El ansia y la exigencia

Manuel Lafuente
Manuel Lafuente REDACCIÓN

AZUL CARBAYÓN

12 sep 2016 . Actualizado a las 20:23 h.

Llevamos cuatro  partidos de liga (dos en el propio campo), más uno de copa en Murcia y parece que la afición no está satisfecha con lo que el equipo viene ofreciendo, lo que ha llevado a Fernando Hierro a hacer publicas unas reflexiones que, siendo más que acertadas, no van dejar satisfechos a muchos.

De siempre he visto y he vivido el comportamiento de nuestros ( y otros) aficionados buscando uno o varios elementos sobre los que volcar la frustración debida a un mal juego, a una falta de acierto o sencillamente a no conseguir una victoria que el aficionado siempre demanda en el  terreno propio. Uno o varios jugadores son objeto de improperios de mayor o menor medida, cuando no lo es (y en la mayoría del caso lo es) el entrenador.

Solamente he vivido situaciones diferentes con ocasión de la aparición de un enemigo común. Pero de un enemigo común de envergadura. Vale tanto que sea del mundo deportivo como del político y/o social. Todos recordamos como en el 2003 ganar o perder era secundario. Se apoyaba y se animaba al equipo desde el primer minuto al último. Desde el primer partido al último. Y si al final no se lograba el objetivo porque el Arteixo de turno nos lo chafaba, allí estaba la afición para renovar inmediatamente el ánimo y manifestarse dispuesta a seguir un año más, una temporada más en ese apoyo incondicional y casi casi irracional. El famoso espíritu del 2003. El objetivo era uno, conseguir salvar a la entidad y tratar de volver cuanto antes a la LFP.

Algo similar se vivió en el 2012 cuando el club, habiendo vuelto a las andadas desde el 2005, estuvo a punto de desaparecer y nuevamente la afición encontró una razón para el apoyo incondicional y que renaciera el espíritu 2003. El equipo se salvó y no solamente se salvó, sino que a partir de aquel momento con el gran impulso que supuso la presencia del grupo Carso, se consiguió la ansiada vuelta a la LFP. 

La temporada pasada, siendo una temporada de transición, con el consiguiente temor al descenso, se estuvo a punto de conseguir lo impensable que era meterse en el playoff de ascenso. Unos desgraciados acontecimientos, y desde luego inexplicables para el aficionado, dieron al traste con todo y dejaron señalada a una plantilla en la que alguno de los jugadores aún hoy sigue siendo objeto de pitadas que no sé cómo calificar. Al menos, inadecuadas para quienes defienden nuestra camiseta y en quienes hemos de confiar el objetivo de la victoria un partido sí y otro también.

Pues con esa situación tiene que enfrentarse ahora Fernando Hierro. El aficionado exige mejorar los resultados de la temporada pasada. Quiere ver que los refuerzos son realmente capaces de mejorar el nivel del equipo o al menos mantener uno similar al que en su momento consiguió Sergio Egea y que llegó al último tercio de la liga situado en tercera posición. Y me temo que por mas que el míster haga valer la idea de que la afición ha de apoyar y tener paciencia, le va resultar muy complicado.  El equipo se ha renovado de manera importante, hace falta tiempo para conseguir acoplarlo y que puedan asimilar la propuesta deportiva. Ya en su día Hierro afirmó que será a partir del primer tercio cuando se ha de ver el verdadero potencial del equipo. Pero la afición va continuar en mayor o menor medida manteniendo el grado de exigencia actual y con esa exigencia ha de trabajar el equipo técnico. Ha de transmitir a los jugadores que con ese ambiente han de pelear y que únicamente cuando el aficionado vea que el esfuerzo de los suyos es claramente superior al de los contrarios y consiguiendo resultados positivos se podrá dar vuelta a la situación. Las críticas de la afición van a ser proporcionales a la clasificación del equipo. Fue, es y será siempre así en el fútbol, pero en este caso y en estos momentos aún mas. Tendrá que insistir mucho Fernando Hierro en convencer a los aficionados de que el equipo irá mejorando partido a partido y que serán capaces más pronto que tarde de convencer a los aficionados del acierto de los refuerzos y, como no, también de su contratación.

Y para bien o para mal esta temporada no tenemos mas enemigo común que el ansia excesivo en conseguir un ascenso que, entendámoslo o no, está muy pero que muy difícil. Y no es enemigo que ayude. Muy al contrario, es el más difícil de combatir.