Domingo Cisma, la mano derecha de Carrión: «Venir al Oviedo era dar un paso adelante»
AZUL CARBAYÓN
La Voz de Asturias, a once jornadas para el final de la temporada, entrevista al segundo entrenador de Luis Carrión en el Real Oviedo
21 mar 2024 . Actualizado a las 08:49 h.Desde que Luis Carrión aterrizase en el Real Oviedo a finales de septiembre, es complicado no ver al técnico azul acompañado de Domingo Cisma (Sevilla, 1982). Lateral izquierdo con más de 270 partidos en el fútbol profesional -182 en Primera División- vistiendo la camiseta de Almería, Atlético de Madrid o Córdoba, entre otros, es desde enero de 2021 la mano derecha de Carrión. Primero en Cartagena, ahora en Oviedo. Su relación con el preparador catalán, el paso de colgar las botas a los banquillos y cómo está viviendo la aventura en la capital del Principado. LA VOZ DE ASTURIAS charla con el segundo entrenador oviedista.
—Carrión y usted se conocen en Córdoba, en la temporada 16/17.
—Curiosamente, siendo Luis entrenador del filial del Córdoba y yo jugador del primer equipo vivíamos en el mismo edificio. Éramos vecinos, vamos. La relación era cordial y ya, nos veíamos, nos saludábamos y poco más. Despidieron a Oltra y empezó a ser mi entrenador.
—Eso fue en diciembre de 2016.
—Yo era uno de los capitanes de aquel Córdoba e intenté ayudarle en todo lo que pude. Así se fraguó un poco nuestra relación. En marzo me lesioné de la rodilla y me acabé retirando, mientras que Luis siguió como entrenador del Córdoba. Y tampoco es que después de salir del club tuviésemos conversaciones de forma continua o algo así, eh.
—¿Hubo conexión desde el primer momento o la relación era normal?
—Teníamos una relación normal, no creas. Con el paso de los años y viéndolo ahora desde el otro lado, sí creo que yo como jugador pecaba mucho de marcar una barrera con mis entrenadores. No me gustaba intimar demasiado. En esos meses que coincidimos me dediqué a intentar ayudarle desde mi rol de capitán con el fin último de que al Córdoba le fuese bien.
—¿Se planteaba trabajar con él?
—No me lo planteaba para nada. Y yo tampoco me planteaba trabajar en un banquillo del fútbol profesional, eh. Me fui formando en temas relacionados con el fútbol, como hacen muchos jugadores en activo: me saqué los dos primeros cursos de entrenador mientras jugaba en Almería (2006-2010) y lo hice sin ninguna intención de acabar entrenando, simplemente para tener formación. También me saqué en Las Rozas el curso de dirección deportiva, en 2012 o por ahí. Todo esto sin saber a donde me llevaría la vida.
—¿Cuándo le pica el bicho de los banquillos?
—Una vez retirado se me presentó la oportunidad de entrenar al Morón, un equipo de la regional andaluza. Ahí descubrí que me gustaba esto, que me divertía y vivía la competición incluso en categorías no profesionales. Por aquel entonces me encontraba a Luis (Carrión) por los campos de Sevilla y hablábamos de lo que estaba haciendo y de lo que me gustaría hacer en un futuro. Ahí ya entraba en mi cabeza la idea de poder dedicarme profesionalmente a entrenar o, incluso, formar parte de una dirección deportiva.
—Vamos, que no era el típico futbolista del que se decía que iba a ser entrenador en el futuro.
—La verdad es que no. Eso va también un poco con la forma de ser de cada persona y en mi caso nunca fui un primer espada. Siempre fui un jugador de equipo, de los que dan mucha importancia al vestuario, pero creo que nunca se me vio madera de entrenador. Yo me podía ver en una secretaría técnica o algo así, no entrenando. Ahora ya sí, claro. Me encanta esto y cada día es un aprendizaje, quién sabe a dónde me va a llevar el fútbol.
—El tándem con Carrión arranca en Cartagena. Enero de 2021.
—Antes de que le ofreciesen el puesto en el Cartagena ya me había llamado para conocer mi disponibilidad de cara a ir a otro equipo. En esos meses casi no hablábamos ni de posibles destinos. Me preguntó si trabajaría con él y le respondí que sí, que iba a donde fuese. Luego ya apareció la oferta del Cartagena.
