Quienes mejoran el mundo

Adrián Barbón

ASTURIAS

Investigación en el Inselspital Universitaetsspital de Berna (Suiza) de una vacuna para el covid-19
Investigación en el Inselspital Universitaetsspital de Berna (Suiza) de una vacuna para el covid-19 ARND WIEGMANN

22 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«De ésta vamos a salir mejores». No acierto a calcular cuántas veces escuché esta frase durante los meses más duros de la pandemia. Tampoco sé si se repetía como un convencimiento, un deseo o un simple lema para la motivación, para levantar un ánimo empequeñecido por la desolación de las víctimas, los meses de encierro y las sucesivas oleadas de la enfermedad. Hoy, cuando en Asturias ya hemos recuperado buena parte de la normalidad, tampoco tengo la respuesta. Probablemente, haya que esperar años para conocerla. Lo que sí sé, en cambio, es que esta edición de los Premios Princesa de Asturias nos ofrece un muestrario de ejemplos de personas y colectivos que ayudan a construir un mundo mejor. 

Sobre los Premios Princesa se ha escrito muchísimo a favor y en contra, pero incluso los más críticos habrán de admitir su prestigio internacional en todos los ámbitos, que abarcan desde las artes a la investigación o las ciencias sociales. Tal vez una de las razones más poderosas para ese reconocimiento, nada fácil en estos tiempos de opiniones binarias del me gusta o no me gusta, sea el tino de los jurados a la hora de conceder las distinciones. No se trata sólo de elegir a quienes sean justos merecedores, sino de hacerlo también con sentido de la oportunidad, de ser capaces de pellizcar el nervio a la actualidad. Es una combinación difícil que cada año alcanzan con sutileza y, por qué no decirlo, con un punto de elegancia.

En octubre pasado, el Premio de la Concordia recayó en los sanitarios en primera línea contra la covid-19. Tenía todo el sentido: un acto de justicia con quienes se estaban dejando la piel en la lucha contra la enfermedad. Hoy, un año después, cerca del 85% de los asturianos y asturianas ha recibido ya la pauta completa de vacunación. Ha sido un éxito de nuestro sistema de salud, y, sobre todo, un éxito de la ciencia: nunca antes se había dispuesto con tanta rapidez de una vacuna.

Pero la ciencia no es anónima, ni milagrosa, ni se edifica sobre la nada. El Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica ilumina esta realidad. En las vacunas empleadas contra el coronavirus (en concreto, contra el coronavirus SARS-CoV-2, para llamarlo por su nombre de pila), todas con la proteína S como blanco común, han sido decisivos los hallazgos previos de la ciencia básica. A los años de trabajo de Philip Felgner, Katalin Karikó y Drew Weissman se debe el importante y novedoso camino para utilizar el ARN mensajero. Sobre ese cimiento previo, Ugür Sahim y Özlem Türeci desarrollaron la vacuna de Pfizer-BioNTech, del mismo modo que Derrick Rossi lo hizo con Moderna. Por su parte, Sarah Gilbert ha tenido un papel crucial en la puesta en marcha de la de Oxford/Astrazeneca, basada, como las más clásicas, en un adenovirus.

 Deberíamos hacer un esfuerzo de memoria para recordar sus nombres. Las vacunas se han convertido en el gran salvavidas de la humanidad. Aunque, para ser más exacto, deberíamos estar hablando por ahora del mundo occidental. Amartya Sen, Premio Princesa de Ciencias Sociales y Premio Nobel de Economía, ha dedicado muy buena parte de su fecunda labor intelectual a estudiar las causas de la pobreza y la desigualdad. Él podría explicar bien cómo la distribución de las vacunas refleja también los desequilibrios de riqueza, libertad y democracia que aún sufre nuestro mundo. 

 Son esos desequilibrios los que requieren iniciativas decididas de ayuda humanitaria, como la que puso en marcha en 2012 el mierense José Andrés, a quien ser uno de los chefs más reconocidos del mundo no le impidió fundar la World Central Kitchen (WCK). Esta ONG trasciende la excelencia culinaria para llevar equipos de respuesta inmediata, con suministros de comida, a los más desfavorecidos en las situaciones más extremas Nuestro chef asturiano, que hace sólo unas semanas distribuía alimentos en una isla de La Palma devastada por la lava, recibe este año un emocionado, por lo cerca que nos toca, y más que merecido Premio de la Concordia.

 José Andrés es, sin duda, una de las personas que ayudan a hacer un mundo mejor. Como Teresa Perales, Premio de los Deportes y ejemplo de tenacidad para millones de personas con discapacidad. Su brillante palmarés en cinco juegos paralímpicos e innumerables competiciones nacionales e internacionales evidencia su condición de extraordinaria deportista. Pero si esto es  evidente, aún más lo es el compromiso social que mantiene vivo a través de su colaboración con diversas ONG, con las que trabaja para demostrar que las barreras se derriban y se vence la adversidad. Por eso, este galardón reconoce, con ella, el esfuerzo y la capacidad de superación de todo un colectivo en el mundo.

