Ángela Molina, Premio Nacional de Cinematografía

Efe MADRID

CULTURA

Manuel Fernández-Valdés

El Ministerio de Cultura ha valorado «su trayectoria profesional que viene desde sus primeras películas con apenas 20 años». La actriz agradece el galardón y lo considera «la cosa más preciosa»

14 jul 2016 . Actualizado a las 16:29 h.

La actriz Ángela Molina, «espontánea, auténtica, arriesgada y original», ha sido galardonada con el Premio Nacional de Cinematografía 2016 «por su trayectoria profesional que viene desde sus primeras películas con apenas 20 años», han informado a Efe fuentes del Ministerio de Cultura.

En esta carrera ha dejado palpable «la estirpe de artistas de donde proviene, trabajando fuera y dentro de nuestras fronteras, marcando con sus interpretaciones la talla de actriz que la han hecho merecedora de numerosos reconocimientos y premios»

Así lo ha considerado el jurado del premio, dotado con 30.000 euros, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales. En su fallo, el jurado ha destacado también su «amor y generosidad con cada uno de los actores y directores que ha trabajado».

El jurado ha estado presidido por Lorena González Olivares, directora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, y ha actuado como vicepresidenta Guadalupe Melgosa, subdirectora general de Promoción y Relaciones Internacionales del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales. Entre los miembros del jurado se encontraba Fernando Rodríguez Trueba, galardonado en la anterior convocatoria.

«Un premio como éste es la cosa más preciosa»

A sus 60 años y viviendo la etapa de la «joven vejez», Ángela Molina, reconoce que este galardón le ha pillado «por sorpresa», aunque esto no quita para que lo considere como la «cosa más preciosa» ya que se trata de un reconocimiento de su gremio. «El disfrutar de esa generosidad de los demás es la cosa más gratificante que puede conllevar recibir un premio», cuenta a Efe en una entrevista telefónica con un tono alegre que llega desde Ibiza, donde se encuentra con su familia disfrutando de las vacaciones.

Y es este tipo de reconocimientos, así como el que recibe del público, de lo que más «orgullosa» se siente así como lo que más le «alienta» para seguir con «esa curiosidad insondable» que crea su profesión. Por eso, recibir este reconocimiento le hace estar «muy agradecida».

Según confiesa, en la actualidad siente que está en la etapa de «joven vejez», un momento en el que está «aceptando un montón de cosas inesperadas». «Empezando por la salud, y otros cambios -afirma- Es casi como recibir a una persona que es diferente, pero que a la vez es la misma persona que eres tú. Ahora se cansa más la espalda, los huesos...estoy muy bien pero a los 60 años el cuerpo tiene un equilibrio distinto que vas descubriendo y que te hace atender a otras necesidades. Es la ley de la vida».

Pero una ley que no le retirará de los escenarios, «al contrario»: «Sigo trabajando como si siempre fuera joven, sigo siendo la misma persona. Solo el cuerpo se cansa de otra manera». Y Molina acepta estos cambios como si fuera un «proceso bonito e intrigante» en el que se despedirá de «ciertas cosas» con «curiosidad e independencia», no con «melancolía».

Ganadora de otros premios la intérprete no cuenta en su haber con el Goya pese a llevar ya «casi 200» películas a sus espaldas. «No lo voy a reclamar», afirma entre risas Molina ya que a ella le gusta la vida «como es», porque «todo es por algo». «Amo la vida como es, no siento ausencias. Sé que si el día x sucede pues así será, pero disfruto igual cuando mis compañeros se alegran por llevarse un Goya porque eso es una especie de equilibrio: hay que saber disfrutar los unos de los otros», matiza.

En un año éste en el que ha triunfado en el teatro con la obra César y Cleopatra, estrenada en el Festival de Teatro de Mérida junto al actor Emilio Gutiérrez Caba, la actriz añade que tiene «poca vida» para agradecer lo que el público le ha hecho «descubrir». «He disfrutado con la alegría del público y con el público de una manera que no se me va a olvidar en la vida», puntualiza. En cuanto a sus sueños, Molina no duda en afirmar que lo único que quiere es «seguir teniendo salud» para seguir pudiendo disfrutar de esos momentos, es decir, poder seguir «trabajando». «Que no es poco», concluye. 

Rostro habitual de la gran pantalla

Nacida en Madrid y tercera de los ocho hijos del cantante y actor Antonio Molina, sus hermanos Paula, Miguel, Mónica y Noel también se dedican a la interpretación y a la música. Su hija Olivia Molina es igualmente actriz. La galardonada estudió ballet clásico, danza española y Arte Dramático en la Escuela Superior de Madrid y Luis Buñuel la eligió en 1977 para protagonizar, junto a Fernando Rey, Ese oscuro objeto del deseo, película que le proporcionó renombre internacional y le abrió las puertas de la cinematografía europea. Buñuel dijo de ella que poseía «el rostro de una virgen pagana», afianzando así el mito de mujer instintiva y pasional que conserva en su mirada cierto primitivismo.

En la década de 1980 se convirtió en rostro habitual de la gran pantalla, tanto en España como en Francia e Italia, con incursiones en el cine alemán y norteamericano.

Una fructífera colaboración con el director Manuel Gutiérrez Aragón afianzó su carrera con papeles principales en Camada negra, El corazón del bosque, Demonios en el jardín y La mitad del cielo.

En 1985 recibió el Gran Premio de la Crítica de Nueva York y en 1986 el David de Donatello que otorga la Academia de Cine de Italia. Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián en 1986 por La mitad del cielo, posee desde el año 2013 la Medalla de Oro de la Academia de Cine.