Un sabio que fundó academia en Oviedo

G.M.C / S.D.M REDACCIÓN

CULTURA

Gustavo Bueno en su jardín de Niembro en una foto tomada por su nieto.Gustavo Bueno en su jardín de Niembro en una foto tomada por su nieto
Gustavo Bueno en su jardín de Niembro en una foto tomada por su nieto

Catedráticos de la Universidad y el propio rector glosan la figura del polémico y prestigioso intelectual, que «contribuyó a poner la filosofía asturiana en el mapa»

31 ago 2016 . Actualizado a las 17:40 h.

Es difícil resumir en pocas palabras la figura de Gustavo Bueno. Así lo dicen los filósofos y docentes con los que coincidió en la Universidad de Oviedo, aquellos que le sucedieron y también el actual rector, Santiago García Granda. Bueno fue el alma máter de la facultad y del departamento durante décadas y un referente imborrable, por su carisma, para los alumnos. La misma facultad está hoy de luto por el fallecimiento del filósofo. Su llegada a Oviedo, en 1960, y su nombramiento como catedrático, en 1965, supusieron una auténtica revolución dentro de las aulas de la enseñanza superior asturiana y abrió la puerta de una Asturias entonces olvidada. Gran polemista, una mente privilegiada, un trabajador infatigable, un visionario... Tanto sus discípulos como sus detractores coinciden en señalar sus muchas virtudes y en reconocer que su figura trascenderá en el tiempo que le ha tocado vivir. Los que tuvieron la suerte de poder escucharlo en primera persona recuerdan que siempre alargaba sus clases. Ha muerto con 91 años.

El rector

Santiago García Granda apenas pudo tratarlo a nivel personal pero no ha conseguido escapar al magnetismo de su personalidad. Recuerda sus clases en la calle, cuando dejó de ser emérito y quiso seguir siendo docente. Tiene presente la «vitalidad que irradiaba», su alta capacidad de trabajo y, sobre todo, «su gran influencia sobre los alumnos y sobre la sociedad general», gracias a la habilidad con la que manejaba la comunicación, en un ejercicio que no todos los intelectuales de su talla consiguen. «Parte de su esencia era precisamente la controversia. Si en un debate no había opiniones contrapuestas, él era capaz de tomar posiciones solo para avivar la conversación y el pensamiento», comenta el rector. Precisamente, porque lo discutía todo, «a veces era incómodo», razona. Esa característica no se ciñe a sus años en activo en la Universidad. Recientemente, sus descalificaciones a José Luis Rodríguez Zapatero le devolvieron a la actualidad mediática nacional.

«Cuando le hicieron un homenaje a los 80 años y después otro a los 90, recuerdo haber leído que decía que estaba preparado para desaparecer. Que el día en que se fuese no pasaría nada. Podía hablar con esa contundencia porque dejar tras de sí toda una escuela de filósofos», explica el rector, que se suma a todos los que dicen que es «una gran pérdida». Esa vitalidad lo acompañó casi hasta el último día. García Granda recuerda haber leído hace poco tiempo que estaba colaborando en la fundación de una facultad de Filosofía en una universidad mexicana.  

Filósofos asturianos

José Antonio López Cerezo, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, lo califica como «un sobresaliente filósofo». «No solo ha sido un grandísimo filósofo a nivel nacional, sino que también lo ha sido a nivel internacional», afirma. López Cerezo lo recuerda como una persona con gran capacidad de trabajo y de iniciativa. Agradece la labor que el filósofo realizó por el departamento de Filosofía de la Universidad y por su aportación en el ámbito. «Creó una escuela en Asturias que logró dinamizar la región. Contribuyó a poner la filosofía asturiana en el mapa». López Cerezo fue director del departamento cuando Bueno ya se había ido. Reconoce que tras la retirada del filósofo intentó que éste tuviera un hueco en la universidad.

Fue alumno y después compañero. David Alvargónzalez dice sentirse «fatal» tras el fallecimiento de Bueno. Juntos trabajaron en su tesis doctoral y en una beca de investigación. Alvargónzalez solo tiene palabras de agradecimiento para su maestro, al que califica como «un filósofo tradicional que hacía filosofía de verdad. Se interesaba por las cosas y su estructura». Reconoce que la corriente de Bueno es polémica, ya que «es una filosofía donde hay que discutir y valorar los argumentos». Dice de él que estuvo construyendo toda la vida un sistema .«Ha sido un filósofo de los de siempre al que le toco vivir en un mundo nuevo que plantea problemas nuevos. Bueno ha tenido que trabajar con los materiales del siglo XX», argumenta. De su trabajo, afirma que su mayor aportación ha sido la Filosofía de la Ciencia y la Filosofía Política, esta última en relación a España.

El también catedrático Armando Menéndez del Viso dice de Bueno que es «uno de sus profesores más recordados». Fernández del Viso le agradece el trabajo realizado durante años en el departamento y asegura que «si está dónde está es gracias a él». Reconoce que su figura polémica y su presencia en los medios no ha hecho más que acercar a la gente a lo filosofía. «Gustavo Bueno ha conseguido durante años poner la Filosofía en boca de muchos», afirma. Aunque no se identifica con su corriente de pensamiento, reconoce la gran importancia de su figura.