Pomares: «Desde los 17 años hasta ahora no he faltado ni un día a mi cita con el entrenamiento»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Pomares, en El Requexón
Pomares, en El Requexón Real Oviedo

La Voz de Asturias entrevista al lateral izquierdo del Real Oviedo, titular la última jornada tras una temporada en la que casi no ha tenido minutos

09 may 2024 . Actualizado a las 09:04 h.

Valenciano que a los 16 años se fue a Inglaterra y que volvió a su tierra tres años después para iniciar una carrera profesional que le llevó a Barakaldo, Lorca, Almendralejo, Alcorcón, Tenerife y, ahora, Oviedo. La trayectoria de Carlos Pomares (Valencia, 1992) han ido moldeando una personalidad y una forma de trabajar particular en el mundo del fútbol. Las lesiones primero y la irrupción de Abel Bretones después le relegaron a un banquillo eterno que nunca antes había experimentado y este pasado sábado en Huesca, en la primera final por el playoff de los azules, Pomares fue titular en Liga mucho tiempo después. A falta de cuatro jornadas decisivas para el final de Liga del Real Oviedo, Carlos Pomares se sienta con LA VOZ DE ASTURIAS. 

—Desde que acabó el partido en Huesca, la palabra profesional sale mucho a la palestra cuando se habla de Carlos Pomares. ¿Por qué?

—Pues no lo sé. Siempre he dicho que no conozco otra manera de comportarse en el mundo del alto rendimiento, sea en el fútbol o en cualquier deporte en general. Es mi método de vida, no hay más. No entiendo no ir al gimnasio o no cuidarme, es cultura. Me viene un poco de cuando estuve en Inglaterra, supongo que a cada uno le influyen diferentes aspectos de su entorno o educación y yo me fui con 16 años y me marcó. Allí se trabajaba mucho y bien el físico, y tuve la suerte de coincidir con buenos profesionales que me despertaron el interés por trabajar así. Desde entonces, creo que no he faltado ni un día a mi cita con el entrenamiento diario. Desde los 17 hasta ahora, que tengo 31.

—¿Cómo fue lo de Inglaterra?

—Era cadete y jugaba en el Alboraya, un equipo de Valencia. La verdad es que teníamos buen equipo. El director deportivo del Sheffield United era muy curioso y viajaba por todo el mundo para ver fútbol, iba a Brasil, Alemania o España. Veía entrenar a muchos equipos y coincidió que vino al Alboraya, no sé por qué. Me vieron y les gusté. Fui a entrenar tres veces a Inglaterra, me quedaba una semana allí cada vez que iba. La primera semana fui con dos compañeros y las siguientes yo solo. Me querían firmar en cadetes, pero por el tema del tutor y de que tenían que dar trabajo a mi padre, esperaron a que cumpliese los 16 años. Ahí ya firmé y me quedé.

—¿Y cuánto tiempo estuvo allí?

—Tres años, desde los 16 hasta los 19.

—¿Hasta dónde llegó?

—Llegué a entrenar en el primer equipo del Sheffield y también jugué contra el Manchester United la final de la FA Cup Juvenil. Eso estuvo muy bien y el Sheffield llevaba muchos años sin jugarla. Metimos 29.000 personas en nuestro campo, Bramall Lane. Y a Old Trafford fueron 30.000 o así.

—¿Contra quién jugó en aquella final?

—Pogba estaba en aquel United, por ejemplo. También Ravel Morrison, que es uno de los mejores jugadores que he visto nunca. Luego, por circunstancias, no triunfó, pero hasta Rooney creo que fue el que dijo que era uno de los mejores canteranos con los que entrenó en el Manchester United. Jesse Lingard era otro de los que estaba. Y luego una serie de jugadores que llegaron hasta League One (Tercera división inglesa) o así que también eran muy buenos.

—Volviendo a lo primero. ¿Por qué se pone en valor y sorprende tanto cuando un futbolista habla de su trabajo diario?

