«Asturias cuenta con unos espacios teatrales de primerísimo nivel pero a Oviedo le falta oferta»

Oriol López
Oriol López REDACCIÓN

CULTURA

Roberto Álvarez.
Roberto Álvarez.

El actor asturiano llega al Campoamor con la última representación de la temporada de la obra «El discurso del rey»

14 jul 2016 . Actualizado a las 16:22 h.

Un actor curtido en mil batallas. Cine, televisión, teatro, varias décadas de experiencia le avalan, pero sigue con hambre. No hay reto que se le resista. Y, por supuesto, es un asturiano de pura cepa. Roberto Álvarez (Gijón, 1956) visita el Teatro Campoamor de Oviedo el día quince de julio para representar, como ya hiciera en el Jovellanos de Gijón, la versión teatral de uno de los grandes éxitos del celuloide de los últimos años, El discurso del rey. El actor, conocido por Ana y los siete y Manolito Gafotas o las más recientes Tierra de Lobos y Carlos, Rey Emperador, entre otras, interpreta a Lionel Logue, el logopeda que logró que el Rey Jorge VI de Inglaterra consiguese dirigirse a su pueblo en un momento tan crucial y delicado como septiembre de 1939, en la declaración de guerra a la Alemania Nazi. Roberto Álvarez se despedirá así, en Oviedo, jugando en casa, de la obra que le ha llevado a recorrer todo el panorama nacional y que realiza la última función en la capital asturiana.

-Es un actor con una larguísimo recorrido, tanto en cine y tv como teatro. El discurso del rey llegó con el antecedente de ser un film exitoso, pero teatro y cine son dos animales diferentes. ¿Cuáles son, a su juicio, las diferencias más notables entre la obra y la película?

-Ángel Savín construye a Churchill en nuestro Discurso. Un día le pregunté por qué era actor. Él me comentó que cuando era pequeño vio a José Bódalo en una representación de teatro. En la escena, Bódalo se sumergía en el mar, una espantosa tormenta y un mar embravecido le esperaban en su orilla, su corazón se encogía temiendo por su vida y tembloroso y asustado se dirigía al público. Bajo sus pies sólo unos simples y sencillos cartones pintados daban la idea de aquél mar que se suponía. Ángel sintió todo aquello guiado por Bódalo, porque este maestro fue capaz de transmitírselo como solo él sabía hacer, con todo el frío y el miedo que la escena se proponía, solo dibujada en su rostro, allí donde se contaba todo, sin necesidad de más. Ángel sintió que de mayor quería ser eso, actor. Y eso es el teatro y en eso se diferencia nuestro Discurso del de la película, en la virtud, si lo conseguimos, de contar una historia en la sencillez y soledad de un espacio vacío, un escenario.

-¿Ha sido complicada la adaptación? ¿Qué le parece la historia que cuenta?

-La adaptación a teatro la hizo el propio autor, nadie mejor que él para hacerlo. En su versión en castellano la mano sabia de Emilio Hernández ha hecho el resto. La historia será representada sin duda en muchas más ocasiones. Tiene todos los ingredientes para ser un texto que perdurará en el tiempo. Una historia de realeza, basada en personajes que existieron, de superación, de amor, de sagacidad, de amistad... y que sitúan al espectador en una parte de su cultura, de su pasado, pues El Discurso, no lo olvidemos, anuncia la entrada de Inglaterra en la que posteriormente fue la terrible Segunda Guerra Mundial.

-El discurso del rey tiene momentos de humor, drama, etc. ¿Qué genero prefiere para interpretar?

-A estas alturas de mi carrera, me gusta torear Mihuras, Vitorinos, torear en las mejores plazas, si se pueden seis toros pues seis toros... Es decir, todo lo que suponga un reto, allí donde el listón esté alto. En El Discurso pasa, da igual el género.

-¿Cómo suelen llegarle los papeles? ¿Cómo surgió entonces la oportunidad de interpretar al logopeda de Jorge VI?

-Los papeles llegan siempre igual: uno va por la calle y recibe una llamada. En este caso fue de José Velasco, el productor, asturiano, persona relevante en Asturias por su implicación en distintas empresas audiovisuales y ahora empeñado en abrir la manzana del teatro con su empresa Zebra Producciones de la que, a raíz de este trabajo, formo parte con auténtica ilusión.

-Descríba a su personaje. ¿Qué rasgos son los que le caracterizan? ¿Cómo lo definiría?

-Hay personas genéticamente predispuestas a decirte lo que quieres escuchar y lo que no con precisión de cirujano y que son capaces de hacer ambas cosas con el único propósito de remover tus cimientos, tu frágil personalidad, hasta el punto justo en que la herida no llega a ser grave pero que al cicatrizar deja en ti la huella indeleble de la verdadera curación. Lo hacen con la sagacidad, sentido del humor, preciosismo y osadía solo reservada a unos pocos privilegiados, normalmente precursores de nuevas vías en su profesión, adelantados a su época. Así debió de ser Lionel o, al menos, así lo dibuja el autor de El discurso del rey.

-Teniendo la referencia del film, ¿cómo ha preparado el personaje? ¿Se ha ajustado a la actuación de Geoffrey Rush o ha decidido innovar? ¿Le han marcado pautas o ha tenido libertad?

