Jimmy Suárez, un año después de salir del Real Oviedo: «Lo de Cornellá no lo voy a superar nunca»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Funeral en el Carlos Tartiere.Jimmy Suárez, en El Requexón
Jimmy Suárez, en El Requexón Real Oviedo

La Voz de Asturias entrevista al canterano azul, ahora jugador del AEK Larnaca, para analizar su salida del club y el regreso a Primera División

09 jul 2025 . Actualizado a las 17:38 h.

En el escenario de la Plaza América, horas después de que el Real Oviedo consiguiese regresar a Primera División 24 años después, Santi Cazorla, micrófono en mano, se acordó de los canteranos azules que formaron parte de la plantilla un año antes y que no pudieron vivir el ascenso. Abel Bretones, Viti Rozada, Borja Sánchez y Jimmy Suárez (Oviedo, 1996). El mediocentro ovetense, que salió del club tras ser capitán y jugar 145 partidos oficiales con la camiseta azul, disputará este jueves con el AEK Larnaca de Chipre la ronda previa de la Europa League ante el Partizán de Belgrado. LA VOZ DE ASTURIAS charla con el canterano carbayón sobre su primera experiencia lejos de casa, su etapa en la capital del Principado y, claro está, del ascenso de su Real Oviedo.

—Muy pronto empezaron a entrenar.

—Terminamos más tarde, porque jugamos la final de Copa y eso fue una semana después de acabar la liga. La ganamos y, encima, tuvimos que empezar antes, porque al ganarla conseguimos plaza para la Europa League. Pocas vacaciones, pero si es por intentar entrar en Europa bienvenida sean.

—Esa previa la juegan contra el Partizán y en breve se cumplen 25 años de aquel Real Oviedo-Partizan con el que se inauguró el Tartiere.

—Cuando me lo dijiste no tenía ni idea. No me acordaba ya, vamos. Lo busqué y vi que perdimos 0-2, así que a ver si gano ahora con el AEK Larnaca.

—¿Qué tal el fútbol de allí?

—Me sorprendió, la verdad. Es muy diferente a la Segunda española, todo está mucho más igualado y el juego es otra cosa, pero hay futbolistas muy buenos. Gente que podría tener alguna oferta en ligas importantes y que están aquí. El fútbol es más abierto en Chipre, con muchas ocasiones claras por partido. Más vistoso, igual, pero en lo táctico España está varios pasos por encima. A nivel de infraestructuras o gente en los campos sí que se nota que España es otro mundo, aquí viene menos gente al campo.  

—Este verano tiene de técnico a Imanol Idiákez.

—Así es. De momento el día a día está siendo muy bueno, trabaja cosas interesantes y me está gustando. Vino con el hermano de segundo.

—El hermano, Iñigo, jugó en el Oviedo.

—Sí, sí, lo sabía. Y evidentemente hablamos del ascenso y de todo lo vivido estas últimas semanas.

—Está casado y ya tiene una niña. ¿Irse al AEK Larnaca fue su primera gran decisión?

—Fue un cambio muy difícil. Es cierto que ya meses antes de acabar la 23/24 sabía que no iba a continuar y cuando acabamos en Cornellá, tras unos meses tan emocionales, bonitos y también duros, quería un cambio radical. La oferta del AEK Larnaca estaba ahí ya desde hacía meses, lo fui hablando con mi pareja y pensamos que era una buena oportunidad. Futbolística y vital. Por ahora no nos arrepentimos.

—¿Se pudo quedar en España?

—Algún interés había, pero nada en concreto. Ten en cuenta que cuando doy el OK a esto de Chipre el mercado en España todavía no se había abierto.

—¿Y qué tal Chipre?

—Una maravilla, la verdad. El día a día es muy bueno, esto parece un pequeño pueblo, está todo cerca y encima hace bueno. Todo es muy acogedor.

—Estuvo en el Tartiere para el Oviedo-Cádiz de la última jornada, pero no en el ascenso.

—El ascenso me pilló en un vuelo a Holanda, que íbamos de pretemporada con el equipo. No vi ni el partido, fíjate. Lo primero que hice al aterrizar fue mirar el móvil y cuando me entraron cientos de mensajes ya imaginaba que algo bueno había sucedido.