—Sorprende aquí, en España. Te vas a otros países como Alemania, Bélgica o Inglaterra y eso que te expliqué al principio es lo más habitual. Lo raro es lo contrario. Hay mucho más dinero en esos países y los medios para trabajar también son mejores, claro. Es algo cultural. Aquí en España de siempre se le ha dado mucha más importancia al trabajo táctico, por eso hace años éramos tan superiores al resto de Europa. Es una lástima que con lo buenos que somos tácticamente, porque se ve cuando equipos españoles juegan contra los de fuera, no trabajemos tanto la otra parcela. Aunque ahora esos países europeos ya están trabajando mucho la táctica siguiendo en muchos casos nuestra metodología de trabajo, por cierto.

—Lo tiene clarísimo.

—Para mí, trabajar así es el camino de rendir y estar al 100% en todo. ¿Que hay temporadas en las que parece que no va bien el tema? Pues sí. ¿Que hay días en los que salgo a entrenar y me pesan las piernas diez kilos más que a mis compañeros? Pues también. Pero es que eso es lo que me hizo jugar el sábado pasado en Huesca. Y aun así, en el minuto 75 me tocó salir, porque el ritmo de competición era el que era. Si no hubiese trabajado estos meses como trabajé, no llego ni al 75. Hay que trabajar todos los días, sobre todo cuando vas cumpliendo una edad porque si no en el fútbol de hoy en día tienes las horas contadas.

—¿Entrena más ahora con 31 años que cuando tenía 21?

—Mucho más en general no sé, mucho más específico sí. Cuando eres más joven el cuerpo tarda en desequilibrarse, no es fácil que aparezcan ciertos dolores en zonas concretas. Con el paso del tiempo vas adquiriendo vicios y el cuerpo tiene a descompensarse, eso es lo que he intentado trabajar durante toda mi carrera.

—¿Sus compañeros qué piensan de todo esto?

—Hay cachondeo, sí. Me ven como a un friki de la preparación física. Seguramente lo sea. Algunos me piden consejos incluso, pero yo les digo que, aunque haya leído mucho sobre el tema, todavía no tengo el título. Hay algo de cachondeo, pero yo les doy pie a que lo haya, sí.

—¿Y los preparadores físicos qué le dicen? Aquí en Oviedo ha tenido ya a Pablo Santis (Bolo), Fito Mayordomo (Cervera) y ahora José Mascarós (Carrión).

—Se sorprenden mucho cuando empezamos a hablar y ven cuánto me interesa el tema. Y si me remonto a la época del Levante B, en los paseos de las concentraciones casi siempre iba hablando con el preparador físico y ahí me tiraba horas hablando con él. He tenido la suerte de coincidir con muchos y muy buenos profesionales y lo he aprovechado. Siempre he sido muy preguntón y eso me ha hecho saber más, pero porque me lo han explicado bien, claro.

—Hay futbolistas que quieren ser entrenadores o directores deportivos en el futuro, pero imagino que usted quiere ser preparador físico.

—Sí, lo tengo bastante claro. Me gusta el diseño de tareas y soy muy pesado y metódico con los calentamientos. Con la ejecución de estos y la técnica que hay que realizar. Me lleva gustando desde los 24, así que sí. Me despertó pronto el tema y me gusta, y creo que se me da bien, además.

—¿Y qué perfil de preparador físico le gusta?

—El preparador físico de hoy en día tiene que estar muy ligado al entrenador, porque este te dicta los ejercicios tácticos y esas tareas demandan un esfuerzo físico. Son dos trabajos que no pueden ir por libre. Un preparador físico no puede hacer una tarea de presión tras pérdida si el entrenador quiere ser un equipo de repliegue, por ejemplo. Las buenas tareas son las que tienen un objetivo táctico concreto y las cargas físicas son las necesarias para realizar dicho trabajo. Es algo que no es tan sencillo de cuadrar, porque en papel todo es bonito, pero cuando lo llevas al césped igual te falta un comodín y se te descuadra todo. O la habías preparado para hacerla en un rectángulo y tienes que pasar a un pentágono, no sé. El preparador físico hoy en día tiene que ser un arquitecto de tareas, saber plasmar lo que quiere el entrenador y, a la vez, trabajar los objetivos físicos de cada jugador.

