Tarín: «Si te dejas llevar por la rivalidad, en el derbi estás expulsado a los cinco minutos»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Rodri Tarín, en El Requexón
Rodri Tarín, en El Requexón Real Oviedo

La Voz de Asturias entrevista al central del Real Oviedo, lesionado de larga duración y con dos triunfos a sus espaldas en los dos derbis que ha disputado

07 sep 2023 . Actualizado a las 21:42 h.

Tiene 27 años, pero Rodri Tarín (Chiva, Valencia; 1996) habla con la madurez propia de esos futbolistas que ya se acercan a los 40. El central del Real Oviedo se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda hace seis meses y, desde entonces, regresar preparado para recuperar su mejor nivel es la prioridad. No piensa en otra cosa. Más que asentado en Oviedo, ciudad a la que llegó en 2022 y donde próximamente nacerá su primer hijo, ya ha jugado dos derbis asturianos: ganó ambos, uno en El Molinón y otro en el Tartiere. El del sábado (Carlos Tartiere, 18:30 horas), muy a su pesar, le tocará vivirlo desde la grada. 

—La primera es obligatoria. ¿Cómo está?

—Mucho mejor, la verdad. Es una lesión importante y lo fundamental es recuperarse bien para cuando vuelva poder estar al 100% y ayudar al equipo.

—Usted ya se había roto el cruzado en 2016, aunque fuese el de la otra rodilla, jugando en el Barça B.

—Tener la experiencia de la primera te ayuda, porque en los días malos, que los hay, sabes que esto se supera y que se vuelve a competir sin problemas. Es muy importante a lo largo de la rehabilitación tener esa referencia de que ya lo superé una vez. Estos momentos de dolor pasan y todo vuelve a la normalidad.

—¿Cómo recuerda lo que pasó aquel día en Anduva?

—La recuerdo como una acción muy límite. Fue un pase al espacio y yo iba en carrera con Raúl García (delantero del Mirandés, ahora en Osasuna). Él recortó hacia dentro, el campo estaba un poco congelado y yo hice un gesto muy agresivo para cambiar de dirección. No se me clavó del todo el pie y la rodilla se me fue. Ahí ya sabía que había roto, como mínimo, el ligamento cruzado.

—No le pilló por sorpresa cuando se lo comunicaron, entonces.

—Más que ellos a mí, se lo comuniqué yo a ellos [risas]. Les dije que el cruzado estaba roto seguro, y luego ya ves la resonancia y ahí ves el resto de las dolencias que surgieron. Cuando sufres una lesión de esta gravedad también aparecen otras lesiones estructurales en la zona de la rodilla.  Lo del cruzado lo tuve muy claro desde el primer momento.

—Es la tercera vez que se opera con el doctor Cugat. ¿Por qué?

—En esta profesión, las articulaciones sufren un montón y el doctor Cugat, desde que lo conocí, es una persona que admiro muchísimo tanto a nivel profesional como personal. Cuando me lesioné en ante el Mirandés, tuve muy claro que quería ponerme en sus manos y lo volvería a hacer mil veces. Me da seguridad y confianza y en un proceso así son dos cosas que las necesitas en todo lo que haces.

—¿Se pone algún plazo?

—Es una lesión importante. Cada rodilla y cada lesión de este tipo es un mundo, así que los plazos pueden oscilar bastante de una persona a otra. Más que plazos de tiempo, quiero que la recuperación sea perfecta. Si tengo que decir algo pues nos gustaría que para diciembre/enero pueda estar entrenando con el equipo al 100%, pero depende de muchas circunstancias. Nunca se sabe, se puede adelantar o retrasar el regreso y hay que estar preparado para cualquier imprevisto.

*Durante la entrevista, Santi Cazorla pisa el césped de El Requexón y justo antes de ponerse a entrenar saluda desde lejos y bromea con Tarín.

—Y lo de tener a este tipo (Cazorla) en el vestuario, ¿qué?

—Desde que ha venido ha hecho trabajo de gimnasio y claro, coincidimos y pasamos mucho tiempo juntos. Es increíble que este tipo de futbolista, con su trayectoria, nivel y experiencia en la élite, sea de esta manera. Es una persona completamente normal, comprometida y profesional. Se ha integrado perfectamente, es uno más y nos trata a todos con muchísimo respeto y cariño. Estamos haciendo buenas migas y es un auténtico placer tenerle aquí. Ojalá lo veamos pronto en acción.

