Esti muertu está muy vivu

Manuel Lafuente
Manuel Lafuente TRIBUNA

AZUL CARBAYÓN

18 oct 2016 . Actualizado a las 09:05 h.

Julio y Agosto del 2003 se convirtieron en las fechas más señaladas en el devenir histórico del R. Oviedo. Después del descenso deportivo a 2ªB y con la denuncia de impago de los jugadores se estaba poniendo en juego la supervivencia del Club y a mí me  tocaba lidiar con aquella situación sin poder vislumbrar alguna luz que permitiera un mínimo de optimismo.

 Fue posiblemente la situación más grave a la que tuve que enfrentarme en mi vida (salvando situaciones familiares) y como en otras circunstancias lo que hice fue prepararme anímicamente para enfrentarme a ella en lugar de hacerme a un lado y dejar que el tiempo y las circunstancias dieran  fin a la situación, en uno u otro sentido.

Para ello comencé por reunir a la junta general de accionistas y trasladarles con toda crudeza la realidad. Estábamos descendidos a 2ªB y era posible que los jugadores no retiraran las denuncias y acabáramos en 3ª. La respuesta de los socios fue unánime el equipo saldría a competir fuera en 2ªB, en 3ª o aunque fuera en preferente. El R. Oviedo no iba a desaparecer en ningún caso. Esa fue mi primer presencia frente a quienes podrían haber puesto fin a mi lucha por salvar la situación y en la que recibí el primer respaldo y ánimo para seguir intentándolo.

 Pocos días después y una vez consumado el descenso administrativo a 3ª volví a reunirme en el campo con un significado grupo de aficionados que tras un intenso y animado diálogo con ellos, nos convencimos mutuamente de que todo debía continuar y había que salir a competir siendo el R Oviedo de siempre con o sin el apoyo del Ayuntamiento.

Pero fue, seguramente, la tercera de las reuniones la que anímica y emocionalmente más dificultades me planteaba y de la que a partes iguales mayores dudas tenía. Habíamos tomado la decisión de prescindir del Vetusta para mantener los dos equipos juveniles y ello ocasionó que los jugadores que podían dar el salto al primer equipo quedaran desvinculados del club. Tome la decisión de reunirme con ellos en el propio campo para tratar de convencerles de que, a pesar de todo, el equipo saldría adelante y ellos serían los artífices de ese milagro, con lo que el Tartiere algún día les aclamaría agradeciéndoles esa decisión, su fidelidad a los colores y su apoyo al nuevo y complicado proyecto.

 No recuerdo las palabras pero si recuerdo el sentimiento que puse al decirlas y la sinceridad con la que les estaba exponiendo la situación. Es de esas ocasiones en las que te das cuenta que todo te sale de muy adentro y que estas captando la atención y llegando a quienes te diriges y que te creen y aceptan el planteamiento. Luego ya cada uno en su entorno, con su familia y sobre todo con sus representantes o agentes, unos tomaron la opción de quedarse y otros la de irse. Agradecido a unos y sin reproche  alguno a los demás. Quedarse era una opción muy arriesgada.

 En este punto tengo necesariamente que referirme a quien años más tarde tuvo ocasión de vivir aquellos momentos que yo les anunciaba. El Tartiere aclamándole y reconociéndole la entrega, la dedicación, el esfuerzo y ...los goles. El amor incondicional a unos colores. Diego Cervero. Doctor Cervero. Diegol. En varias ocasiones en las que he estado cerca en alguno de los homenajes que merecidamente los aficionados le han rendido, Diego siempre rememora aquel momento y consigue emocionarme al contarlo y recordarlo.

Fueron tres momentos en los que, en mi opinión, el R. Oviedo supo sobreponerse a todas las adversidades y decir alto y claro ¡esti muertu está muy vivu!. Accionistas, aficionados y chavales que se planteaban el salto a mayores metas deportivas hicieron el milagro.