—¿Qué quería de usted?
—Nos cogió durante la pandemia y el estar tanto tiempo en el hotel nos sirvió para conocernos mucho. Ahora estamos en otra fase de nuestra relación, por así decirlo, en la que ya sabemos lo que queremos el uno del otro, pero en enero de 2021 no. No me dijo tampoco qué quería de mí, nos hemos ido conociendo y cada vez nos entendemos mejor.
—¿Aquel Carrión era muy diferente al Carrión que le entrenó en Córdoba?
—Pues nunca me lo habían preguntado, la verdad, pero sí. Ya era un entrenador mucho más maduro. Cuando cogió al Córdoba era muy joven y eso se notaba, porque era una plantilla importante con mucho jugador de Primera. Había que lidiar con eso y lo hizo, y no era sencillo. El Luis de Cartagena ya sabe lo que es pasar por situaciones mejores y peores en los banquillos, y que tenía muy claro lo que quería futbolísticamente.
—Unai Emery, Kresic, Pacheta, Hugo Sánchez, Lillo, Miguel Ángel Portugal, Marcelino, Cúper, Cervera, Simeone, Escribá y Oltra. Todos esos técnicos le entrenaron antes de que llegase Carrión.
—La verdad es que vaya abanico, eh [risas]. Ahora que los has nombrado, y me haya ido mejor o peor con cada uno, soy un privilegiado por haber podido estar a las órdenes de todos esos entrenadores. Viéndolo con perspectiva y comparando lo que hacían todos esos nombres y lo que hace ahora Luis, su metodología de juego e idea se puede asemejar más a lo que vi en Almería con Lillo. También te digo que, hoy en día y no lo digo porque esté trabajando con él, Carrión está a la altura de todos esos. Es lo que veo cada día, lo que veo a nivel de gestión de vestuario y a nivel de entrenamientos.
—¿Qué tal con Lillo? Su paso por Oviedo dejó defensores y detractores.
—Genial. Lo que más valoro de Juanma es cómo era a nivel personal: siempre se interesaba por el jugador y cada día con él fue un aprendizaje tremendo. La gran pena es que solo estuve cinco meses con él, porque al acabar la temporada me fui al Racing. Me llevé muchísimo de él, pero podría haberme llevado más. Hay veces que se le ha tachado de iluminado y cosas así, pero es que pienso sinceramente que lo es -quitándole el tono peyorativo-, porque Lillo es una persona que está muy por encima de la media del mundo del fútbol a nivel de conocimiento.
—Vivió siendo jugador del Atlético la primera temporada completa del Cholo Simeone.
—Aprendí mucho aquel año. Exigían muchísima intensidad y muchísima concentración, esa era la base del éxito de por aquel entonces. Viendo de dónde venía el Atlético de Madrid, parecía que en aquella 12/13 ya estaba tocando techo: final de Copa ganada al Madrid en el Bernabéu y clasificación para la Champions. Pero claro, mira todo lo que vino luego…
—Saltemos a Oviedo. ¿Cómo vivió el fichaje de Carrión?
—El míster no da muchas pistas [risas]. Cuando ya hay algo más formal sí, ya te presenta el proyecto. Tanto cuando fui a Cartagena como cuando hace meses surgió lo de Oviedo me dijo lo mismo: «¿Vamos?». No me daba tiempo a pensar, casi. Desde fuera, en el paro, cuando analizaba equipos y veía a dónde podíamos ir, el Oviedo siempre era una buena plaza. Era una forma de dar un paso adelante y estoy muy contento de haberlo dado.
—Cervera contó en su día que antes de llegar al Oviedo veía que estaban Costas, Dani Calvo, Tarín o Luismi y que eso casaba con su estilo. ¿Ustedes pensaron lo mismo con los Cazorla, Colombatto, Seoane y compañía?
—Sí, sí, está claro. Se valora todo y en ese sentido creíamos que le podíamos sacar muchísimo rendimiento a una plantilla como la del Oviedo. Estamos encantados con los jugadores que tenemos.
—¿Fue un reto que el Oviedo pasase a ser un equipo de Cervera a un equipo de Carrión?
