La llegada de Los Virtuosos de Moscú en 1990 fue el germen
22 jul 2016 . Actualizado a las 17:52 h.La história de cómo Oviedo llegó a convertirse en un punto de referencia internacional en la formación de músicos profesionales se remonta a 1990. Fue un año convulso en el que se desintegraba la antigua Unión Soviética y aún estaba por nacer la actual Federación Rusa. Una orquesta de cámara de enorme prestigio, Los Virtuosos de Moscú, optó por desplazarse a la capital asturiana de la mano de la entonces Fundación Príncipe de Asturias y con ellos llegaron también seis profesores: Gaiane Pogossova, Tsiala Kvernadze, Alexei Mijlin, Alexander Fedorchenko, Victor Afanassiev y Yuri Nasushkin. Ese fue el gérmen de lo que años después de convertiría en la Escuela Internacional de Música, formalizada en 2005 después de una década de iniciativas pedagógicas dirigidas a jóvenes talentos, no sólo de España, sino de todo el mundo.
Según destaca la propia escuela, su objetivo central es «brindar una enseñanza musical del más alto nivel con músicos procedentes de prestigiosos centros educativos del mundo». La nómina de maestros que han impartido clase en sus aulas reúne nombres procedentes de instituciones como la Academia de Música de Detmold (Alemania), el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, el Superior de Música de Ginebra, la Escuela Superior de Música Robert Schumann de Düsseldorf, la Academia Superior Estatal Rusa Gnessin de Moscú, el Conservatorio de Música y Danza Rubin de Jerusalén, el Real Conservatorio de Mons (Bélgica), la Guildhall School of Music and Drama de Londres, la Escuela Superior de Música de Oporto (ESMAE), la Yehudi Menuhin School (Reino Unido), la Juilliard School de Nueva York, el Royal College of Music de Londres, el Conservatorio Giuseppe Verdi de Turín (Italia), la Eastman School of Music de Rochester (Nueva York) y el Conservatorio Superior de Música Simón Bolívar de Venezuela.