—Volvamos a la semana pasada. ¿Intuyó que iba a ser titular?

—No. A este míster es difícil cogerle quién va a jugar. Puedes intuir algo, pero no. Hay otros entrenadores que se marcan más, pero Luis (Carrión) mezcla mucho durante la semana. Puede ser que me hablase y me corrigiese algo más ahora que lo pienso, pero en el momento no. Lo había hecho otras semanas eso.

—¿Cuándo se entera de que va a jugar?

—Cuando se enteraron los demás, en el momento de cantar la alineación. Ya en el campo.

—¿Qué pensó?

—Pues que cojonudo, la verdad [risas]. Evidentemente pienso que me podría haber llegado antes, sí. El último partido que jugué fue en enero, contra el Amorebieta, y aquel día jugué por diferentes lesiones y sanciones de otros compañeros. Desde entonces, que yo recuerde, no jugué ni un minuto más. Eso es complicado. Ojalá hubiese llegado con más ritmo de competición a esto, pero es lo que hay. Lo de Huesca me salió bien y pude aportar.

—En el minuto 6, Tresaco (extremo del Huesca) le encaró y usted despejó a córner. ¿Ahí empezó su partido?

—Sé qué acción me dices, pero mi partido empieza en el momento en el que me entero de que soy titular. Hacía tanto que no cruzaba la línea del campo que de primeras no sabes ni cómo vas a responder. Mi partido empieza en mentalizarme de que realmente voy a jugar. El segundo partido es transmitir confianza a los compañeros, que noten realmente que me pueden dar un balón y que voy a responder. Eso es complicado, es algo que nunca se ve pero es así: mis compañeros se deben fiar de mí. Y luego ya empieza el partido. Siempre digo que un defensa lo primero que tiene que hacer es resolver situaciones y no siempre robando el balón, muchas veces puede valer incomodar. ¿Por ejemplo? Que te encare un extremo y obligarle a que jugué para atrás. Eso un defensa lo tiene que dominar.

—¿Con el baló en juego se vio bien desde el principio o fue gradual?

—Físicamente me encontraba muy bien, y en las acciones técnicas creo que también, con bastante poso para todo el tiempo que llevaba fuera. Tengo margen de mejora, claro, porque estoy prácticamente volviendo a sentirme futbolista útil dentro de un equipo.

—¿Hacía cuánto que no daba una asistencia?

—Con la derecha tiempo, eh. No te sé ni decir. Y asistencia en general pues desde que estaba en el Tenerife, porque el año pasado tampoco jugué demasiado aquí.

—¿Qué pensó cuando Paulino remató y marcó el 0-1?

—Se me pusieron los pelos de punta, la verdad. Y no soy yo de esas cosas, soy muy frío para las emociones. Pero se me pusieron los pelos de punta. Lo considero un premio para todo ese trabajo que hemos comentado. Que tu trabajo sea recompensado con cosas de estas es fundamental, porque, aunque tenga una convicción ciega en lo que hago, el camino se nubla si no hay respuesta alguna.

—¿Qué le dijeron en el vestuario al acabar el partido?

—Me llamó la atención que se alegrase tanta gente, más de la que pensaba. Nunca había estado tanto tiempo sin jugar y ya incluso antes de empezar el partido muchos compañeros me transmitieron que se alegraban de volverme a ver. Lo que sientes como futbolista es importante, pero lo que sientes como persona es todavía más importante.

—¿Cuando uno lleva tanto tiempo sin participar acaba yendo a entrenar pensando que es imposible que juegue ese fin de semana?

