Jaime Álvarez: «Gestionar los momentos malos ha sido el mayor aprendizaje de la temporada para los chicos»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Jaime Álvarez, en la ciudad deportiva de El Requexón
Jaime Álvarez, en la ciudad deportiva de El Requexón Tomás Mugueta

La Voz de Asturias entrevista al técnico del filial del Real Oviedo, campeón de la Liga en Tercera y nuevo equipo de Segunda RFEF

06 may 2022 . Actualizado a las 09:04 h.

33 jornadas de 38 liderando la clasificación de Tercera estuvieron a punto de no valer un ascenso, pero René Pérez desató la locura el pasado domingo en el Tartiere e hizo posible que el Vetusta sea equipo de Segunda RFEF. Días después de aquello, el entrenador del filial del Real Oviedo más joven, más asturiano y con el mayor número de jugadores criados en El Requexón que se recuerda analiza la temporada de su equipo en LA VOZ DE ASTURIAS. Una hora con Jaime Álvarez.

—¿Qué tal la resaca?

—Asimilándolo todavía. Durante el lunes y el martes recibí un montón de mensajes y de felicitaciones, hasta de gente con la que llevas mucho tiempo sin tener relación, eso quiere decir que mucha gente estuvo pendiente de nosotros. Ya volvimos a entrenar y vemos que los chicos están muy contentos, con una sensación de haber hecho las cosas bien y, sobre todo, tranquilos. Siendo conscientes de que la temporada ha sido realmente buena.

—¿Qué les dice a sus futbolistas tras el gol de René?

—Teníamos preparado el cambio de Álvaro Pedregal por Osky (lateral), dejando a Mangel y Javi Moreno de centrales, las bandas para Viti y René y juntando tres delanteros arriba. Y llegó el gol. Aun con la euforia rebosante y por las nubes, el entrenador ya tiene que darle la vuelta a alguna cosa. Me fui a donde René y él solo me gritaba “gol”. Yo le dije “cállate y escúchame” y pasó a jugar de nuevo como central. El cambio ya fue otro, el que salió del campo fue Álex Cardero (atacante) y nuestra misión solo era reforzar la defensa.

—¿Ha visto el partido de nuevo?

—El gol de René, entre lo publicado por los chicos en redes sociales y tal, lo vi más de 20 veces. Y siempre me alegro cuando lo veo. La primera parte la vi otras dos veces y el segundo tiempo una más. Ya con el 2-1 recuerdo mucho despeje precipitado, queríamos ganar metros y todos los despejes se iban a la grada. El tiempo no pasaba y el Colunga sacó como tres o cuatro saques de bandas. Añadió un minuto más y yo ya estaba desesperado. Cuando por fin pitó el final recuerdo que el primer gran abrazo fue con Marco. Los chicos se quitaron ese peso de encima de haberlo tenido tan cerca desde hace tiempo y no haberlo conseguido hasta el final.

Los jugadores del Vetusta mantean a Jaime Álvarez tras el ascenso ante el Colunga
Los jugadores del Vetusta mantean a Jaime Álvarez tras el ascenso ante el Colunga Ana Vázquez

—¿Cómo se imaginaba un playoff tras desaprovechar hasta cuatro partidos de ascenso?

—Hubiese sido durísimo. Preparados seguro que estábamos, pero para el equipo jugar ese playoff hubiese supuesto una losa muy grande en lo anímico. Leí el otro día que hemos estado 33 jornadas de 38 como líderes de la categoría: ascender también fue una liberación.

—¿Recuerda el primer entrenamiento tras la goleada sufrida en Mareo?

—Día duro. Más que por la derrota, por cómo se produjo. Creo que fue el único partido de toda la temporada, junto al del Covadonga en la ida, en el que fuimos claramente inferiores al rival. Nos dolió mucho y tocaba levantarlos. No se habló mucho del partido, lo primero que les dije fue “lo de ayer no pasó” y que nos habíamos ganado el privilegio de depender de nosotros mismos. Si hacíamos las cosas bien, nos quedaban cinco entrenamientos y noventa minutos de competición. El lunes pasamos el duelo y limpiamos las cabezas, martes descansamos y después ya hicimos cuatro sesiones muy buenas. Confiaba a muerte en ellos y mi opinión sobre la plantilla no iba cambiar por una derrota.

—Pero fue imposible llegar al miércoles con la cabeza liberada.

