La lenta agonía de Llano Ponte

Noelia Rodríguez AVILÉS

AVILÉS

Las inundaciones son la última estocada a la actividad comercial de la calle avilesina que se apaga con una treintena de locales cerrados

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La calle Llano Ponte es una de las más conocidas de Avilés y hasta hace unos años era de las más concurridas por los ciudadanos. Hasta los 90 acogió el gran ambulatorio de referencia para la comarca y ahora conecta el casco antiguo de la ciudad con el Centro Niemeyer, al tiempo que sigue siendo la principal vía de salida en dirección a la Autopista Y. Sin embargo, en los últimos 20 años ha sufrido un deterioro que ha causado una lenta agonía de muchos de sus negocios y un considerable daño en su imagen. La inundación del pasado 15 de julio, a las que se suman las dos de los años anteriores, puede ser la última estocada para un espacio comercial cada vez menos activo y en el que son numerosos los inmuebles que han echado el cierre y permanecen vacíos. En la actualidad hay una treintena de locales cerrados a cal y canto, algunos desde hace muchos años como muestra el polvo y la basura que se acumulan a su entrada o en los cristales. Los que sobreviven se enfrentan ahora a los daños provocados por la inundación, que pueden poner en peligro la supervivencia de sus propios establecimientos.

Y aunque no sea así son conscientes de lo difícil que resulta vender en una calle en la que no hay más negocios. Temen que la marcha de los establecimientos se acentúe con los problemas derivados de las inundaciones, que algunos opten por cambiar de ubicación y que los que ya llevan años en Llano Ponte acaben por retirarse. Una carnicería, una frutería, una peluquería, una tienda de telas, varios bazares... El tipo de establecimientos de Llano Ponte son de lo más variado, aunque principalmente se trata de comercios de día a ía para dar servicio a los vecinos del barrio. Y no deja de ser curioso que haya tres farmacias en una calle de poco más de 500 metros, quizá por ser una zona de población envejecida y la presencia del ambulatorio. Cuando hace dos años se reurbanizó la calle y se eliminaron todos los aparcamientos, sólo quedan unos pocos para carga y descarga que permiten que los locales puedan recibir mercancía, muchos temieron que eso iba a mermar el número de clientes que se trasladaban en coche para ir a comprarles. Tiempo después lo confirmaron puesto que lo más cerca que se puede dejar el vehículo es en la calle Cervantes o en el párking subterráneo de la plaza de España, algo que sólo se hace cuando hay un interés muy especial en algo que se venda en estos locales. En el resto de casos se opta por ir a otra tienda a la que se pueda acceder con mayor facilidad.

El golpe de cerrar el ambulatorio

El hecho de ser el punto en que el casco histórico conecta con el Centro Niemeyer a través de una pasarela peatonal tampoco ha servido para reactivar Llano Ponte, algo que se pensó cuando se inauguraba el complejo cultural. Si uno vuelve a la ciudad a través de ese acceso peatonal se da de bruces con dos grandes locales cerrados y con señales de abandono. Y eso que es la zona de la calle más activa, dada su proximidad a la plaza de España. Según se avanza en la calle se incrementa el número de locales cerrados con carteles de «se alquila» que, a la vista del polvo que acumulan, no resultan muy tentadores para posibles futuros propietarios. Ni siquiera se libra de este aspecto el entorno del centro de salud de Llano Ponte, que en la acera de enfrente tiene un bar y una tienda de deportes cerrados desde hace tiempo. La actividad que genera actualmente el ambulatorio nada tiene que ver con la que tenía su predecesor, que cerró en los años 90 y se derrumbó en 2004. El gran deterioro de Llano Ponte fue parejo al de su ambulatorio. Su cierre hizo que los centenares de personas que pasaban por allí a diario dejaran de hacerlo y el hecho de que no fuera una zona especialmente concurrida, ni vigilada, propició que el viejo edificio sirviera de techo para indigentes, gente con problemas de drogadicción y mujeres que ejercían la prostitución ofreciendo sus servicios a los conductores a apenas unos metros del centro. No en vano, meses antes de hacerlo desaparecer, una mujer mató allí a su pareja cuando ambos estaban bajo los efectos de alguna sustancia.

La llegada del Centro Niemeyer supuso un nuevo florecer para Llano Ponte, que prácticamente de la noche a la mañana sacó de la calle a prostitutas y drogadictos. Se abrió un hotel y un nuevo ambulatorio que atiende a los vecinos del centro. Con ellos la actividad comercial volvió a animarse, aunque con la crisis económica la alegría duró poco y hubo negocios que volvieron a bajar la persiana. Ahora hay casi tantos locales vacíos como ocupados y los que continúan han tenido que tomar medidas contra las inundaciones, aunque no siempre funcionan, como comprobaron el pasado 15 de septiembre. Temen que ésta no sea la última vez que tengan que hacer frente al agua y que eso desanime a los clientes, pero que sobre todo desanime a otros comerciantes que pudieran plantearse montar sus negocios en Llano Ponte.