—Ya lleva casi dos años en el club.

—Estoy encantado en Oviedo, desde el primer día. Suena a tópico, pero tanto mi pareja como yo, que es algo -la familia- que importa muchísimo, estamos enamorados de la ciudad. La calidad de vida es estupenda, estamos muy a gusto y, de hecho, vamos a ser padres ahora. Somos muy felices en Oviedo. Y luego la afición, claro, que está muy comprometida con su equipo. Vivo en el centro y me paran muchísimo, me animan y casi que están al día de mi recuperación.

—Cuando Rubén Reyes le fichó en 2022, firmó hasta 2025. ¿Se esperaba estar tan a gusto?

—Qué va, para nada. El fútbol son etapas y cuando se acabó la del Leganés me surgieron varias. Las analicé y decidí, pero no sabes cómo vas a estar en la ciudad, cómo te vas a sentir o cómo te vas a adaptar. Y joder, no podemos estar más contentos con la decisión tomada hace casi dos años.

Rodri Tarín, en El Requexón
Rodri Tarín, en El Requexón Real Oviedo

­—Vamos con el derbi. Su primera vez fue en El Molinón, más tensión imposible.

—Llevaría tres meses en Oviedo, no más. Y hasta ese momento solo había jugado dos partidos. El equipo estaba muy bien, David (Costas) y Dani (Calvo) también y me tocó jugar el derbi de El Molinón. Lo llevé con bastante tranquilidad, estaba confiado y lo afronté con seguridad. Luego se dio la circunstancia que, cuando empezó el partido, enseguida noté que el equipo estaba muy, muy bien.

—Vaya victoria aquella. 

—Estuvimos cómodos desde casi el inicio, competimos a un nivel altísimo. Luego, en la jugada del gol, la suerte cayó de nuestro lado. Esa victoria y la del año pasado en el derbi del Tartiere son los mejores recuerdos que tengo con la camiseta del Real Oviedo.

—Se enfrentó a Djuka, que no estará este sábado en el Tartiere.

—Ya lo conocía, claro. Es un delantero muy insistente, corre mucho al espacio y te lleva a situaciones límite. También es verdad que yo en esas situaciones límite me siento cómodo. Ese tipo de delanteros crean un duelo individual con el central muy vistoso, muy al límite. Te exige concentración, pero el derbi en sí mismo ya lo hace.

—¿Te hablaron mucho del derbi en la previa?

—Los que ya lo han vivido te ponen en preaviso, eh, son hasta pesados, pero por mucho que te cuenten no te llegas a imaginar lo que luego vives. Hay muchísima rivalidad, no solo dentro del campo. Creo que no me ha superado nunca el ambiente, pero sí te da mucho respeto. Cuando acaba el partido entiendes todo lo que te han contado en la previa.

—Su primer derbi en el Tartiere llegó la temporada pasada.

—Cuando me subí al autobús ni me imaginaba lo que estaba a punto de pasar, todo lo que se vive en el trayecto. Cuando estás ahí dentro, ya estaba siendo consciente de lo privilegiado que era por estar y ser protagonista de eso. Es verdad que ver y vivir todo eso te crea un sentimiento de responsabilidad con la afición aun mayor, pero si lo utilizas a tu favor lo acabas notando para bien.

—¿Le superó el recibimiento al autobús?

—Si te dejas llevar por los sentimientos y por la rivalidad, el derbi es un partido en el que puedes estar expulsado a los cinco minutos. Así que hay que bajar un poco revoluciones cuando ya estás en el campo, ser algo frío y jugarlo con la cabeza.

—¿Y el partido?

—Ellos empezaron muy fuertes, con mucha confianza y siendo precisos en casi todas las acciones. Tuvieron un par de acercamientos peligrosos y a nosotros nos estaba costando. Supimos sufrir, pasamos esos momentos malos y fuimos madurando el partido, hasta que conseguimos el gol en la recta final.

—Ya ha ganado un derbi en Gijón y otro en casa.