-Cuando un actor se enfrenta a un personaje que alguien ha representado recientemente con gran éxito y visibilidad se enfrenta a varios dilemas. El primero de ellos decidir si ves de nuevo esa película (como es este caso) o no. Si la ves te cabe la duda de que tal vez cometas la imprudencia de copiar perfiles o registros que se dan en ella y si no la ves te cabrá la duda de que, sin necesidad de copiar nada, te estás perdiendo la posibilidad de aprender cómo han resuelto algunas situaciones quienes ya se han enfrentado al mismo trabajo. Es curioso pero, a no ser que seas un patán (dicho ésto con el mayor respeto), hagas lo que hagas, tomes la decisión que tomes, al segundo día de ensayos la interacción con los compañeros y con la propia directora, en este caso Magüi Mira (una maga), te llevan poco a poco a construir un camino propio, inexplorado. El texto toma la forma que las distintas texturas de tus compañeros y de tu propia personalidad y forma de hacer van marcando y casi sin darte cuenta, sin darnos cuenta, al final estamos construyendo nuestra propia manera de contar esa misma historia que será representada mucha más veces y siempre de manera diferente.

-¿Cómo ha sido el ambiente con la compañía que representa la obra?

Como en todo trabajo, una compañía de teatro es también y, ante todo, un espacio de convivencia. Llevamos más de un año de gira, de viajes, trenes, aviones, hoteles, escenarios... por suerte hemos tenido un gran éxito. Se da el caso además que esta profesión tiene sus propias peculiaridades, especialmente en el escenario, donde muchas veces la inseguridad, simplemente el saber si lo estás haciendo bien o no, la exposición al público y a su juicio, a su dictamen, te deja desnudo de alguna manera, te sensibiliza especialmente. Forma parte del trabajo del actor ser especialmente generoso con los demás, especialmente generoso con uno mismo y con el rol que te haya tocado en suerte jugar, especialmente generoso con el éxito de los demás y el propio y, especialmente, valiente y amoroso con los fracasos si han de llegar. En este caso que nos ocupa hemos tenido la suerte de ser una piña, una familia. Hemos podido disfrutar, no sólo de nuestro trabajo, sino de habernos conocido y congeniado, una orquesta muy bien afinada, en lo musical y en lo personal.

-Hablando de compañeros, el protagonismo a veces es difícil de compartir. ¿Qué tal ha sido trabajar con Adrián Lastra?

-Pensar que en un equipo de fútbol hay protagonistas es un error tan fácil de visualizar como sucede con un grupo de actores en un escenario. No hay personajes, situaciones, escenas que no crezcan si todos los que participan en ella no crecen con ella. En el teatro solo hay mensajes compartidos, aprender de los demás, aprovechar lo te dan los demás, vivir con humildad tus limitaciones... No hay otra.

-Es el catalizador a través del cual se desarrolla el personaje de Adrián Lastra. ¿Cuál ha sido su influencia real sobre el actor y el personaje?

-Adrián Lastra es un actor joven, tremendamente talentoso, con una dilatada experiencia en los escenarios, en cine, televisión y en todos los registros incluyendo el musical como guinda a todas sus capacidades. Ha nacido para esto. Aprendimos juntos. Hemos hecho el viaje juntos. Un placer.

-A pesar de no ser un espectáculo musical la obra tiene unas escenas de baile. ¿A qué se deben? ¿Cuál es su propósito?

-En el teatro no existen escenarios reales, no puedes pasear visualmente por aquellos despachos, palacios, consultas, abadías, estadios... que originalmente dieron cabida a esta historia. En el teatro nos movemos en el terreno de lo imaginario y Magüi quiso pintar este lienzo con unos breves bailes que colaboran a situar la historia en lo que no deja de ser un cuento de reyes y princesas.

-Si tuviese que definir la obra con una sola palabra, ¿cuál sería?

-Real superación.

-Como buen asturiano imagino que está contento de venir a la tierrina para actuar, como será el caso de la representación en el Teatro Campoamor el día 15 de julio. ¿Cuáles cree que serán las expectativas del público asturiano? 

-Estoy muy comprometido con mi tierra. Hago todo lo que está en mi mano para representar a Asturias en todo lo que hago con absoluto orgullo de serlo. He sido Loco por Gijón, pregonero de los quesos asturianos, asturiano del mes en La Nueva España, poseo dos premios GAVA, etc. Mi familia vive en Oviedo. Solo he trabajado una vez en el Campoamor. En el Jovellanos nos visitaron más de 1.000 personas. Nos impresionó la acogida. No espero menos del público ovetense que, me consta, está ávido de recibir una mayor oferta teatral.

-¿Qué supone para un actor con su trayectoria actuar en el Campoamor?

-Asturias cuenta con unos espacios teatrales de primerísimo nivel (Palacio Valdés, Niemeyer, Jovellanos....) y el Campoamor es uno de ellos. Un honor pisar su escenario. A Oviedo, no obstante, le falta una mayor oferta teatral. Es así como me lo cuentan quienes allí viven.

-Para concluir, ¿cómo animaría a los lectores de La Voz de Asturias y a todos los asturianos a acercarse a ver la obra? ¿Qué se van a encontrar?

-Ésta será la última representación de nuestro Discurso del Rey, al menos en esta temporada. Cerramos un ciclo de un espectáculo que ha recorrido la práctica totalidad del territorio nacional. Esto supone una garantía de que ha gustado, de que entretiene, divierte, te hace sentir, que saldrás algo distinto, esperemos, cuando salgas del Campoamor. Para nosotros será una función especial, es un fin de ciclo. Para algunos además lo será doblemente porque jugamos en casa: para José Velasco, Ana Villa y un servidor. ¡Os esperamos!