Andrea Suárez, entrenadora del Real Oviedo: «Una tanda de penaltis no hubiese frenado el crecimiento de este proyecto»
AZUL CARBAYÓN
La Voz de Asturias entrevista a la preparadora del Real Oviedo femenino, recién ascendido a Primera RFEF y que este domingo jugará el primer partido de su historia en El Requexón
11 sep 2025 . Actualizado a las 11:48 h.Es, si solo contamos el primer equipo y filial tanto masculino como femenino, la persona que más tiempo lleva en su cargo en el Real Oviedo. A sus 32 años recién cumplidos, Andrea Suarez (Llanera, 1993) también es una de las profesionales más valoradas de la entidad azul. Todo va de la mano. El Real Oviedo femenino se estrena este domingo (11:00 horas) en El Requexón y LA VOZ DE ASTURIAS charla con Andrea Suárez sobre su tercera temporada al frente del equipo carbayón, el nuevo proyecto en Primera RFEF y su evolución como entrenadora.
—En enero de 2024 nos dijo que el mal del fútbol femenino era el corto plazo. Ahora inicia su tercera temporada seguida como entrenadora del Real Oviedo.
—Habla de la credibilidad y de la continuidad de este proyecto. Creer en algo que no buscaba un objetivo inmediato. En la primera temporada se hizo el esfuerzo de poner a andar esta sección y se sacó adelante el curso, aunque era muy difícil pelear por el playoff. Aun así, en vez de estancarnos, se le dio continuidad al proyecto, nos dieron más medios y se siguió reforzando tanto la plantilla como el cuerpo técnico. Y la temporada pasada, tras trabajar con tiempo, se logra el ascenso. Podíamos no haber ascendido, ojo, pero es que se me ofreció renovar a mitad de temporada. Que crean en alguien de esa manera es un orgullo y un privilegio. Han apostado por algo aun sin saber si se iba a conseguir el objetivo, ya que en el fútbol los éxitos dependen de mil factores.
—Su renovación se anunció en febrero, pero se cerró antes. ¿Cómo reaccionó?
—Fue una sorpresa. El presidente Martín Peláez, casi en octubre, ya empezó a hablar de esa renovación. Era muy pronto. Habíamos empezado muy bien la temporada, pero era muy pronto. Cuando junto a María (María Suárez, directora general), que es la clave de todo este maravilloso proyecto, me dieron la posibilidad de renovar, no me lo creía. Cuando eres entrenador vives con la maleta hecha, no sabes cuándo se va a acabar. Que te den esa oportunidad y te digan tan claramente que creen en ti te hace sentir querida y te da muchísima tranquilidad.
—¿Su entorno qué dijo?
—La misma sensación que yo, claro. Por un lado, alegría por mí, por el otro sorpresa y tranquilidad, porque era la oportunidad de seguir en casa. Y de seguir bien, que es lo más importante de todo.
—Vio nacer el proyecto del Real Oviedo femenino. ¿Cómo lo ve ahora?
—Desde que llegó esa primera llamada de María Suárez poco antes del comienzo del verano de 2023 y se empezó a levantar todo este proyecto hasta la actualidad, asusta el pensar con qué medios y con qué plazos trabajamos ahora. Estamos mucho, mucho mejor. Y hay que darle mérito a la dirección general y al club como tal. Es que es otro mundo. Empezando por mi cuerpo técnico, que aumenta día a día y que es maravilloso y un lujo tenerlo. Si no se apuesta de verdad, todo esto es imposible. Hay muchísimos clubes en el fútbol femenino, algunos que incluso han pisado Liga F (máxima categoría), que siguen igual que hace cinco o seis años. Y mira que ha cambiado el fútbol femenino estos años, con múltiples remodelaciones en cada categoría y pandemia por el medio. Y siguen igual. Si el Real Oviedo sigue este camino, se hará un nombre en el fútbol femenino nacional.
—¿Nota que el Real Oviedo ya tiene buena fama en el fútbol femenino español?
—Partimos de la base de que Oviedo siempre fue conocido en el fútbol femenino por lo que logró el Oviedo Moderno, pero es verdad que desde que somos el Real Oviedo llegamos a muchos más sitios. Y la imagen empieza a ser muy buena. Las jugadoras, sin duda alguna, son el mayor canal de comunicación que hay en el fútbol femenino. Ese boca a boca que se da es fundamental. Y ahí supongo que hablan bien de nosotros, porque la imagen es buena. Profesionales, tanto entrenadores y entrenadoras como las jugadoras, están pendientes de los movimientos del Real Oviedo y de cómo evoluciona.
