La pesca artesanal contra los gigantes

Laura Fernández OVIEDO

COMARCAS

El Patrón Mayor de la Cofradía de pescadores de Cudillero, Salvador Fernández Marqués
El Patrón Mayor de la Cofradía de pescadores de Cudillero, Salvador Fernández Marqués

El Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Cudillero, Salvador Fernández, explica las deventajas de este tipo de actividad frente a la industrial

31 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La actividad pesquera constituye una parte fundamental del pueblo de Cudillero desde sus orígenes. Además de ser la principal actividad económica de la zona, la pesca ha pasado a formar parte tanto de la historia como de las tradiciones de Cudillero: muchas familias pixuetas se han dedicado al arte de la pesca artesanal durante varias generaciones. Los padres han traspasado sus conocimientos sobre el mundo marino y los barcos a sus hijos, quienes se han encargado de mantener sus consejos y los han mejorado con el paso de los años.

La revolución de la tecnología ha supuesto un antes y un después en muchas industrias. En este caso, su llegada al mundo de la pesca ha servido para facilitar el trabajo de aquellos que se aventuran a salir al mar. Sin embargo, todo tiene sus pros y sus contras. Durante mucho tiempo, se ha invertido en una actividad pesquera centrada en la pesca masiva y sin control. El rápido desarrollo de los barcos y de nuevos sistemas de pesca han provocado la pérdida de muchos ecosistemas marinos y, con ello, de muchas especies. Además del impacto medioambiental, se ha dejado de lado a la pesca artesanal, mucho menos agresiva que la industrial, que emplea a más trabajadores y que obtiene menos cantidad de pescado.

Desde hace años, la Unión Europea ha intentado solventar este problema mediante el reparto de las cuotas pesqueras, por lo que se realiza un recuento de los límites de capturas, o Totales Admisibles de Capturas (TAC), de peces con interés comercial para cada país. Sin embargo, las negociaciones no son fáciles, ya que tanto políticos como científicos y pescadores deben ponerse de acuerdo. «Pescar peces no es lo mismo que coger manzanas. Las manzanas las ves en el suelo; en cambio, los peces no los ves en el agua», explica Salvador Fernández, Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Cudillero. El objetivo de este acuerdo es conseguir el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS). Con ello se pretende capturar el número óptimo de peces al año sin perjudicar a la reproducción de la especie. «Antes se controlaba la capacidad de pesca por el tamaño y la potencia de los barcos», aclara Salvador. «Ahora se hace más caso a los científicos que a las comisiones».

Salvador Fernández Marqués en su barco
Salvador Fernández Marqués en su barco

Cada país reparte entre su flota esa cuota impuesta por la Unión Europea, pero la pesca artesanal siempre sale perdiendo. «En España, las reparticiones no son justas; lo dividen por derechos históricos y se beneficia a la pesca industrial». La Cofradía de Pescadores de Cudillero tiene claro que prefiere que la repartición se realice por el número de hombres que pescan, en vez de por derechos históricos, es decir, por el historial de pesca de una empresa. «Nosotros pescamos menos peces, pero empleamos a más personas».

Por otro lado, este acuerdo no se realiza solo entre los países de la Unión Europea. Por ejemplo, como el atún no se pesca solo en España, los países interesados se reúnen y discuten los límites de capturas en toneladas o cantidades y se las reparten equitativamente; aunque las negociaciones tampoco son nada fáciles.

Cómo afecta a la pesca artesanal

A nivel normativo, los pesadores artesanales se encuentran al mismo nivel que aquellos que trabajan en la pesca industrial o semi-industrial. En la realidad, son David contra Goliat: causan un mayor impacto medioambiental, contaminan más y emplean a menos hombres; los pescadores artesanales deben trabajar en las mismas condiciones que ellos con menos recursos y adaptarse a normas que muchas veces les perjudican. «Somos como los esquimales cazando ballenas: mientras que nosotros cazamos una para alimentar a todo un pueblo y empleamos a muchos pescadores, ellos la cazan entre dos para servirla en los restaurantes de alto standing». La posición en la que se encuentran los pescadores artesanales es de desventaja absoluta.

En cuanto a los descansos, los pescadores tienen establecido un periodo de 48 horas y tienen acordado que esos dos días sean sábado y domingo. Ellos reclaman periodos de descanso subvencionables para mantenerse económicamente, ya que a pesar de que la Unión Europea defiende que se debe invertir en la artesanía, las ayudas son escasas. «No se pesca siempre, a veces hay corrientes que son demasiado frías, demasiado calientes... Las especies se pescan cuando se concentran». La solución, según los pescadores artesanales, sería subvencionar periodos de descanso que coincidan con el desove de las especies que se pesquen. Así, la población de peces se repondría, por lo que podría pescarse más cantidad. Esto beneficiaría también al medio ambiente, ya que evitaría la extinción de muchas especies y favorecería a su conservación; además de mantener la economía de la pesca artesanal. «Ningún turista quiere ver un puerto vacío. Si nosotros no trabajásemos, el puerto estaría desierto y en Cudillero no habría turismo».