—El martes nos llegó el palo de Abel (fallecimiento de su hermano) y el miércoles en la charla pues, evidentemente, tienes que contar lo que hay. Fue una situación jodida, pero acabamos ese corrillo típico siendo conscientes de que nos tenía que hacer más fuertes como equipo. Nos cayeron hostias a lo largo de la temporada, desde muchos sitios diferentes, y nos habíamos sobrepuesto a todas. En ese momento teníamos un motivo más para volver a reponernos. Recuerdo aquel entrenamiento como muy bueno. Estaba convencido de que lo íbamos a conseguir. Entre el jugar en el Tartiere, todo el apoyo que tuvimos desde el primer equipo y el aliento de la afición se creó una atmósfera tremenda que hizo que, seguramente, el gol de René lo empujásemos todos.

—Su primera temporada como técnico de un equipo sénior. 

—No me cuesta nada reconocerlo: ha sido un año muy duro. Sabes que cuando estás en un club así pueden pasar muchas cosas, pero lo difícil es gestionarlas cuando toca. Varios chicos salieron a mitad de temporada, hemos tenido lesiones muy jodidas como la de Vanderson, Javi Moreno estuvo con el pubis, Cueto sufrió dos lesiones musculares, Samu Nnoshiri tuvo que volver a Nigeria y después se lesionó, el rompecabezas con las fichas de los juveniles… Cada semana era un reto, pero sabíamos que podía pasar. El objetivo siempre fue que los chicos fuesen mejores ahora en el mes de mayo que de lo que eran el pasado julio, y creo que lo hemos conseguido. Ese objetivo logrado, para mí, es superior el objetivo clasificatorio.

—Retrocedamos al pasado mes de julio. ¿Qué pensó cuando vio la plantilla?

—Era una sensación extraña, una mezcla muy rara. Jugadores como Cueto o Vanderon, que me enfrenté a ellos la pasada temporada. Otros que los conocía de la Tercera asturiana, del Praviano o el Llanes. Otros contra los que me enfrenté en juveniles siendo yo entrenador del Covadonga. “¿Cómo mezclo esto?” Pensé. Tampoco estaba claro que todos fuesen a continuar, porque los filiales son así. Y luego llegaron Viti Matovu y Marc Alegre. Todo junto era una especie de macedonia, nos vino bien empezar tan pronto la pretemporada para poder congeniar todo.

—La importancia de los juveniles en el Vetusta.

—Tenía muy claro que los quería, pero que fuesen a dar el nivel no tanto. Pero es que no concibo tener un jugador juvenil en plantilla y no confiar o apostar por él. Dije en la primera rueda de prensa que no iba a mirar el DNI y así fue. A todos los futbolistas, aunque sean jóvenes, hay que darles una serie de partidos seguidos para ver el nivel que tienen, no pueden estar entrando y saliendo. Aunque fallen o no estén dando el rendimiento esperado. Y la evolución de todos ha sido buenísima, veremos hasta dónde llegan.

—¿Qué le decían desde fuera cuando empezaron a ser fijos en las alineaciones?

—En la cuarta jornada recuerdo perfectamente que fuimos a Tuilla y mucha gente me decía que estaba loco por poner a Álex, Osky, Yayo e incluso a Marco, porque Hórreo estaba sancionado. Y Lucas Laso entró desde el banquillo. Y los chavales respondieron. Ahí la gente se dio cuenta de que, si jugaban en El Candín, iban a jugar durante todo el año. Apostamos por ello y otros como Mario Fuente e Iván también nos ayudaron, o los entrenamientos diarios en los que estuvieron Gabri, Berlanga, Nacho, Charbel… No me quiero olvidar de nadie, pero es que todos nos han aportado y queríamos que el último día ante el Colunga estuviesen con nosotros.

—No es algo habitual en el Real Oviedo esto de acortar plazos.

—Siempre creí que, en los clubes potentes, los juveniles de tercer año no tendrían que estar en el División de Honor. Ese tercer año sirve solo para el tema clasificatorio y no debería ser así: los chicos de 18 años, salvo alguna excepción, tienen que foguearse y acortar ese plazo. El club en ese sentido está haciendo las cosas bien y ojalá promocionar a estos chicos sea una medida habitual. El nivel en Asturias es el que es, las ligas no son tan competitivas como en otras regiones y creo que el club acertó este año apostando por esta filosofía. Tampoco hay que acelerar mucho los plazos, pero En El Requexón vienen generaciones muy buenas y hay que apostar por ellas.

Jaime Álvarez, en El Requexón
Jaime Álvarez, en El Requexón Tomás Mugueta

—Defíname con pocas palabras a estos juveniles: Yayo.

—Para mí, un referente. Lo ha sido durante todo el año. En pretemporada hasta él mismo tenía dudas porque estaba un poco a caballo entre el División de Honor, Vetusta y primer equipo. Yo le dije que lo conocía bien y que confiaba muchísimo en él. Siempre dije que, por mi forma de ver el fútbol, es uno de los futbolistas más importantes de un equipo. Empezó siendo un referente para mí y con el paso del tiempo lo fue para el resto de sus compañeros.

