¿Pudo evitarse la muerte de Milio, «el de Guita»?

Pilar Campo REDACCIÓN

AVILÉS

Emilio Álvarez García, más conocido como «Milio, el de Guita», con su viuda, en Candás, el 8 de septiembre de 2015, apenas tres días antes de ingresar en el geriátrico
Emilio Álvarez García, más conocido como «Milio, el de Guita», con su viuda, en Candás, el 8 de septiembre de 2015, apenas tres días antes de ingresar en el geriátrico

La familia de un vecino de Candás, fallecido tras presentar una «sobreinfección de escaras múltiples» en un centro geriátrico, logra una victoria moral

13 jun 2018 . Actualizado a las 11:58 h.

¿Una atención más personalizada en el centro geriátrico podría haber evitado la muerte de Emilio Álvarez García, más conocido como Milio, el de Guita? Es la pregunta que constantemente se plantean su viuda, María Luisa Oviaño Lougedo, y sus dos hijas, Ana María y María Luisa. Dos años después de su muerte, la familia ha recibido con una sensación agridulce la resolución de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales del Principado de Asturias por la que sanciona a la residencia por dos infracciones administrativas, una catalogada como grave y otra leve, al pago de una multa de 2.664 euros, tras aplicarle una reducción por pago voluntario del 20 por ciento frente a los 3.600 euros que se había propuesto inicialmente.

La confirmación de las sospechas

Para la familia Álvarez Oviaño ha sido una victoria moral, al conseguir que al menos quede fijada la responsabilidad en la que incurrió la Comunidad de Bienes El Cristo C.B., de la que son titulares L.A.C. y M.J., por el progresivo deterioro en la situación personal en la que se encontraba Milio después de cinco meses de ingreso en el centro geriátrico.

Su hija Ana María reconoce que sus sospechas sobre la falta de cuidados y atenciones a su padre empezaron a acrecentarse en cada visita que realizaban al geriátrico. «Mi padre ingresó en la residencia el 11 de septiembre de 2015. Tenía demencia y no podíamos atenderle, por lo que recurrimos al geriátrico El Cristo de Candás para que tuviera el cuidado y atención de profesionales, pero poco a poco empezamos a ver que presentaba un gran bajón físico. Avisamos al médico de guardia y el 23 de febrero de 2016 le llevaron en ambulancia desde el geriátrico hasta el hospital de Jove, en Gijón, donde permaneció ingresado hasta el 6 de mayo de 2016, fecha en que falleció», explica.

Las heridas que presentaban los pies de Emilio Álvarez García, más conocido como «Milio, el de Guita», el día de su ingreso hospitalario
Las heridas que presentaban los pies de Emilio Álvarez García, más conocido como «Milio, el de Guita», el día de su ingreso hospitalario

Su ingreso en el centro hospitalario gijonés vino a confirmar sus peores presentimientos. En los informes se hacía constar que su padre presentaba una «sobreinfección de escaras múltiples saturativas en ambos talones, sacro y trocánter derecho con cultivo SARM positivo». Los informes emitidos por la Fundación Hospital de Jove, fechados el 1 de abril de 2016, fueron incorporados al expediente que la Inspección abrió a instancias de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales del Principado, ante la denuncia formulada por la familia.

«Le dolía todo y se encontraba muy mal»

«Nosotros veíamos mal a mi padre y cuando le preguntábamos qué le dolía, él siempre respondía que le dolía todo y que se encontraba muy mal», comenta Ana María Álvarez. Ni su viuda, ni sus hijas llegaron a ver las lesiones que presentaba, ya que «a mi padre le veíamos vestido y las escaras estaban vendadas. Luego nos enteramos de que presentaba una sobreinfección de escaras múltiples en talones, sacro y muslo derecho, lo que demuestra la falta de atención que recibió porque él era dependiente para su aseo personal».

Una circunstancia agravada además por el hecho de que la familia pagaba 1.400 euros mensuales a la residencia geriátrica por su estancia y atención; «una cantidad que no pueden afrontar todos los pensionistas», reconoce la familia.

La sujeción mecánica «sin autorización facultativa»

La Inspección hizo constar en el expediente abierto al geriátrico que existió una «atención inadecuada con riesgo para su salud desde el 12 de enero de 2016, en que la úlcera tenía buena evolución y no se detecta ninguna más, hasta el 23 de febrero de 2016, fecha en que ingresa en el hospital de Jove». Al informe se aporta un reportaje fotográfico de las escaras que viene a corroborar esa falta de diligencia en los cuidados «a la vista de los resultados, realizando las curas en el propio centro», señala. A ello se añade que Emilio Álvarez tenía aplicada una medida de sujeción mecánica «sin estar prescrita por facultativos»; una irregularidad a la que se sumaba otra a consecuencia de haber sido recabado el listado de usuarios y éste «no estaba actualizado».

Los titulares del geriátrico presentaron su escrito de alegaciones, donde enmarcaron la denuncia de la familia en el contexto de «una venganza» frente al centro residencial por una resolución contraria. Del mismo modo, justificaba la aplicación de la sujeción mecánica en que Emilio Álvarez presentaba un estado avanzado de demencia que calificaba de «galopante» unido a presuntas actitudes agresivas, que no llegaron a especificar. La inspección desestimó sus alegaciones y respondió que «precisamente por conocer su situación debería de haber tomado las precauciones oportunas para un cuidado personalizado en atención a sus circunstancias».

Rabia e impotencia

La resolución por la que se sanciona al geriátrico ha devuelto la esperanza a la familia de que hechos similares no vuelvan a repetirse. Es consciente de que no recuperarán a Milio, el de Guita, «un buen marido, padre, tío y abuelo», pero al menos le queda la satisfacción de ver que su muerte no quedará impune.

«No sabemos dónde podemos acabar todos y es una pena que estos hechos ocurran. Hemos rememorado todo de nuevo. Tienes un disgusto, de nuevo, sientes rabia, impotencia y te preguntas por qué la residencia ha hecho esto con mi padre, por qué no avisaron ellos mismos al centro de salud y por qué ha pasado. Esperamos que, por lo menos, su fallecimiento sirva para ayudar a que otras familias denuncien casos similares y se tenga en cuenta que a las personas mayores no se les puede maltratar y, de hecho, ya hay un protocolo para que no haya sujeción mecánica sin la autorización de un facultativo», advierte Ana María Álvarez.