«Nunca tuvimos bien formado el gusto y ahora no tenemos paladar. Hay un lector de poca calidad»

Noelia Rodríguez AVILÉS

AVILÉS

José María Merino
José María Merino

El escritor charlará el próximo miércoles con Francisca Noguerol sobre literatura y su prolífica obra en el Centro Niemeyer

03 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

José María Merino ocupa el sillón «M» de la Real Academia Española y cuenta a sus espaldas con una extensa obra literaria. Empezó con la poesía, se consagró con la novela y es uno de los defensores del relato, uno de los géneros que cuenta con menos lectores en nuestro país. Asegura que existen buenos escritores de cuentos y que esas obras serían una forma de mejorar el lenguaje que utilizamos, cada vez más deteriorado. Para arreglarlo habría que mejorar la formación, la académica y la que cada uno recibe en su casa. Defiende que el libro tiene que estar en la vida cotidiana del niño. 

-Mientras preparaba esta entrevista me encontré un tuit con la palabra «aver» y se me salieron los ojos de las órbitas, ¿cómo reacciona un miembro de la RAE cuando se encuentra con cosas como estas?

-Pues igual que usted y que cualquier ciudadano formado en ese tema. Me parece un barbaridad. Cuando veo una falta de ortografía pienso qué formación, qué lectura hay detrás de quien lo escribe. Me parece monstruoso, pero no por ser miembro de la Academia, sino porque me parece que el cuidado del léxico al expresarse es algo fundamental en una persona mínimamente culta. 

-He leído que ha dicho que Internet hace daño a la palabra escrita porque rebaja la exigencia lectora.

-Lo que hace mucho daño son esos mensajes microscópicos, el whatsappeo, escribir que con k, eliminar las haches, que da lo mismo la b que la v… Se tiende a una mirada no ortográfica de las palabras y han de tener una forma, igual que las barras de pan o los bolígrafos. Piensan que da igual.

-¿Vamos cada vez a peor, a pesar de que cada vez estamos más formados?

-En mi curso sólo había 2 de 42 niños que supiéramos leer y éramos una especie de secta secreta, no se lo decíamos a nadie. Desde los años 90, que he recorrido muchos centros docentes, se nota una peor formación e instrucción de la expresión oral y escrita. 

-¿Es un problema de la formación o de la sociedad?

-Es un problema de formación que hay que achacar a la sociedad. Hay menos implicación familiar, pasa absolutamente, pone un televisor en el cuarto de los niños y ahí los deja o les regala un móvil a los cuatro años. Y luego hay una falta de responsabilidad pública, las autoridades tienen que intervenir, tienen que organizar un sistema educativo del cual la gente salga formada, salga sabiendo escribir. He estado en colegios franceses, donde estudian español como segunda lengua, casi están mejor formados que nosotros. 

-Estos días se celebra en Madrid la Feria del Libro y parece ser que hay más youtubers que escritores.

-Estuve en un homenaje a Medardo Fraile y a mí no me hace ninguna gracia ir porque no hay escritores, es otro mundo. Es un mundo peculiar, que seguramente será necesario para que sobrevivan las librerías, pero yo creo en las librerías que intentan transmitir la riqueza de lo literario, no este mundo de escritores ocasionales que provienen de mundos peculiares. A mí no me dice nada. 

-Ese mundo de escritores ocasionales, ¿es culpa de las editoriales o de los lectores?

-Las editoriales tienen que sobrevivir y buscan hacerlo de la manera que sea. Si hay que sobrevivir con novelas sobre la Sábana Santa vamos a explotarla hasta el final. Me sorprende que los lectores sean tan superficiales, no deja de escandalizarme. 

-Y dicen que cada vez leemos menos.

-No cabe duda, cuando ya leíamos poco. Nunca hemos tenido bien formado el gusto, porque Cervantes fue descubierto primero por los ingleses, los alemanes o los rusos, y ahora resulta que no tenemos paladar para leer. Hay un lector de poca calidad entre nosotros. 

-Es un escritor que defiende y practica el relato, ¿qué tiene de especial ese género que en nuestro país no acaba de triunfar?

-Fuimos los primeros que tradujimos el libro clásico del relato corto en Europa, que es Calila y Dimna, yo hice una versión en español contemporáneo. Es de mediados del siglo XIII, tenemos esa ventaja, pero el relato corto se practicó más fuera de España. En los últimos años se está escribiendo mucho relato corto de calidad, pero no hay lectores. Son dos mundos contrapuestos. 

-¿Falta acostumbrar al público al relato?

-La literatura y las humanidades están pasando un pequeño calvario, pero los cuentos literarios son ideales para estimular la lectura en los centros docentes. De niño, para mí leer a Bécquer, a Poe o a Chéjov era algo natural, me encantaba porque acababan enseguida. Esa cultura del disfrute de lo breve ha muerto, ahora lo que gusta a la gente es un best seller con 800 páginas y que repita lo mismo cada dos o tres páginas. Ese es el gusto, qué le vamos a hacer. 

-Creo que no está muy a favor de los best seller.

-Estoy a favor de que la gente lea, sea lo que sean. Pero también de que tenga paladar literario. 

-¿Cómo se puede tener paladar literario?

-Empieza por la formación y en casa. Los niños no pueden estar solo entregados a la televisión o al videojuego. Hay que contarles cuentos, regalarles libros… El libro tiene que estar en la vida cotidiana del niño y con el tiempo van entrando en la literatura dentro de un sistema educativo que forme en literatura. Nos parece que es algo accesorio y es sustantiva para lo que somos, es el modo de conocer cómo es por dentro el corazón humano. 

-Su último libro Musa décima es sobre Olivia Sabuco, una gran adelantada para su mundo, del siglo XVI, pero no es conocida hoy en día.

-Entre otras cosas por la mala suerte por ese extraño testamento de su padre, que no sabemos por qué se escribió, y borramos al autor de la nómina. Su libro, Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, es una pieza interesantísima de la medicina española, porque habla de respirar aire puro, comer sano, hacer ejercicio... Parece un libro de autoayuda del siglo XXI. Fue una manifestación de machismo.