«Ahora pienso que no sé cómo lo hice, tenía que parar el autobús, no había otra»

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez REDACCION

COMARCAS

Aura Anahí Chávez aprendió a conducir un autobús por pura curiosidad en un viaje universitario hace una década en su México natal

18 sep 2018 . Actualizado a las 18:27 h.

El destino de los pasajeros del autobús de la línea regular entre Villaviciosa y Oviedo del martes, 17 de septiembre se decidió muchos años atrás, casi remontándose una década en el tiempo y a miles de kilómetros de distancia, un océano mediante, en México. Allí, en un viaje universitario, en una excursión de las clases, a Aura Anahí Chávez, le picó la curiosidad y se acercó al chofer del autocar para preguntarle que cómo se conducía un vehículo y si le enseñaría a llevarlo. Y el chófer dijo que sí. «Allá en México yo tengo la licencia que es para chofer de tráilers y todo esto, pero autobús precisamente eso fue por una curiosidad que yo tuve en la universidad, que tuvimos un viaje y le dije al conductor 'oiga ¿me enseña a manejarlo? ¿lo puedo manejar?' Y como la gente es muy aventada me dijo 'ven yo te enseño', y me explicó todo; me dijo 'mira los camiones de ahora son semiautomáticos, sólo mete para primera, lo demás es freno, acelerador... como si fuera un coche automático; me enseñó los botones para abrir las puertas para bajar los amortiguadores, me enseñó de todo. Y de esa vez, de esa curiosidad que yo tuve pues mira».

Muchos años después Aura viajaba acompañada de su mujer y su hijo de vuelta de una comida familiar en Villaciosa, ambas viven en Mallorca, su esposa es asturiana y «vinimos a ver a la abuelita». Estando de regreso a la capital, a la altura de El Berrón, empezó a pasar algo extraño. Primero un golpe, en el lado izquierdo contra una rama, después un segundo y un tercero. Gritos de alarma y de pánico acrecentados además por el recuerdo de todos los pasajeros de lo sucedido semanas atrás en Avilés cuando un conductor de desvaneció y el autobús acabó estampado contra una columna, con cinco personas muertas. 

«El primer impacto fue hacia la izquierda, chocó con una rama y después al segundo y al tercer golpe ya vi que la señora de delante le gritaba '¡pare!' y '¡es que no no responde, no responde!' y cuando escuché eso me dije 'no puede ser que vuelva a pasar algo que pasó hace 15 días'». Todo fue cuestión de segundos, Aura hizo gala de un aplomo muy poco común y «pensé gracias a dios sé manejar esto, lo voy a parar y no pensé más que ir y parar el autobús. No pude quitar al chofer porque venía desvanecido pero me metí entre él y el volante, no venía ningún coche atrás y pude aparcarlo del lado derecho».

Con el vehículo ya detenido, Aura se dio la vuelta y entonces fue consciente de que ya no había nadie a su alrededor. Los pasajeros del autobús se habían agrupado en la parte de atrás esperando lo peor. «En el momento en que yo paré el autobús, cuando me volteo para pedir ayuda, veo que ya no hay nadie delante, en esos asientos venían dos viejitas y una señora con una niña de cuatro o cinco años y ellas se fueron para atrás inmediatamente, no hubo nadie que se acercara. También venían como cuatro o cinco jóvenes pero tampoco ninguno se acercó hasta que un viejito, que venía desde atrás, me ayudó porque el conductor se desvaneció y yo lo tenía cargando en las escaleras para poder incorporarlo. Me ayudó y lo pusimos en el primer asiento, se pudo echar para atrás y le dimos aire y le dimos agua pero estaba inconsciente».

Fue después de recobrar el sentido, cuando ya habían llegado el personal sanitario y la Guardia Civil, cuando el conductor pudo llamar a un compañero para cogiera el vehículo. En el momento del suceso no era capar de recordar nada de lo que había sucedido. Aura explica que fueron segundos, pero también que cuando ella se hizo cargo del volante ya iban a una velocidad de consideración. «Hubo un tramo en que iba agarrando velocidad, yo le calculo entre 80 y 100 porque veníamos un poquito fuerte y del golpe toda la parte delantera, todo el faro se lo llevó el retrovisor... Todo el autobús de ese lado estaba rayado por la mediana; había daños, no muchos gracias a dios, pero sí notables».

Aura y su esposa dejarán mañana Asturias después de cinco días porque «hay que trabajar». También cuenta que la gente fue muy agradecida, no todo el mundo sabría reaccionar con esa rapidez y saber que hacer. Quizá tampoco ella misma: «Ahora que lo pienso, no sé cómo lo hice, cómo decidí parar el autobús. Pero es que era eso o era eso, no había otra».