Queríamos tanto a los comunistas

OPINIÓN

18 may 2016 . Actualizado a las 18:56 h.

La gente es frívola y olvida o acepta o está a la caza de lo nuevo, el mundo del cine es fugitivo como la actualidad histórica, salvo para los que queremos tanto a Glenda.

Julio Cortázar

Es verdaderamente desgarrador el sufrimiento de la prensa madrileña por la ?desaparición? de IU. Quién iba a decir que periódicos habitualmente conservadores y biempensantes llorarían con tan sincero dolor porque, por primera vez desde 1977, no habrá una candidatura articulada en torno al PCE. "Garzón entrega IU a Iglesias a cambio de ocho escaños", titulaba El Mundo el martes 10. "Lo cierto es que el pacto alcanzado, además de polarizar el debate, tendrá como efecto inevitable la liquidación de las siglas de Izquierda Unida, que diluirá a sus candidatos en una lista conjunta y se convertirá ?tal como subrayó Gaspar Llamazares el pasado martes en El Mundo? en un satélite de un partido populista", se lamentaba el mismo diario en el editorial del día 6. ABC entrevistaba al alcalde de Zamora, "símbolo de la defensa numantina de las siglas de IU frente a su posible disolución en Podemos". El titular de La Razón del día 10 era muy parecido al de El Mundo, "Garzón sepulta a IU por nueve escaños", aunque aumentaba el tamaño del plato de lentejas. Quizá el más dolido por la defunción del comunismo hispano era Carlos Cuesta, habitual martillo de herejes izquierdistas de la cadena episcopal: "Porque con Garzón muere el tradicional internacionalismo de la izquierda comunista española: ahora ya no hay problema en pasarse al derecho a decidir y pisotear la tradición socialista-comunista; ni en pretender tumbar una Constitución, la española, que emergió gracias al entendimiento y cesión de muchos, entre ellos del PCE; ni en pisotear los principios de la Transición ?respaldados durante décadas por aquellos que regalaron a Garzón su plataforma política? con tal de apuntarse a la moda de reabrir heridas guerracivilistas".

Lo más curioso es que tanto dolor contrasta con la afirmación universal de que el pacto constata que Podemos es, o se ha vuelto, comunista. Es decir, que, según los mismos medios, el número de comunistas se ha multiplicado repentinamente en nuestro país. ¡No hay mal que por bien no venga! Deberían dar saltos de alegría, pero no, una vez que fracasó el intento de convencer a IU de que el pacto suponía dejarse engullir por un populismo tramposo, llegó la hora de sacar a relucir el más rancio anticomunismo. Mejor hacerlo desaparecer antes que permitir que traicione su papel, el comunismo solo es bueno cuando es puro, minoritario, resulta imposible que gane unas elecciones y sirve únicamente para dividir el voto de la izquierda.

Comenzó el PSOE con el ingenio de su Hernando particular, que incidió en que, con la alianza, "ahora quieren convertirse en la vieja izquierda, en la vetusta izquierda, en la izquierda comunista obsesionada con superar al PSOE"; como era de esperar, el Hernando del PP lo superó con creces: "Han hecho un pacto de los nueve diputados y los dos botellines, fiel a lo que son y lo que significan, el viejo comunismo. Los que iban a sacar a los viejos partidos de las instituciones han pactado con el partido más viejo y rancio del mundo, el Partido Comunista".

Tiene cierta gracia que el PSOE presuma de sus 137 años de antigüedad, fiche para la campaña a jóvenes promesas como Josep Borrell o Margarita Robles y, a la vez, quiera convertirse en paradigma de lo nuevo, pero, más allá de los chascarrillos sobre quiénes son los "antiguos", parece que el leitmotiv de la campaña será "todos contra los comunistas", tampoco el señor Rivera ha podido resistirse. Podría decirse que España se ha llenado de Berlusconis, lo malo es que todo es empezar y fácilmente se coge el gusto. El señor Rajoy ya ha dicho que Ciudadanos es, en realidad, un partido izquierdista y a Pedro Sánchez lo tacha de radical zapaterista. Inmoderado proceder para quien desea aparecer como la opción sensata y moderada.

Para salvar a la patria todos los medios son buenos. Por si el peligro comunista no fuera suficiente amenaza para disuadir a los electores, se recurre a la intoxicación, parece que poniendo al servicio de la causa a todos los aparatos del Estado. Desde el turbio asunto de la denuncia contra la juez Rosell, hasta la obsesión por hacer ver que Podemos y sus dirigentes se han financiado ilegalmente. Todo vale, cualquier acusación de un enemigo político del gobierno venezolano se da por cierta, aunque su fundamento sea dudoso ?el documento encontrado en YouTube por el señor Inda? o, como hace ABC, se acumulen las subvenciones recibidas durante diez años por una fundación, cuando Podemos no existía, para que la cifra, variable si se compara lo que dice el titular de la noticia con lo que aparece en el texto, parezca mayor y dé la impresión de que el partido recibió millonaria financiación de Venezuela.

Está claro que el acuerdo entre Podemos, IU y otras fuerzas progresistas mejora notablemente sus posibilidades, solo eso explica el unánime intento de hacerlo fracasar por parte de los medios conservadores y la reacción posterior de los demás partidos, también que ha logrado poner a la coalición en el centro de la campaña electoral.

Ataques e intoxicaciones pueden provocar el efecto contrario al que sus adversarios desean, probablemente logren que renazcan las ilusiones perdidas o rebajadas a causa de los errores que cometió Pablo Iglesias en las frustradas negociaciones para la formación de gobierno y en el debate de investidura. La unión sagrada contra la nueva alianza electoral reforzará la idea de que solo de ella vendrá el verdadero cambio, que la alternativa sea una coalición en torno a Rajoy, precisamente Rajoy, justo cuando comienzan a abrirse los juicos por muchos de los casos de corrupción y no dejan de surgir otros nuevos, la fortalece aún más.