 El feminismo es una de las fuerzas más potentes para la construcción de este mundo mejor y Gloria Steinem, Premio de Comunicación y Humanidades, es una referencia icónica y esencial en la lucha por los  derechos de la mujer. Su trabajo como periodista, su obra escrita, su participación en múltiples foros y su apoyo a la creación de diversas organizaciones de mujeres la convirtieron en impulsora de una de las grandes revoluciones de la sociedad contemporánea, según los expertos, la única revolución social que triunfó en el siglo XX: el feminismo. Su trabajo a lo largo de estos años por abolir la brecha salarial, a favor de la legalización del aborto, en contra de la mutilación genital femenina y tantos otros aspectos irrenunciables para las mujeres ha contribuido de un modo definitivo a que la igualdad sea considerado uno de los valores fundamentales de la humanidad.

 Este mismo valor impulsa a La Campaña para la Escolarización Femenina (The Campaign for Female Education) Camfed, Premio de Cooperación Internacional, un movimiento panafricano que trabaja para erradicar la pobreza por medio de la educación de las niñas y mujeres subsaharianas y que desde su fundación en 1993 ha ayudado a cerca de 5 millones de niñas y niños a ir a la escuela. Su poder para cambiar el mundo nace de un grupo de mujeres jóvenes con experiencia en sufrir y superar las barreras que dificultan su incorporación a la enseñanza. Y su labor es posible gracias a una extensa red de solidaridad y ayuda intergeneracional que permite que quien ha conseguido ascender en la escalera de la educación ayude a quienes aún tratan de subir sus peldaños.

 También desde el poder de la palabra escrita como Gloria Steinem, Emmanuel Carrère, Premio de las Letras, radiografía este mundo nuestro con la esperanza de comprenderlo para, después, tratar de mejorarlo. Con El adversario, el retrato estremecedor de un hombre aparentemente normal que vive una mentira de la que sólo puede huir matando a su familia, nos enfrenta a lo peor que guarda dentro el ser humano. Y el escalofrío es aún más gélido porque sabemos que nada en este libro es ficción. En sus obras, Carrère desvela la condición humana y disecciona la realidad de manera implacable. Acaso aceptar el horror que nos es más propio, porque surge de nosotros, sea el único camino para extirparlo.

 El viaje interior como método de llegar a los otros y al mundo caracteriza también la obra de Marina Abramovi?, Premio de las Artes y audaz exploradora de los límites del cuerpo y la mente. Sus montajes performativos, complejos y vanguardistas, se adentran en la experimentación y en la búsqueda de nuevos lenguajes para sorprendernos con experiencias conmovedoras que nos turban y comprometen. Su presentación más extensa, que acogió el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2010, mostraba a Abramovi? sentada e inmóvil ante una mesa, frente a una silla vacía, durante 716 horas y media; en realidad, una invitación al público para sentarse ante ella y mirarse cara a cara. Quizás como nunca lo hacemos. Su valentía y su entrega al arte absoluto y efímero nos han regalado a una artista polémica y, sobre todo, emocionante.

Pueblo Ejemplar 2021

El mundo que mejoran los vecinos de Santa María del Puerto, Premio al Pueblo Ejemplar 2021, también tiene su sitio, con todo derecho, en estos galardones. Y el sábado, cuando la familia real recorra sus calles y converse con sus habitantes, todos tendremos la oportunidad de conocerlo.

 Este pueblo de montaña es la prueba de que se pueden afrontar los grandes desafíos de las zonas rurales y adaptarse a las exigencias cambiantes de nuestro mundo globalizado. Hay quien prefiere que el campo permanezca inmutable en el tiempo, como un vestigio de antaño al que asomarse con la distancia de quien visita un museo etnográfico que no exhibe más que naturaleza muerta.

 Discrepo. El medio rural es mucho más que eso, es un hogar donde se vive y se trabaja, y Santa María del Puerto, de tradición vaqueira, es ejemplo de ello. Aquí convive la actividad ganadera con la protección del entorno y con la capacidad de mantener el arraigo de los más jóvenes. Es el mejor ejemplo de que el campo tiene futuro y puede ser generoso.

 Enhorabuena a todas las personas reconocidas este año con unos premios que han demostrado tener un futuro igualmente generoso y que con cada nueva edición nos hacen creer que un mundo mejor es posible. Enhorabuena, siempre, a la Fundación Princesa de Asturias por recordárnoslo.