—Sí, sí. Y no hay que engañar a nadie. El que venga aquí y te diga que no, que siempre está bien y que siempre cree que puede jugar, miente. La cabeza manda. También creo que mis días malos fueron menos malos que los de otros jugadores, por un poco lo que hemos hablado al principio. Cuando llevas cuatro meses en los que entrenamiento sí y entrenamiento también no hay ningún atisbo de que vaya a jugar, por el motivo que sea, pues dices joder. Y más cuando te ves entrenar y te ves bien, porque a veces no juegas, te abandonas y ya le estás dando razones al míster para que no te ponga. Eso es otra cosa y ya te lo tienes que comer tu. Pero cuando estás bien pues piensas que podrías haber tenido premio, aunque esto es alta competición y es parte de nuestro trabajo. Lo más difícil de ser futbolista es jugar el partido, sí, pero aguantar esos momentos no se queda atrás.

—Nunca en su carrera ha encadenado dos temporadas con tan pocos minutos. ¿Tuvo que aprender a gestionarlo?

—Venía un poco preparado de Tenerife, porque allí tuve una competencia durísima con Álex Muñoz (ahora en el Levante). Cedimos muy poco terreno los dos, cuando a uno le tocaba jugar lo aprovechaba, jugamos casi lo mismo. Esos dos años fueron importantes para mí. Me tuve que concienciar en Oviedo y en el fútbol es obligatorio aprender cada día.

—Fichó por el Oviedo y solo estaba Álvaro Aceves, aunque luego llegó la irrupción de Abel Bretones.

—No tuve tiempo para pensar en la competencia. Estaba tan ocupado en intentar saber lo que le estaba pasando a mi cuerpo y porque estaba teniendo tantas lesiones, que no pensaba en lo otro. Y no pensaba porque cuando podía entrenar estaba lejos de mi 100%, no me dejaban las lesiones. No tuve continuidad y no estuve ni cerca de competir de verdad por el puesto. Sigo sin saber porqué tantas lesiones el año pasado, la verdad.

—¿Cuál fue el peor momento de estas casi ya dos temporadas?

—Esas semanas de dolores continuos, cuando las sensaciones nunca eran buenas. Igual un día no tenías dolor, pero a nivel de ritmo no estaba. Los compañeros llevaban cinco meses como aviones y yo acumulaba mes y medio de trabajo con el grupo. Y no lo entendía.

—Notarse bien y ver que no juega o notar en los entrenamientos que está varios puntos por debajo de sus compañeros. ¿Qué es peor?

—Para mí es peor lo primero, porque con lo segundo tienes una causa. Sé que no estoy bien porque me está pasando esto y es lo que hay. Identificas el problema. En el primer caso no lo identificas, es lo que me ha pasado esta temporada. Estás bien, pero no juegas. Y te la tienes que comer.

—En El Requexón, usted siempre es el primero que llega al campo de entrenamiento. ¿Por qué?

—Por cultura, básicamente. Ni superstición ni nada. Es disciplina, no me gusta que me esperen. Parecen tonterías, pero creo que todo eso se refleja luego en el campo. No lo hago esperando algo a cambio, lo hago porque soy así. Cuando el míster entra en el vestuario a dar la charla, yo ya tengo las botas puestas. Es así. También pienso que el preparador físico ha montado un calentamiento que hay que respetarlo, te guste más o menos, y ha diseñado unas tareas concretas, te gusten más o menos. Es una convicción mía y así moriré, no sé cómo explicarlo.

—¿Y su pareja y sus hijos cómo llevan lo de que no juegue?

—Mal. Peor que yo. Nosotros sabemos cómo va esto, pero los de fuera igual no tanto. Ellos no te ven entrenar, no se hacen una idea de cómo estás. Lo pasan mal, sí. No te sé decir cómo me comportaba yo, pero creo que soy una persona que intenta no llevarse las cosas del trabajo a casa. He intentado que mi vida familiar fuese lo más parecida a cuando lo jugaba todo, pero por ejemplo cuando estaba lesionado no podía ser porque tenía hasta los horarios cambiados con los compañeros.

—Los laterales que más han jugado esta temporada son dos jugadores reconvertidos como Abel Bretones y Viti.

