ser revertida. ¿Estamos a tiempo? 2019 ha sido el año de solidificación de una nueva conciencia ecologista de corte prodigiosamente viral.  También ha sido un año en el que Asturias ha sido golpeado por un cúmulo de temporales (Klaus dejó cuatro muertos), de alguna ola de incendios y de un noviembre tan lluvioso que ni los meteorólogos recuerdan precedentes.

Renacimiento verde. Europa quiere ser un oasis verde y Asturias (recordemos: paraíso natural) tiene ante sí la oportunidad de ser una potencia como industria verde, una economía por desarrollar y en la frontera del conocimiento. Una región tan habituada a debates inanes debería abordar el tren de las reindustrialización verde. Si sabemos que el proceso es inevitable, ¿a qué esperamos? El potencial está ahí: soluciones offshore eólicas, construcción de montaje y diseño de estructuras metálicas para el segmento fotovoltaico, el aprovechamiento de la biomasa. La UE ha prometido un chorro de millones de euros para facilitar la mudanza verde, para que en 2050 el CO2 sea historia. Miles de empleos están en juego: la amenaza se puede transformar en oportunidad.

El futuro ya está aquí. La década de los años 20 asistirá a la finalización de la Variante de Pajares, probablemente a la cooficialidad de la llingua, al empoderamiento de la mujer, un decenio ecologista cuya digestión debe empezar por las propias industrias contaminantes, con gran peso en Asturias. Será la década de la movilidad eléctrica, de la robótica y de un declive demográfico tan preocupante que debe ser frenado y la mejor receta es la creación de empleo de calidad. Una década que necesitará de la solidaridad de todos y de un Estado del Bienestar sin fisuras. Ese debe ser el cimiento. Sumemos formación y la necesidad de innovación y de especialización: a veces el café para todos es un lastre. Asturias debe elegir cuáles son sus nichos y desechar otros.