—Osky.

Descaro puro. Nervios cero, personalidad toda la del mundo y si tiene que coger el balón e irse de tres rivales con una de esas conducciones que hace desde el lateral izquierdo pues lo va a hacer. Tiene todas las condiciones, pero por la posición en la que juega y las características físicas que tiene todavía en ciertos momentos le cuesta en los duelos directos o a la espalda. De cara al fútbol profesional tiene que seguir haciéndose, pero las condiciones las tiene.

—Lucas Laso.

Progresión. Ha sido uno de los que más ha evolucionado. Al principio del año fue uno de los que menos jugó e incluso bajó al juvenil, pero creo que también él mismo cambió el chip. No se veía como titular y con trabajo y constancia acabó siendo uno de los más importantes atrás, seguramente el que menos errores individuales cometió en la recta final de campeonato.

—Marco.

—Si todo va bien, será portero profesional. Su posición en la más complicada, todo el mundo está pendiente de él, y le llegó el turno muy pronto debido a la sanción de Berto Hórreo. Hasta el día del Llanes, antes de Mareo, había jugado diez partidos y no perdimos ninguno. Que un portero de 17 años, que quizás no tenga ahora mismo la estatura que muchos clubes exigen en un guardameta, haya mostrado esa solvencia en los dos partidos frente al Lealtad, los dos partidos ante el Tuilla y en otros encuentros muy complicados, es de alabar. Por ello los rotamos a los porteros, porque confiábamos mucho en ambos.

—Álex Cardero.

—Magia. Es un jugador diferente, ese chico que de centro del campo en adelante puede hacer lo que no te esperas. Te puede ganar el partido en una acción, pero quizás tiene que quitarse esa presión que se puede meter el mismo. En ciertos momentos le puede jugar una mala pasada. Como entrenador a veces te desespera, pero es ese tipo de futbolistas que hay que dejarle hacer. Si en el equipo había alguien que podía tener esa libertad de saltarse los códigos (futbolísticos), era él. Con 18 años, el día del Colunga se echó el equipo a la espalda. Decir “oye, la pelota a mí”, es para destacar.

—Mario Fuente.

—Diría que especial. Para mí es un delantero especial. Cuando pierde un duelo o no es capaz de hacerse con un balón puede parecer que no está, seguramente porque todavía le falte hacerse algo más en lo físico, pero luego me fijo en él cuando el balón está en otra parte del campo y él ya está moviéndose en función de lo que puede pasar, leyendo el juego. Tiene todo lo que me gusta de un delantero y una inteligencia enorme. Quizás tiene que quitarse esa obsesión con el gol. Este año hubo partidos ya no con nosotros, con el juvenil A, en el que le vi fallar alguna ocasión y parecía que se acababa el mundo. El chico está en el camino correcto y seguro que le da muchas alegrías al club.

—¿Le sorprendió el nivel mostrado por Javi Moreno y Mangel cuando debutaron con el primer equipo?

—En cuanto a competir no tenía ninguna duda con ellos. Es la palabra que mejor les define. Javi es un chaval que ha evolucionado muchísimo, es muy listo y estaba seguro de que lo iba a hacer bien. Jugó 45 minutos más que correctos ante la Ponferradina. Mangel es un chico que, mentalmente, todavía tiene muchos altibajos y que necesita esta confiado al 100% para rendir. Ante el Eibar lo hizo bien en los primeros balones que tocó, recuerdo hasta una conducción para romper una línea rival, y ya cogió mucha confianza. Hasta el míster lo elogió en rueda de prensa. Se lo merecen y ojalá puedan tener más oportunidades.

—No fue una temporada fácil para Javi Cueto, y eso que acabó como pichichi.

—Es un tío muy especial, todo corazón. Suma muchísimo, pero puede llegar a desesperar a todo el mundo, desde a los rivales hasta su entrenador y compañeros. Su situación en pretemporada no era fácil, se habló de muchas cosas: mucha gente lo reclamaba en el primer equipo, que si podía salir cedido a una categoría superior… El primer amistoso que estuvo con nosotros, en Luarca ante el Avilés, le dije que solo iba a jugar si la cabeza estaba ahí en Luarca. Me dijo que sí y jugó un partido tremendo. Tiene solo 21 años. Empezó muy bien la temporada y luego llegó la lesión. En enero la cabeza volvió a recibir cantos de sirena y ahí tuvo un rendimiento muy bajo. Una vez acabado el mercado, hablé con él y le dije que el equipo le necesitaba y que tenía que ser un referente. Y lo fue. Su segunda vuelta es para enmarcar. Además de todo lo que nos aportó, 21 goles en 29 partidos son muchos goles.