—¿Qué fue lo primero que pensó cuando supo que el Oviedo había ascendido?

—En mandarle un mensaje de enhorabuena a todos los amigos y compañeros del vestuario. Luego ya me centré un poco, me puse a pensar y ya me di cuenta de lo que se había conseguido. Tantos años persiguiendo ese sueño, incluso desde dentro, y por fin era realidad.

—Se casó un día antes del Mirandés-Oviedo de Anduva.

—Pasé mucho miedo, porque cuando organicé la boda me empecé a dar cuenta de que iba a coincidir con el playoff. Coincidió con el fin de semana de la ida, pero la boda fue el sábado y el partido el domingo. Si llega a coincidir…

—¿Qué hubiese hecho?

—Pues ya tenía apalabrada una tele gigante, pero no sé si mis amigos hubiesen venido [risas].

—Imagino que ha visto fotos y vídeos de cómo fue la celebración en Oviedo. ¿Cómo lo vivió en la distancia?

—Por una parte, la más grande, te alegras mucho. Por todos los que están ahí dentro, por mi familia y amigos y por mí mismo, que soy oviedista. Pero también hubo algo de envidia, no lo voy a negar. Al final estuve diez años en el club y llegamos a rozarlo, poder haber vivido hubiese sido apasionante. Justo cuando me fui, se ascendió. Pero bueno, no pude alegrarme más.

—¿Se acordó mucho de Cornellá estos días?

—¿Estos días? Pienso cada poco en ello. De verdad, es algo que tengo clavado y que creo que, en el apartado profesional, no lo voy a superar nunca. Era pasar a la historia junto con mis compañeros, en mi club y en mi ciudad. Y lo tenía claro. Acababa contrato, éramos un equipazo y no había mejor forma de acabar. No pudo ser, pero creo que esos pequeños pasitos que dimos en los años anteriores también han tenido que ver en el ascenso de esta temporada.

—Santi Cazorla, en Plaza América, se acordó de todos los canteranos que ya no estaban en el equipo: Abel Bretones, Viti, Borja Sánchez, usted.

—Me pasó el vídeo mi mujer, yo no lo había visto. Al segundo reenvié el vídeo al grupo que tengo con mis padres y mis hermanos y les dije «por esto es el mejor». Estás de celebración, seguramente con alguna copa de más y podías estar pensando solo en ti o en los de al lado. Que se acordase de nosotros, de los de la casa, se lo tengo muy en cuenta. Fue increíble y estoy, o estamos, muy agradecidos.

—Su experiencia con Cazorla.

—Voy a ser muy repetitivo, pero es que me quedo con lo cercano que es. Lo ha sido todo en el fútbol, todo. A un nivel que yo creo que muchos oviedistas todavía no son conscientes porque como es de aquí y es muy majo pues al final lo ves como uno más. Pero es que es alguien muy importante. Y era el primero en todo, en animarnos, en arrimar el hombro, siempre con una sonrisa. Disfrutaba del día a día como pocos he visto y eso se nota. Estaba lesionado, no podía jugar un playoff por el que había luchado muchísimo y ahí estaba con una sonrisa, ayudando. Yo pensaba «¿pero y este tío?». Del fútbol ni quiero hablar de ello, no voy a descubrir nada. Que haya podido liderar a nuestro Oviedo a Primera es algo maravilloso.

—¿Qué le parece la renovación de Lucas Ahijado?

—Sabía que terminaba contrato y me imaginaba que saldría, pero cuando empezó a sonar lo de la renovación me alegré muchísimo. Es un jugador de equipo total, que cuando ha tenido que ayudar en su puesto como en otros sitios a los que no estaba acostumbrado lo hizo sin rechistar. Jugando 5, 10 o 30 minutos. Eso es muy necesario. Y vamos, que es de Oviedo, del Oviedo y mi amigo. Se merece disfrutar de la Primera División, se lo ha ganado.

—¿Cómo compaginar ahora la Primera División con la apuesta por la cantera?

—No sé muy bien cómo está ahora el tema de la cantera, tanto el nivel como la política del club. Sé que mi hornada, los que salimos en 2019 al primer equipo, demostramos que dábamos el nivel y que podían contar con nosotros. Sumamos tanto fuera como dentro del campo y si nosotros lo hicimos porqué no lo van a hacer el resto. No voy a decir tampoco que sintamos más es el escudo, pero sí sentimos el escudo de manera diferente. Y eso también es necesario en un club como este. Ojalá encuentren ese equilibrio entre futbolistas de fuera, que es evidente que son necesarios para estar en Primera, y gente de la casa.