—¿Qué recuerda del ascenso? Han pasado casi cuatro meses.
—La primera imagen que me viene es el penalti de Andrea Sordo. Empieza la tanda de penaltis de nuestras vidas y en el primer penalti, una jugadora que ha hecho una eliminatoria fantástica y que es fundamental para nosotras, se resbala, falla el penalti y sale en camilla porque parece que se ha roto el pie.
—Es que lo pareció de verdad.
—Sin duda. Y eso condicionó a todas nuestras jugadoras, claro. Te estabas jugando la temporada y te pasa eso. Es algo que tengo grabado y que creo que no se me va a olvidar nunca.
—¿Cómo se gestiona eso? Al final solo fue un esguince, pero lo que se ve en ese momento es que es una lesión gravísima.
—Tal cual. Andrea Sordo cae al suelo y cuando se trata de levantar ves que tiene el pie torcido hacia adentro y que las jugadoras que están al lado empiezan a gritar. Eso genera un impacto en todo el mundo brutal. Lo primero que hice fue gritar al médico para que sacase al resto de jugadoras de ahí, porque teníamos que seguir tirando penaltis y no nos podía condicionar más. Cuando nos dijeron que no era tan grave, comunicamos rápidamente el mensaje y nos volvimos a centrar en los penaltis. Igual el segundo penalti todavía se lanzó creyendo que la lesión era gravísima, pero el tercero ya no.
—¿En los penaltis se puede meter mano o el papel de la entrenadora se diluye?
—Te fijas un poco en ellas y en cómo están de confianza, pero sí es verdad que ese papel de director se diluye. Nosotros tenemos un Excel de todos los penaltis que lanzamos en los entrenamientos y cuando llegamos a esa tanda sabemos cuántos ha metido cada jugadora entre semana. Sabes, más o menos, quién los tira mejor, por así decirlo. Es algo objetivo que te pueda orientar, pero luego cuando llega el momento de la tanda me gusta preguntar. Nunca obligar. ¿Quién está con confianza? Puedo tener una lanzadora brutal, que nunca falla, pero que ha hecho un partido muy malo y que en ese momento no está con confianza. Pregunto y después decidimos. Contra el Tenerife teníamos una lista de posibles lanzadoras y de la que van viniendo a beber y tal vas hablando con ellas de forma individual. Preguntas, miras a los ojos y decides. Y de ahí sacas la lista definitiva.
—Todo acabó de la mejor forma posible, pero… ¿Si no se hubiese conseguido el ascenso?
—A nivel grupal y a nivel de equipo hubiese sido muy duro. Durísimo. Al final, en el minuto 80 de la última jornada, estábamos ascendidas. Después marcó el Europa y nos fuimos al playoff, pero en ese momento tenías que pensar que todos hubiésemos firmado en septiembre jugarnos el ascenso en una eliminatoria y jugando la vuelta en casa. Eso tienes que transmitir a las jugadoras. Fuimos al playoff sabiendo que no era un castigo, pero claro, si lo pierdes en una tanda como la que vivimos…
—¿Y a nivel de proyecto qué hubiese supuesto?
—Ahí es diferente, porque yo sentía, y creo que el resto también, el apoyo del club y de la entidad. Creo que una tanda de penaltis no hubiese frenado el crecimiento de este proyecto. Lo creo de verdad.
—El domingo disputan su primer partido en casa. ¿Qué supone jugar en El Requexón?
—El salto de calidad es muy importante. Ahora hay que conseguir que a nivel competitivo también lo sea. Es un campo mucho más grande y con un terreno de juego diferente al del resto de muchos equipos y, también, diferente al que teníamos nosotras el año pasado. Nos puede favorecer, pero también perjudicar. Quiero pensar que a priori nos da ventaja. Tenemos que tratar de que nuestro modelo de juego se vea beneficiado con este terreno de juego.
—¿A la hora de trabajar diariamente el cambio es tan drástico?