—¿Cuál ha sido el mejor momento de juego del Vetusta?

—Los dos primeros partidos de la Liga en casa fueron muy muy buenos, aunque es cierto que luego Roces y Langreo B quedaron en la parte baja de la tabla. Llegábamos bien tras una pretemporada muy larga y los equipos nos conocían menos. Esas goleadas quizás confundieron a la gente y se pensó que la temporada iba a ser un paseo. Luego con la primera mala racha de resultados creo que la gente también se confundió, porque el juego no era malo. Es muy difícil dominar todos los partidos, sobre todo cuando los equipos se encerraban y te ponían una línea de cinco atrás y una de cuatro por delante. A todos les cuesta atacar eso, incluso en la élite, pero es que en la élite hay más calidad individual. También me quedo con partidos como el de Tuilla, que es un juego diferente, pero a los chicos les curte muchísimo. O en Villaviciosa, que llegábamos con dudas y ganamos haciendo un buen encuentro.

—¿Y el peor?

Ante el filial del Langreo, sin duda, cuando perdimos en Ganzábal. Ahí tocamos fondo. La semana siguiente empatamos en el último minuto contra el Tuilla y cambió la dinámica, estuvimos mejor y pensé que ese empate nos iba a ayudar. Y así fue. Hubo momentos malos, pero nueve partidos perdidos en una Liga tan igualada creo que son pocos. Quizás la gente no es consciente. Estoy convencido de que este es el ascenso con la plantilla más joven de la historia de Tercera División. No tengo ninguna duda.

—¿Te llegó a cabrear que en estas últimas semanas se diese por hecho ese ascenso?

—A ver, cabrear no. Llegamos a L’Entregu con nueve puntos de ventaja a falta de doce por jugarse y luego me enteré que para ese partido ya estaban preparadas las camisetas por si se ascendía. Los que me conocen saben que soy muy prudente y, en ocasiones, hasta un poco pesimista. Tenía claro que nos llegaba un calendario muy difícil: el Llanes jugándose el playoff, el Sporting B y recibir a un Colunga que estaba imbatido en la segunda vuelta. Y ahí jugaba en contra la juventud de los chicos.

—Pero también les curte.

—Totalmente. Hemos sufrido mucho, pero estoy convencido de que haber desaprovechado esas ocasiones para ascender, o el mazazo tan grande del día de Gijón, es el mayor aprendizaje que han tenido los chicos en toda la temporada. Gestionar todo eso, y encima hacer el gol del ascenso el último minuto, son sensaciones cercanas al fútbol profesional y que ojalá puedan volver a vivir.

—¿Qué importancia ha tenido su cuerpo técnico?

—Es imposible conseguir esto sin ellos. Cuando llegué al club tenía claro que quería que tanto Andrés (segundo entrenador) como Jon (delegado) estuviesen conmigo. Con Andrés llevo varios años trabajando y Jon, además de ser amigo, es un hombre de fútbol que ve el juego muy parecido a mí y sabía que nos podía ayudar mucho, tanto dentro como fuera del campo. Fueron muy importantes. A Mauro (entrenador de porteros) y a Jorge (preparador físico) los conocía, pero no sabía como trabajaban. Me preguntaron si contaba con ellos y dije que, si ellos querían, nosotros encantados. Nos acoplamos, llevando cada uno su parcela, y fueron fundamentales en los momentos malos.

—Antes hablamos del debut de Moreno y Mangel. ¿Cómo ha sido la relación con el primer equipo?

—Desde el primer momento sabes que hay un orden jerárquico y que el objetivo es que el club vuelva a recuperar el lugar que merece en Primera División. Y creo que se están dando los pasos convenientes para que eso pueda pasar. Ya en los primeros días de pretemproada jugamos varios amistosos contra el primer equipo y la relación siempre fue fluida y sana. Debido a que este año muchos canteranos han entrenado con ellos, la gente del primer equipo -que no dejan de ser chavales también-, los han recibido muy bien y se ha creado un vínculo muy bonito.

—Se pudo ver el otro día en el Tartiere.

—Muchos de ellos estuvieron en la grada animando. Al día siguiente muchos me llamaron para felicitarme a mí y al grupo, y también a los chavales. Y el Cuco Ziganda y su cuerpo técnico los primeros, claro. Es de agradecer porque, aunque estén dentro del mismo club y todos somos uno, no están obligados a hacerlo. Al igual que ellos nos desearon toda la suerte del mundo y nos apoyaron, ahora nos toca a nosotros. Ojalá nos puedan dar esa gran alegría y poner el broche de oro a la temporada.

Foto de familia del Vetusta tras el ascenso ante el Colunga
Foto de familia del Vetusta tras el ascenso ante el Colunga Ana Vázquez