Alejandro Mieres: «La abstracción, la realidad: qué bobadas»

Juan Carlos Gea

CULTURA

Caústico, torrencial, desmitificador y auténtico, el pintor se ha reencontrado con buena parte de su trayectoria en la exposición retrospectiva que mañana inaugura el Barjola con la presencia de Antonio Gamoneda

02 sep 2016 . Actualizado a las 07:38 h.

«Soy un trabajador nato. Claro que sigo en activo... más o menos. En realidad, trabajo más pensando qué hago que haciendo. Veo las cosas tan claras, que ya ni las hago». Aunque no le falta, como nunca le faltó, retranca para hablar de cualquier asunto, Alejandro Mieres no habla en broma. Se explaya con la libertad de quien ha dedicado sus mejores esfuerzos -o al menos una buena parte de ellos- a ir construyendo mediante la pintura una realidad que «a veces es más real que lo real». Ese talento, y la forma en la que se ha esforzado por transmitirlo también a sus alumnos y al resto de la sociedad, es lo que le reconocerá la próxima semana su Medalla de Plata del Principado. Y es también la fuente de toda la obra que desde mañana, viernes, quedará expuesta en el museo Juan Barjola de Gijón a modo de homenaje, repaso y -seguramente para muchos- descubrimiento de un pintor que no se agota en su faceta más conocida; aquella que le ha otorgado el rango de referente en la pintura contemporánea hecha en Asturias durante más de medio siglo.

«Llegó la noche y no quiero quedar sin memoria» son versos de uno de los poemas breves que, inspirados en el haiku japonés, Mieres ha compuesto durante los últimos años, en sintonía con su pintura. Y es también un lema de resistencia a la desmemoria que Víctor Picallo, el comisario de la exposición, ha tomado para titular una muestra organizada por la consejería de Cultura como complemento -ha dicho Picallo- a «una merecidísima medalla». Por su parte, el viceconsejero Vicente Domínguez ha señalado que organizar la retrospectiva ha sido una forma de «hacer lo que es justo», exhibiendo la obra «de uno de los grandes pintores asturianos». Domínguez ha manifestado además «un aprecio muy especial» hacia algunas de las piezas procedentes de los fondos de la Universidad de Oviedo, con las que convivió en el rectorado.

Con estos propósitos, «Llegó la noche y no quiero dejar sin memoria» recorre a partir de los fondos universitarios y de otros procedentes del Museo de Bellas Artes y de la familia del artista toda la trayectoria del pintor palentino afincado en Gijón: desde los bocetos a lápiz, pequeñas piezas, ensayos y tanteos a menudo exquisitos de sus años de primera madurez hasta las radiantes tintas de sabor oriental características de su última época pasando, desde luego, por una rica representación de su etapa expresionista y figurativa y por las compactas y robustas composiciones al óleo que, como cartografías de ordenados campos de pintura, constituyen la parte central de su obra y su más personal aportación.

En esos mapas cada vez más complejos y cargados de simbolismo ve una «mirada agraria» el poeta Antonio Gamoneda, que no solo ha aportado uno de los textos para el catálogo de la exposición -un homenaje en forma de poema- sino que también ha querido estar presente en la inauguración de la muestra de su amigo, según ha anunciado Víctor Picallo. La publicación, coordinada por María Avello, contiene, entre otros, textos de José Luis Argüelles, Vanessa Gutiérrez, el propio Picallo o Lucía Alperi junto a fotografías de José Ferrero Villares. 

 Alma de aldeano

A la vista de todo ello, Mieres manifestaba en la presentación de la muestra que, al mirar retrospectivamente su obra, simplemente confirma que «somos naturaleza y estamos en ella, y respiramos en ella». «Cada vez veo más la naturaleza en mi pintura», ha subrayado el pintor, que ha dicho tener «alma de aldeano» y que ha empleado buena parte de su discurso -ya tan libre como su pintura- en dinamitar las distinciones convencionales entre abstracción y realismo. Mieres ha hecho suyas las palabras del crítico Moreno Galván («toda la pintura es abstracción») y al mismo tiempo ha ironizado sobre quien se empeña en ver referencias definidas a la realidad en cada obra. «Pintas lo que tú ves y lo que quieres que veamos los demás, que a veces es más real que lo real», ha asegurado Mieres quien no ha podido ser más expresivo a la hora de zanjar el debate: «La abstracción, la realidad: qué bobadas».

Después, ha recorrido junto a la directora del museo, Lydia Santamarina, y a algunos de los asistentes la muestra, situándose ante piezas que hacía décadas que no veía, pero cuyas circunstancias y anécdotas recordaba: desde el nombre de una modelo de desnudo -«se llamaba Diana»- hasta las andanzas del amigo que le consiguió la calavera que ocupa el centro de uno de sus óleos después de haberse caído en un osario.