—Se nota mucho. En San Claudio el balón volaba, porque es un terreno de juego (césped sintético) mucho más estable. Ahora, en césped natural, dependes de la lluvia, de que esté seco, de que la hierba esté algo más alta, más corta… Como toda la vida en el fútbol, vaya. Y eso se nota en el juego. En el fútbol femenino muchísimas jugadoras están más acostumbradas al césped sintético y el cambio conlleva un periodo de adaptación.
—¿Estar en El Requexón ayuda a darle credibilidad y prestigio al proyecto del Real Oviedo femenino?
—Sin duda alguna. Que te llamen y te digan que vas a entrenar y jugar en la ciudad deportiva de un equipo de Primera División le da muchísimos puntos extra a nuestra oferta. Tenemos mucha más facilidad de trabajo, podemos hacer lo que necesitamos en los tiempos que queramos y realizar tareas específicas. Gimnasio, vídeos, sesiones con la psicóloga… El Requexón te permite ocupar toda tu tarde al trabajo. En San Claudio llegaba a las 14:30 y me tenía que marchar a las 18:30. Una sala pequeña para trabajar antes del entrenamiento y el entrenamiento, nada más. Ahora en El Requexón, como mínimo estoy seis horas y media en las instalaciones. Estamos mucho más profesionalizadas.
—Es una liga rarísima la Primera RFEF: 14 equipos solo, siete partidos por jornada.
—En esta categoría los puntos en casa valen el doble. Todo el mundo piensa que los puntos en casa son ineludibles de cara a conseguir un objetivo. Para los que estén arriba, ganar todo en casa y puntuar fuera. Para los de la permanencia, como mínimo hay que sacar los de casa. Son muy pocos partidos, rivales muy competitivos y con filiales que no ascienden pero que tienen equipazos. La victoria vale doble, pero sumar te da mucho. El tema es no perder, por eso duelen mucho esas tres ocasiones claras que tuvimos en Albacete y no metimos.
—¿Cómo ve al equipo?
—Tenemos una plantilla muy competitiva, estoy segura. Si estamos todas, este equipo va a competir muy bien en Primera RFEF.
—¿Qué se buscó en verano? A simple vista, y viendo muchos de los fichajes, ganar poderío físico.
—Cuando hablamos de Primera RFEF hablamos de duelos y de mucho juego directo. Teníamos claro que aumentar la altura media del equipo era un objetivo prioritario y así ha sido. Era fácil, porque teníamos una plantilla con calidad, pero muy bajita [risas]. Buscamos aumentar centímetros y que, claro, se ajustasen a nuestro modelo de juego.
—¿Cómo ficha el Real Oviedo femenino? ¿Cómo trabajan la dirección deportiva y el cuerpo técnico?
—En un primer momento, cuando eres un recién ascendido tienes que empezar pescando lo que crees que va a ser diferencial. Cuando compites en una categoría con tan pocos equipos, habrá muchas jugadoras de un perfil algo más bajo que querrán venir, así que te pones a planificar y debes tener claro qué quieres de diferente en tu plantilla. Para apostar por ello desde el principio, porque si esperas te la llevan. Ascendimos y le dije al director deportivo que quería a X jugadoras. Ascendimos de sábado y el lunes tenemos la primera videollamada con Marcos (Marcos Suárez, director deportivo). Perfilamos plantilla, número de fichajes, salidas y algún nombre. Salieron tres nombres de esa reunión, ya el primer día.
—¿Cómo llega a esos nombres?
—Las conozco a todas, básicamente. Supongo que le pasará a la gran mayoría que está en el fútbol femenino, pero es que veo mucho fútbol. En mi tele está puesta la Liga F, si no Primera RFEF y si no Segunda RFEF. Y llevo años en el fútbol, así que conozco a muchas jugadoras porque coincidí con ellas o en un equipo o en una categoría. Durante el tramo final de la temporada ya estamos ojeando jugadoras de la categoría que pueden ser diferenciales y ahí empiezas a mover hilos.
—¿Y ficharon a esas tres jugadoras que me comentó antes?
—A dos las fichamos. Luego ya teníamos una serie de jugadoras en mente y se empezó a mover el mercado, tanto el español como el extranjero. Ahí ya es como en el fútbol masculino, jugadoras que en julio te dicen que no, en agosto ya te empiezan a escuchar.
—Carol Férez, internacional con España, fue un fichaje clave del verano. ¿Cómo están gestionando su lesión de peroné?