—Me quedo con la del Tartiere, claro. En Gijón lo disfruté mucho, pero la celebración sobre nuestro campo es una pasada. De esos recuerdos que se quedan ahí, grabados para siempre.

—En el último derbi en El Molinón, al igual que usted en 2022, debutó Oier Luengo. Hábleme de él.

—Tengo una grandísima relación con Oier, me parece un tipo increíble. Y además me encanta como jugador. Cuando llegó al club, Dani (Calvo), David (Costas) y yo estábamos consolidados y teníamos más experiencia, pero Oier es una persona que nunca ha bajado los brazos. Siempre ha sido profesional, nunca ha puesto una mala cara y siempre ha entrenado a tope. Y cuando jugó, demostró sobradamente que da el nivel. Tenemos suerte de que los cuatro centrales somos muy competitivos, pero también hay mucho respeto entre nosotros. Y eso es beneficioso para el equipo.

—¿Cómo ve al Oviedo jugando con tres centrales?

—Cuando juegas así estás más protegido, digamos. Siempre tienes un compañero cerca y vas más con más seguridad y menos riesgo a los duelos. También puede ser que haya más desajustes en según que situaciones, porque al final no estás acostumbrado a jugar con línea de cinco y pueden aparecer los espacios. Depende también de qué partido quieres plantear y de la altura a la que quieras defender junto a todo el bloque.

—Hay gente que lo considera un esquema defensivo, pero a los centrales les exige más con balón.

—Claro, cuando metes un central más desaparece un jugador que suele estar por delante del balón, así la responsabilidad con balón aumenta. Ahí entran en juego los pases algo más arriesgados, las conducciones para dividir al atacante rival… Eso también tiene que estar trabajado.

—El Real Oviedo 23/24.

—Sinceramente, veo una grandísima en plantilla. Eso en Segunda no te asegura nada, claro, pero creo de verdad que tenemos un equipazo. Está la base de otros años y ha llegado gente potente. Nos estamos adaptando y todo se está poniendo en su lugar, pero mi confianza es total. Estoy muy tranquilo y creo que pronto llegarán los resultados.

—¿Qué significa llegar al derbi del sábado como colistas?

—Nunca es agradable estar últimos y quien diga lo contrario miente, por mucho que solo llevemos cuatro jornadas. Eso sí, el otro día ante el Levante hicimos un muy bien partido y creo que hay motivos para confiar en nosotros.

—¿Irá al Tartiere?

—No me lo perderé. Estaré en el campo y apoyaré al equipo al máximo. Con nervios, claro, porque desde la grada todo es mucho más complicado. Desde ahí arriba no controlas nada y estamos acostumbrados a competir sobre el césped, así que lo llevo como puedo y muy nervioso. Tocará sufrir.

—Para acabar… ¿Por qué no tiene redes sociales?

—Las tuve, eh, y llegó un momento en el que decidí quitármelas. Mi postura igual es algo radical y seguro que mucha gente no la comparte, pero considero que las redes sociales no aportan nada. Me llenaba mucho poder compartir momentos e incluso opiniones con los aficionados, pero hay un pequeño grupo de gente que se dedica constantemente a insultar, faltar el respeto y dirigirse a los demás de unas formas de las que no soy partidario, claro. Prefiero no tener que enfrentarme a esas situaciones.

—Por lo que ve en el vestuario, qué puede afectar más: ¿Una pitada en el estadio o acabar el partido y leer lo que dicen de ti en redes sociales?

—Ponerte a leer las redes sociales, sin duda alguna. Yo entiendo perfectamente que, si estoy jugando y no lo estoy haciendo bien, haya gente en el Tartiere que me pite. La afición puede mostrar su malestar o descontento, considero que es sano y natural que me exijan el máximo. Forma parte del fútbol y de la esencia del deporte, así lo vivo yo. Lo que no tiene sentido son las faltas de respeto continuadas a través de pantallas y cada uno desde su casa, no lo entiendo ni como deportista ni como persona.

—Le veo convencido.

—Recomendaría a todos mis compañeros que no las tuviesen o que no las leyesen, sí. Que se alejasen de ese mundo en general, porque creo que hoy en día no se utilizan bien.