La música es vida y la queremos sonando en nuestras calles

OPINIÓN

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Habrá quien se queje, porque como siempre habrá alguien que sienta molestia por cualquier cosa. Habrá quien no distinga entre música y ruido; habrá quien no pretenda molestarse por entender la diferencia entre un acorde y un golpe, y un estruendo, y un sonido ex-tenso.

La música ha sido un elemento artístico confuso en la sociedad. Ha sido herramienta estética, herramienta política, herramienta, como todas las artes, transgresoras y mantenedoras al tiempo. Se persigue, en Asturies, la Música. Se persiguen sus acordes, a sus músicos, a sus espectadores, y a toda la red social, cultural y económica  que la rodea.

Entiendo que se persigue el acto en sí de la Música. Hablamos de reprimir el acto de tocar. Dando igual la hora, el lugar, el tipo de música, los decibelios... Se denuncia el hecho de haber Música en Directo. 

Se denuncia a un flautista que en su casa puede estar horas y horas tocando su instrumento para mejorar su técnica, para aprender repertorio, para componer canciones estupendas con las que deleitar a otros...Pero que sin embargo, no podrá ir al local de abajo de su casa a mostrar a los demás sus avances, sus sentimientos exteriorizados por melodías bien estudiadas a pocos metros hacia el cielo...

Se denuncian conciertos de pequeño formato, de cantautores, de grupos de folk, de grupos de blues, de jazz, de bandas de gaitas... En horarios lógicos, sin ruido... Porque el ruido lo generan las máquinas que voltean nuestros suelos para darles forma nueva; porque el ruido lo generan las fábricas que aún quedan; porque el ruido, lo generan nuestros vehículos, las bocinas inflamables y correosas de nuestras mentes quejicosas, cansadas ya de tanto ruido.

Ruido es la confusión de titulares con voluntad de intoxicación; o diferidos, muy de moda en estos tiempos de neblina espesa. Ruido son las confusiones, adrede, de la historia... las Eternidades que se manifiestan sin reparos, los prejuicios que vuelven jadeantes y ansiosos por repartir soflamas huecas. Ruido es la tramposa idea de que nos hacen casi un favor por dejarnos existir en este mundo precario, sinvergüenza, miserable y lleno de olvido. Eso es el ruido, y no un acorde natural o sostenido.

La postura de nuestros grupos políticos, aquella que representan los que hablan de consenso para poder tomar una decisión... Son los mismos que no atienden a las 15.000 firmas por la música en directo; a la petición de Ayuntamientos (donde ellos mismos gobiernan, o en los que están representados); a la clara posición de conservatorios, Universidad, grupos de música, asociaciones de músicos y músicas, programadores, asociaciones vecinales con sus federaciones, colectivos sociales, culturales de todo tipo, hosteleros... El único que rompe el consenso, precisamente, es quien se posiciona diciendo que no lo hay. Porque él mismo representa la postura contraria: La del Disenso.

Como un último apunte, la maravillosa iniciativa de Barcelona (info. sintetizada por El Periódico) que dice:

- Todos los locales con licencia de bar, restaurante o cafetería podrán organizar conciertos de música amplificada.

 - La música no podrá sonar en el dormitorio del piso vecino a más de 30 decibelios, antes de las once de la noche, y de 25 a partir de las once. En caso de no haber vecinos en el edificio contiguo, el máximo será 45 decibelios antes de las once y 40 después.

- El cambio de estrategia pretende convertir Barcelona en una ciudad como Londres, Sao Paulo, Amsterdam, Bogotá o París, donde no es extraño salir a tomar algo a un bar y descubrir a un grupo de música tocando.

 - La segunda medida que afecta directamente a la música en vivo es una línea de subvenciones de 400.000 euros especialmente pensada para los pequeños locales; ya sea para su insonorización, para instalar registradores de sonido, o para acometer obras con el objetivo de cumplir la normativa de seguridad.

De todas maneras, y aun existiendo tanto consenso como el que hay en la sociedad... ¿Por qué no aplican el cuento de que no hay consenso con los planes de destrucción de la minería sin alternativa productiva; o con los despilfarros económicos del Caso Marea, Caso Villa, Sobrecostes del Musel, etc.? ¿Por qué no utilizan esa máxima del consenso cuando deciden recortar, ajustar, o como lo quieran llamar? ¿Por qué no esa actitud cuando tienen que prorrogar presupuestos?

No dejaremos desde el mundo de la música, de las artes, de la cultura, de luchar por cosas obvias y justas como esta: Que la cultura no es un peligro; Que la música es vida y la queremos sonando por nuestras calles.