—La lesión llegó muy pronto, en el segundo partido de pretemporada. Creo que eso ha facilitado que la plantilla y el cuerpo técnico lo haya asumido de mejor manera. Si hubiese sido en la jornada diez, por ejemplo, hubiese afectado más. Ahora trabajamos con la idea de que más pronto que tarde (noviembre-diciembre) se incorporará al equipo. A nivel personal, Carol me ha sorprendido muchísimo. Es humilde, viene a aportar y a trabajar. Y ya está. Es una futbolista que por primera vez en su carrera baja de categoría y no jugará en la élite. Ver la ilusión que tiene por ayudar al Real Oviedo y lo que le ha dolido no poder estar disponible estos meses es ejemplar. Tenemos que ayudarla, porque lo necesita y porque la necesitamos.
—¿Aun lesionada puede ayudar al equipo?
—En el día a día, a sabiendas de que no puede aportar en el césped, quiere aportar fuera. Y yo se lo agradezco mucho, porque siempre le digo que un pequeño consejo de Carol a cualquiera de sus compañeras le hará tener un impacto mucho mayor que el que pueda tener yo. Luego, en el plano futbolístico, no nos conocemos. No sabe lo que pido o no pido sobre el césped. Entonces trato de que ella esté presente, de que vea las tareas y lo que vamos trabajando. En el último amistoso de la pretemporada, por ejemplo, me vino y me pidió que le explicase la presión que hicimos. Y después me repreguntó y me dijo que por qué esto y no lo otro. Eso aporta muchísimo a un grupo.
—¿Es habitual que una jugadora tenga esa inquietud táctica?
—Si tú estás en el fútbol femenino, acostúmbrate a que te pregunten. Siempre. Por y para todo. Esta tarea, ¿por qué? ¿Y por qué esta jugadora aprieta ahí y no en el otro lado? Hay que estar preparado siempre para responder preguntas.
—¿Y eso es bueno o malo para una entrenadora?
—Para mí es bueno, sin duda.
—¿Y en la charla técnica prepartido también?
—No se monta un debate, pero siempre me gusta preguntar “¿está claro?” cuando termino de explicar algo. Y ver las caras, sobre todo. Dibujo en la pizarra y cuando acabo de explicar miro, y hay futbolistas que tienen dudas e incentivo esas preguntas. Me gusta que aparezcan.
—¿Cuándo da la alineación?
—En el vestuario, antes de salir a calentar. A viva voz.
—¿Por qué?
—Porque me gusta ver las caras e ir de frente con ellas. Si tú vas de frente con ellas, ellas irán de frene contigo. Y si tú les muestras respeto ellas te lo van a mostrar a ti. Y la convocatoria lo mismo, así que ya son dos las veces que has mirado la cara del futbolista y le has dicho lo que hay. Evitar eso no me gusta. Para el entrenador sería súper fácil pegar una hoja en la pared con la convocatoria primero y al día siguiente otra hoja con la alineación. ¿Por qué? Si evitas decir las cosas a la cara, la distancia con tu jugadora cada vez va a ser mayor y, cuando la necesites, no la vas a tener. Igual es un marrón, pero hay que hacerlo.
—Muchas veces se dice que a los futbolistas hay que hablarles de forma simple y con un lenguaje facilón. Como si no fuesen capaces de entender el más mínimo concepto táctico.
—Los futbolistas son personas, que parece una afirmación muy tonta, pero es la verdad. Y al igual que en la clase de un colegio hay muchos alumnos y cada uno aprende de forma diferente, en un vestuario es lo mismo. Hay jugadoras a las que le puedes hablar de conceptos tácticos determinados y a otras pues son muy visuales y se lo tienes que mostrar. Generalizar es tontería. La cuestión es saber identificar qué necesita cada jugadora para entenderte, porque si no te entienden estás muerto. Y a partir de ahí, gestionas.
—Diferencias entre la Andrea Suárez del verano de 2023 y la de ahora.
