La tragedia del autobús de Avilés ensombrece Asturias

Raúl Álvarez OVIEDO

AVILÉS

Una grúa retira los restos del autobús de la compañía Alsa que hoy se ha empotrado contra una pilastra de hormigón de un paso elevado de la circunvalación de Avilés, en un accidente de tráfico que ha causado cinco fallecidos y una quincena de heridos de diversa consideración
Una grúa retira los restos del autobús de la compañía Alsa que hoy se ha empotrado contra una pilastra de hormigón de un paso elevado de la circunvalación de Avilés, en un accidente de tráfico que ha causado cinco fallecidos y una quincena de heridos de diversa consideración Alberto Morante

Cinco muertos y quince heridos al salirse de la carretera un vehículo que impactó a casi 90 kilómetros por hora con el pilar de un viaducto en los nuevos acceso al PEPA

01 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No hacía ni tres semanas que se había hundido un viaducto en Génova y, cuando los vecinos de Llaranes oyeron el estruendo de aquel golpe, las imágenes de Italia se les vinieron a la cabeza y pensaron que algo había ido muy mal en las obras del nuevo acceso al Parque Empresarial Principado de Asturias. Cuando miraron, el puente seguía en su sitio, pero había ocurrido otro tipo de accidente grave. Un autobús se había empotrado contra uno de los pilares del puente, el hormigón había cortado la carrocería hasta la tercera fila de asientos y había gafas, móviles, playeros y otro tipo de pertenencias personales esparcidos por el carril de incorporación a la A-8. Era evidente que se trataba de un choque con consecuencias graves. Cuando las ambulancias, la Guardia Civil y la Policía Local de Avilés llegaron a la zona, se confirmaron las peores impresiones. Cuatro personas murieron en el acto dentro de aquella prisión de metal y hormigón, otra falleció durante su traslado al Hospital San Agustín y quince más habían resultado heridas.

Entre 80 y 90 kilómetros por hora

Hacía casi 20 años que Asturias no presenciaba una escena tan heladora en el lugar donde se había estrellado un autobús. Era el mediodía del 3 de septiembre, el primer lunes laborable después de la pausa veraniega, y la región aún funcionaba a medio ritmo. El autobús, un Alsa que cubría la línea regular entre Cudillero, Avilés y Gijón llevaba en su interior a 20 personas, el conductor y 19 pasajeros. Había entre ellos estudiantes, jubilados, abuelas que echaban una mano en el cuidado de los nietos, aficionados a los viajes por carretera. Los que iban en la parte delantera no tuvieron ninguna posibilidad de salvarse. El autobús, sin control, dio un bandazo de lado a lado del carril antes de dirigirse a una velocidad considerable -entre 80 y 90 kilómetros por hora, según las conclusiones de los agentes de Tráfico de la Guardia Civil que investigaron el lugar del accidente- a colisionar contra el pilar, que abrió la carrocería como una cuchilla y segó todo a su paso hasta la altura de la tercera fila de asientos.

Tres meses y medio después del accidente, aún no existe una explicación oficial establecida sobre sus causas. Algunas informaciones precipitadas apuntaron en las primeras horas que existía un coche implicado y que había huido. Lo más probable, sin embargo, es que el conductor sufriera un desvanecimiento. Aún se debate si la aseguradora del vehículo sabía que había padecido un brote epiléptico y si su desmayo tuvo que ver con la enfermedad o con los efectos secundarios de la medicación que toma para combatirla. Del hombre, que perdió una pierna y estuvo tan grave que los médicos temieron por su vida durante días, nada se sabe.

Una combinación de suerte, valor personal y pericia impidió que la tragedia se repitiera solo quince días después. A mediados de septiembre, el conductor de otro autobús se sintíó indispuesto y perdió el conocimiento a la altura de El Berrón, en Siero. Pero, en esa ocasión, una pasajera que había aprendido a conducir vehículos pesados en México se dio cuenta de la situación y pudo llegar hasta el volante y los frenos a tiempo de detener el bus con seguridad a un lado de la carretera.