Jimmy y Colombatto, tras un partido del Real Oviedo
Jimmy y Colombatto, tras un partido del Real Oviedo Real Oviedo

—Un año después de que se hiciese realidad, ¿cómo recuerda su salida del Real Oviedo?

—[Se lo piensa]. Fue bastante duro, lo pasé mal. Coincidió con unos meses además en los que había dejado de casi jugar, porque pasé de tener bastantes minutos a ninguno. Eso me pegó fuerte, porque sabía que podían ser mis últimos partidos en el Oviedo y no me quería marchar así. Aunque bueno, el sueño del ascenso estaba por encima de todo. El Oviedo es casa y marcharse no es fácil, pero sí me fui con la conciencia tranquila. Creo que no pude dar más de lo que di y me quedo con eso.

—¿En esos momentos la profesionalidad se impone al sentimiento?

—Ya me dijeron en su día que cuando entrase en el fútbol profesional el trabajo se comía al hobby. Desde aquel verano de 2019 traté de que se me viese como un futbolista profesional y no como un canterano. Con el paso de los años fui asimilando que había momentos buenos y otros no tan buenos, así que tenía más o menos asumido que esa etapa se podía acabar. Vas haciendo callo, sí.

—Apareció en aquel Oviedo-Deportivo de 2019 y estuvo cinco temporadas seguidas en el primer equipo.

—El debut nunca lo olvidaré, ni en mis mejores sueños estaba el debutar con mi equipo y encima luego estar cinco temporadas seguidas. También me quedó con el playoff. Vivir ese mes de junio, con esos recibimientos, ese Tartiere como estaba… solo de pensar en ello se me pone la piel de gallina.

—¿Del debut se acuerda?

—Poquísimo, se me ha borrado casi todo y me da rabia. Recuerdo cuando Anquela me dijo que iba a jugar y cuando se lo dije a mi familia, poco más. Bueno sí, y que jugué con Folch al lado. De eso me acuerdo.

—¿Y el peor momento?

—En la primera temporada, en la 19/20. Pasaban las jornadas y siempre pensábamos que ganando un partido íbamos a salir de donde estábamos, pero no había manera. La posibilidad de descender fue real aquella temporada y no me lo quiero ni imaginar si hubiese sucedido. Para salvarnos casi tuvimos que lograr una hazaña, o sin casi, pero lo pasé muy mal.

—Fue capitán sin ser de los que gesticula en el campo, grita o se hace notar. Los compañeros le votaban.

—Fue un privilegio y se agradece, porque al final cuando los compañeros o los entrenadores te reconocen es muy bonito. Pocos o ninguno me podrán echar en cara malas actitudes o falta de ayuda para que el grupo funcionase. Lo de fuera al final cada uno lo ve con su prisma, pero sí estoy muy contento de la labor que tuve como capitán.

—El mejor entrenador que tuvo en el Oviedo.

—Sabía que me la preguntarías. Los he tenido muy buenos, de verdad. Creo que no me voy a mojar. Bueno va, me mojo. Te voy a decir Álvaro Cervera. El día a día me encantaba y confió mucho en mí, algo que ya sabes que no es fácil para los canteranos. Lo hizo sin tapujos y se lo agradezco.

—¿El mejor futbolista? O el que más le sorprendió. Y no vale Cazorla.

—Creo que ya lo dije alguna vez, pero diría Brugman. Recuerdo jugar con él y pensar lo bueno que era. Además era mediocentro, así que lo tengo fácil.

—El mejor amigo, no valen los canteranos.

—Muchos, muchos. Te digo Rodri Tarín, venga, que compartí con él muchísimas cosas y es un tipo espectacular.

—En LA VOZ DE ASTURIAS estamos realizando una encuesta para elegir el mejor XI del Real Oviedo de la última década. ¿Participa?

—La acabo de hacer, pero no voy a decir qué voté, que es anónimo y además hay puestos muy complicados. Tengo curiosidad por ver quién sale.