—Pf, no pararía. Cuando comencé quería tenerlo todo controlado. Quería ser casi dictatorial, que me tuviesen respeto, trabajar más. No quiere decir trabajar mejor, no, trabajar más. Quería exigirles el máximo, cuantos menos días de descanso mejor, entrenamientos de dos horas mejor que hora y media… Todos esos detalles, según va pasando el tiempo, los matizas y los cambias. Siempre digo que era demasiado dictadora, todo disciplina y exigencia. Eso, con el tiempo, te das cuenta de que nada de nada. Hay días que simplemente no va y hay que parar y cambiar. Y no por hacerlo eres peor entrenadora. Hasta el año pasado no daba un fin de semana entero de descanso a la plantilla y ahora me doy cuenta de que a veces es muy necesario para limpiar la cabeza. Sabiendo, por cierto, que el entrenamiento del lunes será una mierda, porque ese primer entrenamiento tras dos días de descanso casi nunca tiene ritmo y las jugadoras están apijotadas. Ese soltar la cuerda, y no tensarla, es aprendizaje.
—Saber gestionar el vestuario o tener muchos conocimientos tácticos. ¿Qué es lo más importante para un entrenador?
—Creo que mitad y mitad. Si quieres ser un entrenador gestor, debes tener gente a tu lado que ocupen ese otro rol de entrenador más táctico. Por ejemplo, se habló mucho de Ancelotti, pero es que tenia a su lado a uno que ya es primer entrenador y a otro que puede llegar a serlo. En el fútbol femenino no creo en la figura del entrenador que es únicamente un gestor y la figura del entrenador gestor con un cuerpo técnico tan grande casi no existe. Dentro de la gestión está el convencer, y si tienes jugadoras que te están preguntando todo el rato por situaciones del juego, necesitas tener ese conocimiento y saber trasmitirlo. Porque si no la convences, no la gestionas.
—Lo que más se ve en España son entrenadores del fútbol masculino pasando al fútbol femenino, cuando se suele decir que gestionar un vestuario femenino es más complejo que gestionar un vestuario masculino.
—Totalmente de acuerdo, pero de momento está montado de otra manera. Tú quieres fichar un entrenador para un primer equipo y tienes dos perfiles encima de la mesa: uno que viene de entrenar primera categoría femenina y uno que viene de un filial de un primer equipo. En la mayoría de los casos se ficha al segundo, pero se debería fichar al más preparado y al más válido, y en muchas ocasiones es el primero. Es lo que pasa actualmente en el fútbol español. Incluso te diría que los entrenadores que entran en la rueda del femenino lo tienen muy difícil para volver a entrenar fútbol masculino. A nivel cantera o fútbol no profesional te digo, ya no primeras categorías.
—Luis Carrión, exentrenador del Real Oviedo, es un ejemplo de los que son minoría: pasó del femenino al masculino.
—Hablaba mucho de fútbol femenino conmigo. Todavía guarda relación con muchas de las jugadoras que entrenó en el Espanyol y se seguía interesando por el fútbol en general. Yo le preguntaba mucho por esto que comentas de la gestión y el coincidía. Cuando gestionas un vestuario femenino te acostumbras a gestionar emociones y cuando gestionas un vestuario masculino gestionas egos. Esa es la gran diferencia. Las mujeres somos más emocionales, unas más que otras, pero es así. Él tenía esa sensibilidad y creo que por eso conecta bien con sus jugadores.
—Tiene solo 32 años -cumplidos este miércoles-, está asentada como primera entrenadora y ya tiene experiencia en otros roles como segunda entrenadora o preparadora física. ¿Es un caso extraño?
—Yo creo que no, veo entrenadores y entrenadoras jóvenes que ya están en Liga F. En el fútbol femenino, por ejemplo, el paso de preparador físico a entrenador es más común que en el masculino. Eso sí, igual lo extraño de mi caso es que no he sido jugadora profesional. Entrenadoras que no han sido jugadoras profesionales no hay en Liga F, es verdad.
—Es un caso extraño, entonces.
—Bueno [risas]. Venga, te compro que es raro que no haya sido jugadora profesional y esté entrenando en Primera RFEF.
—¿Cómo se ve en unos años?
—No me veía hace unos años como primera entrenadora, así que ahora no tengo ni idea. Trabajo diariamente en mejorar muchos aspectos, eso sí. La futbolística ya la tengo cuando hablamos de títulos y estudios, aunque se sigue aprendiendo en cada entrenamiento. Eso sí, ahora empieza otro tipo de formación: gestión personal, grupal, motivación, liderazgo… Ámbitos que no se aprenden en ningún curso y se aprenden con trabajo extra. Por ejemplo, empecé hace poco con un psicólogo deportivo.