Hay música on line más allá de Spotify

CULTURA

Asumido ya por la mayoría que el presente se encuentra en el streaming, múltiples compañías pelean por hacerse hueco. La firma sueca del icono verde continúa arrasando en número de usuarios. Pero existen otras alternativas pendientes de dar el zarpazo en un negocio que lo tiene claro: pago mensual para disfrutar con alta calidad de un catálogo de canciones infinito.

26 jul 2016 . Actualizado a las 13:47 h.

A veces la capacidad de predecir los acontecimientos asombra. Así hablaba Todd Rundgren del futuro de la música en 1999: «Al final, la distribución de la música será como la televisión por cable, porque la gente quiere escuchar música y sus ingresos solo les permiten acceder a una pequeña porción de la que se hace en el mundo. Imagina que solo puedes comprar un cedé al mes. Por ese mismo precio en EE.UU. tienes acceso a televisión por cable y puedes escoger una gran variedad de canales. ¿Por qué no podría hacerse lo mismo con la música? Pagas una mensualidad, escuchas toda la música que quieres y los músicos reciben una compensación». Las palabras que, en su día, podían chocar aventuraban algo muy parecido a lo que hoy es la escucha de música on line y, concretamente, Spotify.

Se trata de la última gran revolución de la industria. La gran biblioteca sonora universal, disponible de manera gratuita con calidad reducida y anuncios cada cuatro temas. Y, previo pago, con mejor sonido y ausencia de esos molestos anuncios. Pese a que el reparto de dinero se cuestiona de continuo y ha generado más de un desencuentro, llega un momento en el que si el artista no está en Spotify no existe. Solo Adele, Taylor Swift o estrellas pop similares se pueden permitir echarle el pulso, rehusándolo. Pero si lo que desea el músico es que lo escuchen, negarse a formar parte de su directorio supone reducir drásticamente su radio de acción.

Pero hay vida más allá de Spotify. La plataforma, con 75 millones de usuarios activos estimados, reina. Pero existen muchas otras alternativas. Con cada quiebro que ha dado la empresa (limitar a un tiempo determinado la escucha gratuita, por ejemplo) han sacado las uñas alternativas de prestaciones similares buscando su sitio. Algunas han caído. Otras buscan su oportunidad. Mientras, Spotify, temerosa, ha optado por una política de reducción de precios. Apuntarse a su plan familiar, que posibilita que con un único pago varios miembros de la familia puedan disfrutar del servicio, ha sido uno de los movimientos de los últimos tiempos.

¿A qué teme Spotify? Pues principalmente a Apple Music. La empresa de la manzana, que monopolizó mediante iTunes el paso anterior del modo de escuchar la música con la descarga de mp3, movió ficha en el 2015 para entrar en ese mercado. Es de pago y maneja un catálogo similar en número a Spotify. Pero cuenta con el gran empuje de la marca y su fácil integración en toda la gama de iPhone, iPad, iMac y similares. Para muchos se trata de una auténtica religión-colección.

También parte con la ventaja de la familiaridad Google Play Music, que permite un uso gratuito durante 30 días para pasar factura luego. Lleva en activo desde 2011 y siempre se encuentra ahí, intentando despuntar pero sin lograrlo del todo. Y ojo, porque otro gigante, Amazon, ya ha anunciado que lanzará en los próximos meses su aplicación de pago para escuchar música en streaming.

La opción Deezer

Sin duda, Deezer se presenta como el mejor Spotify killer (asesino de Spotify) del momento. La plataforma francesa posee un inmenso catálogo de 40 millones de canciones, múltiples opciones de escucha con playlists o radios por género y, sobre todo, se maneja con gran facilidad. Su diseño resulta atractivo y cuenta con un extra moral: resultar más simpática a la industria en general que Spotify a quien se le plantean afrentas de artistas consagrados y quejas en los estados más bajos de la industria. En el ambiente flota la idea de que no retribuyen convenientemente a los músicos, generando controversia.

Existen otros modelos de escucha musical por Internet. Parten de necesidades diferentes a las que cubre Spotify. Es el caso de Soundcloud, muy usado por los artistas de perfil más underground para que su música se difunda por la Red, pero sin perder el control sobre ella. Aquí el usuario podrá, sobre todo, descubrir nuevas propuestas minoritarias como en su día hizo con Myspace. Respecto a modelos como los anteriores, este tiene el problema de solo funcionar on-line. También el de reducirse a una porción mucho más pequeña de la música. Por contra, debe señalarse que actualmente existe mucha música en el mundo que solo se puede escuchar por esa vía.

Tanto o más popular que Soundcloud para la difusión de música de artistas pequeños resulta Bandcamp. Combina dos facetas: la de ser un soporte para la escucha de música por Internet de manera libre y la de ser una tienda de discos y canciones en formato digital donde el propio artista decide el precio o la gratuidad. Lo cierto es que, en la actualidad, se percibe como una de las soluciones más atractivas para los grupos pequeños. Pueden colgar su disco, con carátula, letras y toda la información que deseen, junto a los temas secuenciados y una opción de venta. En los últimos años ha sido la catapulta de una fórmula muy en boga: el artista solo edita su trabajo físico en vinilo, mientras que permite el acceso libre en formato digital a través de Bandcamp.

Emisoras de radio

También existe una opción diferente para quienes quieran colarse en Internet, buscando un viaje musical no por artistas, sino por géneros. En ese sentido, Jango se presenta como una de las más atractivas. No funciona off-line, pero conectado sirve para introducir a un artista y, de pronto, se crea una lista automática de música similar. Todo ello, con la opción de pasearse por las diferentes estaciones de radio especializadas por géneros.

Ya, por último cabe señalar otra opción especial pero que no se puede obviar: Rockolafm. Toda una curiosidad. Su menú de opciones apela a los estados de ánimo. Así uno puede encontrar banda sonora a sus momentos de optimismo, melancolía, energía, bajón o romanticismo. Estos parámetros se pueden cruzar además con otros temporales (puedes elegir música de los cincuenta, de los sesenta, de los ochenta, etcétera) y de tipo de ritmo de la canción (lento, medio o rápido), constituyendo toda una rareza a la que acudir de vez en cuando.