LA VOZ narró el estallido y final de la II Guerra Mundial pero, como todos los medios, poco pudo contar sobre la represión y la miseria que sufría la España de posguerra
26 abr 2023 . Actualizado a las 11:28 h.La década de 1940 iniciaba un periodo terrible, tanto para España como para el resto del mundo. En el caso de la historia local, hay que pensar más en lo que no se publica que en lo que aparece en LA VOZ y, en general, en todos los medios. La represión, encarcelamiento y exilio de los que habían luchado por la República; la miseria, el racionamiento, el hambre, quedan ocultos por la censura. Aparecen, claro, pero de forma esquinada, colateral.
Grandes loas a Franco y al régimen encubren las noticias de verdad. Bien fuera por tener las manos atadas, y bien atadas, o bien por propia convicción, los directores de estos años se vuelcan más en las noticias internacionales, que ofrecen en numerosas portadas y por lo general con precisión, salvo en lo que atañe a las más graves derrotas del Eje.
Sin embargo, al igual que ocurre con la política exterior española, si al principio se observa un gran entusiasmo con las victorias alemanas de la blitzkrieg y la expansión del fascismo, según avanzaban los años 40, las pasiones se enfriaban. Hitler comenzaba a perder, su imperio a encogerse y al mismo tiempo se encogía también el triunfalismo de los filonazis españoles.
La portada del 24 de mayo de 1942 comienza a reportar el regreso de los voluntarios de la División Azul, lo mismo que la del día 26. Los ecos de las terribles condiciones de la lucha cerca de Leningrado, el elevado número de muertos en la gélida estepa rusa y la vuelta de mutilados hacen mella, sin duda, en el ánimo del país. Por eso no es de extrañar que este hecho que el franquismo usó como propaganda heroica apenas ocupa tres columnas de la portada.
En medio de las abundantes crónicas de guerra, que copan la mayor parte de las portadas y páginas interiores, se cuelan noticias locales más amables. En marzo de 1942, un titular interior decía: «¡Oviedo tiene ya banda de música!». Un evento importante en la vida de la capital, que tiene como protagonista al primer teniente de alcalde y colaborador de LA VOZ, Carlos G. Rosales, a quien dedican una breve entrevista.
Y de lo cotidiano a lo histórico. Va a avanzando la II Guerra Mundial y cada día está más claro que Alemania va a ser derrotada de forma contundente. Una portada bastante visual para los estándares de la época revela el 7 de mayo de 1945 que «Adolfo Hitler, el führer del Reich, murió en su puesto de mando de la cancillería de Berlín, luchando contra el bolchevismo». Es curioso que nada se dice de que esa «lucha» fuera en realidad un cobarde suicidio. Ya se adelanta claramente que Churchill va anunciar el inminente fin de la guerra en Europa.
Al día siguiente, 8 de mayo, en efecto se anuncia la rendición de un modo muy peculiar, como si fuera un triunfo de Franco: «España, gracias a la obra de Franco, puede contemplar unida y en paz el histórico momento de la terminación de la guerra». Ya en ese momento hay dudas sobre el verdadero fin del dictador alemán, que la portada comenta por abajo: «Un médico militar alemán declara que no cree que Hitler haya muerto de hemorragia cerebral».
Todavía faltarían por contar acontecimientos devastadores de la guerra mundial, hasta la rendición de Japón. El 9 de agosto de 1945, la portada del periódico titulaba con total acierto histórico, salvo por una errata en el nombre de la ciudad: «La ciudad japonesa de Iroshira (sic), atacada con la bomba atómica, ha dejado de existir». Citaba al periódico británico Times.
Aniversario y tragedia
El 11 de abril de 1948, este diario celebraba, como ahora, un aniversario. En este caso su 25º año, con una portada en la que no faltaba un retrato de Franco y que también recogía otro del fundador, José Tartiere Lenegre. Dedicaba a esto un extenso reportaje especial de su labor periodística.
En 1949, aunque las penosas condiciones de los mineros no solían trasladarse a los medios, LA VOZ sí recoge el 15 de julio de aquel año la «catástrofe en el pozo María Luisa», que se refleja con este titular. Un barreno provocaba una explosión de grisú y la muerte de numerosos trabajadores. Era el peor accidente de la historia de la minería asturiana, con 17 mineros muertos y origen de la canción Santa Bárbara bendita. Varios días seguidos fue noticia de portada.
