Así defiende Salinas a su barquillero

Noelia Rodríguez AVILÉS

AVILÉS

El barquillero de Salinas y Avilés, apodado Pelayo.El barquillero de Salinas y Avilés, apodado Pelayo
El barquillero de Salinas y Avilés, apodado Pelayo

Los usuarios de Facebook plantean medidas de lo más diversas para reivindicar a Pelayo. Proponen desde organizar «una barquillada» en el paseo de la localidad a dedicarle una calle

27 feb 2018 . Actualizado a las 17:39 h.

Los barquillos de Pelayo se merecen un homenaje de toda la comarca de Avilés, donde tanto él como su padre han vendido barquillos y castañas desde hace décadas a miles de niños y mayores. Y ha llegado el momento, a costa de un incidente poco agradable, de hacérselo. Eso piensan algunos avilesinos. La campaña de apoyo en las redes sociales tras lo ocurrido el pasado domingo con la queja de un local de Salinas ha pasado de la indignación -aún resuenan críticas al establecimiento que supuestamente habría llamado a la Policía y que lo niega- a la acción. Y ahora las redes claman por un homenaje como es debido. Hay quienes hablan de hacer una escultura que recuerde a la familia de barquilleros, otros apuntan a que una de las calles de Avilés lleve su nombre -hay una inciativa abierta en este sentido en change.org- y hay otros que, aún con ese espíritu reivindicativo por lo ocurrido el pasado fin de semana, quieren montar una gran «barquillada» de protesta. Si hay quienes se manifiestan con pancartas, quemando ruedas o soplando el pito en Avilés consideran que no hay mejor forma de hacerlo que comiendo uno de los barquillos que Pelayo vende en el paseo de Salinas. De paso sería un gesto hacia el supuesto hostelero que le recriminó que estuviera vendiendo a la entrada de su local. Vamos, sería darle con el barquillo en las narices. Si no quieres barquillero toma concentración de apoyo comiendo barquillos. Hay quienes creen, en las propias redes, que una convocatoria como esta podría ser excesiva por lo ocurrido.

Desde que el pasado domingo se diese a conocer en las redes sociales lo ocurrido el barquillero de Avilés se ha convertido en la persona más famosa de la comarca y de medio Asturias. Guillermo (nombre real del barquillero) estaba en el paseo de Salinas con el habitual tambor rojo en que lleva su dulce cuando se le acercó la Policía Local de Castrillón, que había recibido una denuncia contra él por vender barquillos a la entrada del establecimiento y le dijeron que podría acarrearle una multa de 300 euros, según consta en el mensaje que se colgó en Facebook y se ha extendido de muro a muro como la pólvora. Los presentes, según relata el texto, notaron el disgusto que se llevó el hombre, al que los agentes instaron a retirarse de la zona para evitar la sanción y apuntan a que el vendedor se encontraba en el paseo de la playa y a un negocio específico como el que llamó a la policía. Responsables de dicho local niegan que ellos fueran los que alertaran a la Policía y desde la comisaría de Castrillón sí reconocen haber recibido la llamada quejándose, pero no dicen quién la realizó.

Ampliación de licencia para vender

Los agentes que se personaron en el paseo de la playa solicitaron al vendedor ambulante que les mostrase las licencias de su actividad. Esta abarca la temporada estival, y por lo tanto ahí no entra el mes de febrero, cuando se produjeron los hechos. Le instaron a acercarse hasta el Ayuntamiento de Castrillón para solicitar una extensión de la licencia, que sería efectiva de marzo a octubre y que no le acarreará ningún coste. Se trata de un mero trámite administrativo con el que Pelayo podrá vender barquillos durante más tiempo en el paseo. La propia Demarcación de Costas debe dar el visto bueno, algo previsible después de que el vendedor ambulante ya haya tramitado esa ampliación. La Policía le informó de ese hecho, pero no supuso una denuncia ni más inconveniente y Pelayo siguió ejerciendo su trabajo en el mismo sitio en el que estaba el domingo. De hecho en el consistorio castrillonense se habla de que nunca había habido ningún problema con la actividad que desarrolla el barquillero en la playa y que sigue sin haberlo.

Ese mismo clima de cordialidad es el que siente la mayor parte de la población avilesina hacia Pelayo y que se ha hecho más evidente que nunca en las redes sociales en los últimos días. Los muros y los perfiles de muchos usuarios de Facebook se han visto invadidos con la imagen de Pelayo, el particular tambor rojo en que guarda los barquillos que vende y precisamente eso que le ha hecho sentirse querido: los barquillos. Haya o no haya barquillada el próximo domingo -de momento está convocada para las seis de la tarde- este está siendo el apoyo y la solidaridad más dulce posible, y con sabor puro de Avilés.