—Llegué a Oviedo y los vi muy extremos, así que fue un poco de sopetón la reconversión. En ningún entrenamiento los habían probado ahí. No puedo decir que me lo esperase, pero han estado muy bien. No se les puede decir ni mu, su rendimiento está ahí y han sido buenos para el equipo.

Carrión dando órdenes, con Álex Millán, Borja Sánchez y Pomares detrás
Carrión dando órdenes, con Álex Millán, Borja Sánchez y Pomares detrás Real Oviedo

—Desde su rol de jugador que no está contando con minutos, ¿cómo vio el cambio de Cervera a Carrión?

—Al míster (Carrión) lo conocía porque he jugado contra sus equipos y asumiendo diferentes roles: jugando en un equipo más ofensivo que el suyo y en uno más defensivo que el suyo. Como lateral me gusta más su manera de ver el futbol, porque tienes más libertad para soltarte. Que yo diga que un defensa lo primero que tiene que dominar es la faceta defensiva no quiere decir que no me guste atacar, claro. Eso sí, en ningún momento me escucharás decir que esa es la única forma de jugar. Tienes unas herramientas y según las que tengas juegas de una manera o de otra. Nadie le podrá discutir a Cervera lo que ha conseguido en su carrera con su forma de jugar. Lo importante es saber transmitir lo que quieres y que los jugadores te crean.

—¿Veía posible esta escalada o era demasiado complicada?

—Cuando hay cambio de entrenador nunca sabes. No sabes cómo va a responder el equipo y tampoco sabes cómo actúa ese entrenador dentro de un vestuario. Lo conoces tácticamente de jugar contra él, pero no conoces cómo se comporta dentro del vestuario. Sabía que las metodologías de trabajo eran muy diferentes y salió bien. Hemos pegado una remontada creo que histórica, y ahí estamos.

—Últimamente se ha hablado del miedo a perder o de las oportunidades perdidas.

—Creo que hay que disfrutar tanto de este tipo de temporadas, que no debe haber espacio o tiempo para el miedo. Es tan complicado meterte arriba en Segunda División, que cuando sale una temporada así hay que estar muy pendiente de disfrutarlo e intentar aprovecharlo. Estás arriba, da igual todo lo demás. Hay que competir todos los días y así llegan las victorias, porque el resto lo tenemos. El juego lo tenemos. Hay que disfrutarlo, no nos tiene que pesar. A nadie nos gusta no ganar, claro, pero la frustración cuando pasa no tiene que ser desmesurada. Todos tenemos que disfrutar, todos. Es muy difícil estar en esta situación. Decía lo mismo cuando estaba en el Tenerife y casi ascendemos, y mira esta temporada cuánto les ha costado. Y tienen buena plantilla, pero es muy difícil, eso no te asegura nada en Segunda División. Tenemos que estar disfrutando tanto que no nos tiene que dar tiempo a tener miedo a perder.

—¿Qué espera de estos cuatro partidos?

—Espero que el equipo tenga el poso suficiente para saber jugar cada partido. Tenemos una manera de jugar arriesgada y, cuando no salga, tenemos que competir y tirar hacia delante. Cuando suframos demasiado con una presión del rival, seguimos. Cuando una acción técnica no me sale bien, pues a por la siguiente. Si veo que el partido te pide cosas diferentes y toca cargar el área con lo que tengas, pues lo haces. Muchas veces hay que renunciar a lo que eres bueno porque el partido te pide otra cosa, eso es competir. No puedo esperar del equipo que gane, porque eso lo quieren todos, pero sí espero lo otro.

—Ha jugado un playoff con el Tenerife tras estar toda la temporada arriba. ¿Cambia mucho la forma de afrontarlo dependiendo de cómo llegues?

—Siempre se dice que cuando estás arriba y bajas un poco te pesa. En nuestro caso venimos desde abajo, tras remontar. Anímicamente seguramente no sea lo mismo, porque cuando escalas ves la cima -el playoff- como un objetivo, no como un castigo, por así decirlo. Veremos qué pasa.