Demasiadas dudas

Eduardo Muñoz
Eduardo Muñoz ÁREA PEQUEÑA

AZUL CARBAYÓN

03 ene 2017 . Actualizado a las 08:56 h.

Llegados al parón navideño, a punto de cumplirse la primera vuelta del campeonato liguero, si algo está claro a la hora de hacer balance de lo que está siendo este Real Oviedo 2016-17 es que el equipo no ofrece muchos motivos para confiar pues plantea demasiadas dudas.  La penosa manera de tirar por la borda en el tramo decisivo, una pasada campaña que, hasta el mes de marzo, iba por muy buen camino, hizo que el comienzo de la actual se viese afectado por una notoria pérdida de ilusión, sólo mitigada en parte por el regreso de Michu, que el equipo no ha sido capaz de revertir en estos meses.

Si la llegada de Fernando Hierro no bastó por sí misma para cambiar esa sensación (sin entrar en su inexperiencia o en el indudable valor de su figura en el mundo del fútbol, básicamente por la extrañeza que supuso que el elegido no respondiese al perfil que se había anunciado para el nuevo inquilino del banquillo azul), la valoración de su labor y de las actuaciones del equipo en el tiempo que llevamos de competición, en poco o en nada han servido para recuperar el buen estado de ánimo.

De mano los hechos han confirmado lo que en agosto era un temor: la plantilla es excesivamente amplia y pese al reconocimiento hecho desde dentro de que la campaña pasada se había cometido el error de formar un plantel demasiado numeroso, se ha incidido en el fallo. El resultado no ha sido más que el esperado: muchos jugadores en el ostracismo, los que sistemáticamente se quedan fuera del grupo de 14 ó 15 con los que se cuenta habitualmente. Además descompensada, como evidencia que haya posiciones con exceso de efectivos y otras cojas. Que se piense ahora en acometer hasta tres incorporaciones en el mercado de invierno, teniendo que dar bajas, corrobora que la confección de la plantilla ha dejado mucho que desear.

Si hablamos de nombres propios, de las incorporaciones veraniegas entiendo que Lucas Torró está realizando una buena temporada, Christian Fernández ha demostrado ser un lateral cumplidor más que válido para esta categoría, y Michu estaba progresando con una mejoría apreciable, camino de ser cada vez más importante en el equipo cuando cayó lesionado (aunque he de reconocer que con Michu me cuesta ser objetivo). Del resto es difícil destacar algo, más allá de la irregularidad del portero Juan Carlos y de confirmarse que es muy difícil defender alguno de los fichajes efectuados. Si añadimos que hay elementos de campañas pasadas muy lejos de su mejor estado de forma, de casi nadie puede decirse que está ofreciendo un rendimiento destacado.

En cuanto a la forma de juego, no seré yo quien pretenda que Hierro invente nada ni que dote a este Oviedo de un estilo propio que cause sensación asemejándose a los grandes conjuntos tomados como modelo. Pero, sobre todo siendo un entrenador novel, que tras los bandazos incluso comprensibles, de unas primeras jornadas en las que, en teoría, parecía apostarse por una fútbol combinativo que no se veía en la práctica, hasta el punto de que no se sabía muy bien a lo que jugábamos, se haya apostado por un juego basado en replegarse para defender a base de acumular jugadores en campo propio (por ejemplo, defender lejos del área propia con líneas juntas y fuerte presión en campo rival sí sería una manera de defender plausible), fiando el juego ofensivo a los pelotazos que se mandan desde la retaguardia y al balón parado, parece demasiado pobre. Más si cabe si se anuncia un proyecto a medio plazo que, dicho sea de paso, parece incompatible con tener futbolistas cedidos y una media de edad muy elevada.

Conociendo cómo es esta categoría, aplaudo que el juego del equipo quiera basarse en una buena defensa, incluso aceptando que teniendo esa prioridad, haya que dar por bueno que el Real Oviedo aparezca en las estadísticas como uno de los que menos inquieta al portero rival. Pero si se tiene una carencia evidente de fútbol y se juega para ser un bloque sólido y compacto que no realiza concesiones y se es muy vulnerable, el planteamiento no se sostiene. Y es que las estadísticas también reflejan lo asequible que es adentrarse en el área oviedista.

Si bien jugando en casa ha habido un poco de todo, con encuentros buenos, regulares y malos, haciéndolo a domicilio lo habitual han sido las actuaciones decepcionantes, con un ataque descorazonador (los pelotazos desde la defensa son sistemáticos y la renuncia voluntaria al juego por las bandas es difícilmente defendible) y una defensa que realiza demasiadas concesiones, dependiendo los resultados del acierto del rival. Aunque suene muy simple fiarlo todo a la suerte, este equipo ha mantenido la portería imbatida en demasiadas ocasiones y ha sumado puntos fuera de casa en partidos más que decepcionantes, gracias al poco acierto del rival, a la vez que ha encajado goleadas a poco que el contrario ha estado mínimamente acertado, aprovechándose además de excesivos errores individuales groseros. Distamos mucho de ser uno de esos equipos que suelen ascender de categoría gracias a lo difícil que resulta batirlos por contar con grandes bloques y buenos sistemas defensivos. Este Real Oviedo lo fía todo a la defensa, pero defiende mal.

La igualdad de la competición tan larga hace presumir que, por este camino, se combinarán las buenas rachas con las malas, lo que conllevará sustanciales cambios en la clasificación que nos harán pasar de estar mirando hacia arriba o hacia abajo, siendo en gran parte los detalles los que nos pondrán en una zona o en otra de la tabla. Las rachas de buenos resultados lo taparán todo y las de los malos harán que salten las alarmas. Pero las sensaciones que transmite este equipo hasta el momento son cualquier cosa menos esperanzadoras.