Tiemble, señor Rivera

Fernando Ónega
fernando ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 feb 2017 . Actualizado a las 08:33 h.

Otro día hablaremos de Podemos, que todavía no es el partido de gobierno. Hoy toca hablar del Partido Popular y su congreso, donde los aplausos fueron más fuertes que las ideas. Y digámoslo de entrada: esa asamblea de fieles (los infieles no llegan al 5 %) no aportó nada nuevo, salvo la elevación de Rajoy a la categoría de indiscutible. Indiscutible ahora mismo e indiscutible como candidato cuando decida convocar elecciones. Solo le faltó que lo sacaran a hombros, como a los toreros que hacen una buena faena; pero eso solo se les hace a los toreros, no a las divinidades. A las divinidades se las saca en procesión y en la peana.

No hubo novedad, ya digo, pero el cónclave popular dejó unos cuantos mensajes útiles como guía política. El primero es que Rajoy cuenta con lo peor en Cataluña, pero no va a ceder: solo negociará financiación y servicios públicos. Es decir, que el conflicto continuará con la tendencia que lleva actualmente: agravarse cada día un poco más.

El segundo, que se proclama adalid de la lucha contra el populismo, de la misma forma que Podemos se proclamó futuro vencedor de Rajoy. La verdad es que Podemos se lo puso fácil: si triunfa, como ha triunfado, la línea dura comunista, el futuro candidato Rajoy no tiene más que presentarse entre los electores y decir, como aquel vendedor de detergentes: pruebe, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo. La España sosegada, la que tiene algo que conservar, elegirá a Rajoy; la España de la desesperanza, la que montaría otro 15M, votará a Pablo Iglesias, y ahora queda el PSOE como en tierra de nadie, esperando a una Susana que demuestre que, además de ganas e ilusión, tiene también un programa sugestivo que ofrecer.

Y el tercero, el viaje que le mandó a Ciudadanos por boca de Cospedal: el «nuevo» PP quiere reconquistar todo el espacio de centro-derecha, que es donde se situó Rivera después de pasar de la socialdemocracia al liberalismo progresista. Eso es una declaración de guerra. Eso es elegir al adversario y decir que van a por él. Tiemble, Albert Rivera, y prepárese para el combate: el congreso del PP no arremetió contra los socialistas, que era la tradición; ordenó disparar contra su partido. Entiende que usted está ocupando un territorio que le pertenece a él. Entiende -ya lo dijo en la última campaña electoral- que le está robando los votos. Y entiende que la única forma de recuperar la mayoría absoluta o algo así es que usted se los restituya. Cuando vuelva a almorzar con Rajoy, no piense en el contenido de su conversación ni en la calidad de su humor. Piense, sospeche, en qué mano tiene la daga. Porque tener, lo que se dice tener, la tiene. Y lo único seguro es que la piensa utilizar.