—Personalmente, creo que fue una ventaja. El estilo de juego de Álvaro, respetable como todos, no cuajó en las primeras siete jornadas y darle una vuelta de 180° creía que iba a ser algo positivo. Todo lo que fuese parecido a lo que venían haciendo, por muy bien que se haga, te podía recordar a lo anterior y pueden quedar secuelas de cosas que no te salieron bien. El equipo y el vestuario necesitaba algo nuevo.
—¿Qué vestuario se encontró?
—Un vestuario un poco abatido, con desánimo o tristeza. No te sabría decir exactamente la palabra que lo definía, pero faltaba un poco de alegría. El míster (Carrión) es bueno en eso y una de mis tareas era ayudar a los jugadores a sacar su máximo rendimiento para ponerlo al servicio del equipo.
—Se suele decir que el segundo entrenador ejerce de coleguilla de los futbolistas.
—Mi función es ayudar, si la tuviese que resumir mucho. ¿Cuál es mi función? Ayudar. ¿En qué? En todo lo que me pidan, tanto el míster como los jugadores. Ahí estoy. Es verdad que los propios jugadores, dependiendo de cómo les vaya y dado también a que su carrera es corta, te ven un poco como el que solo ayuda al míster y ya. Y no, yo estoy aquí para ayudar al Real Oviedo y todo lo que eso conlleva. Hago mucho hincapié en la persona, me intereso en el día a día.
—¿Y en lo futbolístico?
—Suelo encargarme de las acciones a balón parado sí. También las del rival, las defensivas y las ofensivas: saco el vídeo, lo corto, lo analizo y se lo presento a Luis, que es el que toma decisiones. Entre los dos vamos dibujando y diseñando las acciones a balón parado que podemos hacer.
—¿Qué se ha encontrado estudiando este aspecto del juego?
—Es un mundo muy divertido, funciona casi como un juego de intuición, sorpresa y picardía. Puedes analizar las las acciones a balón parado que un rival ha utilizado en los últimos diez partidos y, a veces, utilizar alguna de esas acciones contra ese mismo rival. Al igual que en lo puramente táctico hay mucha diversidad, en el balón parado pasa lo mismo. Me lo paso muy bien con lo que hago.
—¿Qué le pide Carrión en el día a día?
—Uno de los grandes objetivos es empaparme bien de lo que busca Luis (Carrión) cada semana para que luego, durante los entrenamientos previos al partido, el mensaje de ambos vaya en una misma línea. Tener claro lo que le va a pedir y exigir al equipo para entenderlo y saber transmitirlo yo de forma individual.
—En El Requexón no se mete mucho en las tareas, pero en los partidos sí es pasional.
—Es lo que te decía, sí. Durante los entrenamientos intento ser muy cuidadoso con el mensaje, no ir a contracorriente del que manda, que es Luis. Para eso ayuda el conocerlo mucho y pasar tiempo juntos. Quizás ahora me podría atrever a más porque sé lo que piensa, cómo entrena y cómo dirige. En los partidos no me aguanto, quizás [risas]. Ahí ya nos estamos jugando mucho, pero siempre intento ayudar al míster porque durante los 90 minutos es complicado tomar decisiones.
—Quedan once jornadas y el Oviedo está luchando por todo. ¿Se lo esperaba, viniendo de dónde venían?
—Por cómo es Luis, por su gen ganador y por su ambición, y claro está por la plantilla que había, sí que sabía que el mensaje iba a ser agresivo. Luego, que pudiese salir tan bien y estuviésemos en la posición actual luchando por todo pues nunca me paré a pensarlo. Estamos aquí y vamos a por ello.
—¿Qué tal la ciudad?
—A nivel personal estamos encantados. No conocía Oviedo, solo había venido a jugar, de paso. Ahora dicen que acompaña más el clima que hace 20 años, y cuando el sol sale en esta ciudad y esta tierra, con todo lo verde que hay, te da la vida. Mi familia está encantada y poco a poco ya vamos creando nuestro entorno. Y mis hijos también, tanto en el cole como en el fútbol.
—Se habla mucho de la futura ciudad deportiva y usted pasa mucho tiempo en El Requexón. ¿Qué le parece?
—Yo lo veo bien. El primer día me preguntaba cómo podían entrar los autobuses de los equipos y sí, ya vi que llegan. Me gusta el entorno y me gusta lo que tenemos. ¿Se puede mejorar? Seguro, como todo, pero estamos contentos con este lugar de trabajo.