Un drama en blanco y negro, del filipino Lav Diaz, gana el León de Oro

José Luis Losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

FILIPPO MONTEFORTE | AFP

Hollywood se lleva hasta 4 premios, incluido el de mejor actriz para Emma Stone

11 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El director filipino Lav Díaz, rompeolas del que algunos entienden como el cine de la vanguardia, consagró en esta Mostra de Venecia lo que hasta ahora era solo un culto más o menos evanescente y lo solidificó con la contundencia material que supone ganar un León de Oro. Y lo hace por una película, The Woman Who Left [La mujer que se fue], que ya comentamos en el curso del festival que es sorprendentemente accesible, no solo apta para iniciados.

Si en la pasada Berlinale Diaz sometió a sus espectadores a un rapto de ocho horas, un disparate de cine tontiloco del que era imposible no huir, en esta ocasión el filipino embrida su desmesura insoportable. Y el resultado es una obra muy hermosa, filmada en un blanco y negro de encuadres precisos y pictóricos en los que desenvuelve el drama de ferocidad humana de una madre coraje que ha pasado 30 años injustamente en la cárcel y que sale para obtener venganza, acompañada de otra bella criatura de arrabal: un travesti crepuscular que le acompaña en el crecimiento dramático de esa revancha justa.

Y hay una secuencia entre ambas, un improvisado canto a capela del Some Day de West Side Story que es cine que euforiza y genera aplauso inmediato. No hay que cegarse con el oro leonado: Lav Diaz podría -y hubiera sido lo cabal- concentrar la narración de The Woman Who Left en la mitad de su metraje, en las dos horas que hubiesen ocupado, por ejemplo, a un maestro del drama de mujeres marginales como Arturo Ripstein. Pero demos por buenas las cosas y convengamos en que, aunque sea por persistencia, como gota malaya o filipina, este León de Oro a Diaz premia una obra de mérito

El cine más alternativo

Hay, no obstante, en el reparto de premios de esta 73 Mostra, una segunda lectura: el León de Oro parece representar el asalto a los cielos del cine más alternativo. Pero, de modo paralelo, el presidente del Jurado, Sam Mendes, director de los dos últimos Bond, se ha cobrado a buen precio la concesión asiática. Hasta cuatro películas procedentes de Hollywood se han llevado su pedazo de la tarta. De manera justísima casi siempre: el premio al mejor guion para la magnificente Jackie, la sibilinamente espectral y desmitificadora fragmentación que hace Pablo Larraín del principado del Camelot de los Kennedy, evocado por la viuda mayor, puede parecer poca cosa para la mejor película de esta Mostra. Pero afina al adivinar los méritos subversivos de esta historia tenebrista que muchos entendieron, mal, como cuento de hadas. 

Camino del Óscar

El premio a la mejor actriz para Emma Stone por el musical La La Land estampa la evidencia de que estamos ante una de las dos o tres mayores actrices del cine de este tiempo. Y que la luminosidad bella y sabia de Stone camine, como hará, de aquí hacia el Óscar será solo anecdótico. El León de Plata para Nocturnal Animals, adaptación que Tom Ford hace de la novela de Austin Wright sobre el lado más oscuro y brutal de la naturaleza humana, es otro lúcido premio para esta obra mayor del cine de la devastación. El Premio especial del Jurado para los caníbales texanos de The Bad Batch, de la pretenciosa Ana Lily Amirpour sobra. Porque hay que ver cómo chirría su remix de Mad Max y los spaghetti de Leone.

La española Ruth Díaz, galardonada por su papel en el «thriller» de Raúl Arévalo

El cine español tuvo su pequeña porción de gloria con el premio a la actriz Ruth Díaz en la sección Orizzonti por el corajudo thriller de la España negra de Raúl Arévalo: Tarde para la ira. «Muchísima emoción», «no sabía ni que había oportunidad de ganar este premio», aseguró la intérprete, que confesó que se puso a llorar cuando la llamaron para comunicárselo. Tarde para la ira es el debut en la dirección del actor Raúl Arévalo, que ha conseguido un trabajo muy «testosterónico», en el que reflexiona sobre la ira y el deseo de venganza. La actriz cántabra es el hilo conductor de este drama en el que interpreta a una mujer agobiada por la opresiva espera de un marido que hace ocho años está en prisión, pero a la que se le abre una ventana tras conocer a un cliente -el actor Antonio de la Torre- del bar en el que trabaja.

Ruth Díaz confesó ser muy cautelosa, aunque lógicamente espera que este reconocimiento le ofrezca nuevas oportunidades. «Ojalá suponga trabajo», señaló la actriz, que muchos reconocerán por sus apariciones en series como Hospital central o Amar en tiempos revueltos. 

Nuevo triunfo latino

La Mostra no abandonó la vocación de celebrar la nueva insurgencia del cine latinoamericano. Si el pasado año hubo León de Oro para el venezolano Lorenzo Vigas; Amat Escalante, que generó algunas de las imágenes más poderosas de este festival con el alien pansexual de La región salvaje, se llevó la mejor dirección. Es bien discutible la ubicación del ruso Andrei Konchalvski a la misma altura que Escalante, al convertirlo en mejor director ex aequo por Paradise, su tramposo cuento moral sobre los campos de concentración. Es verdad que ambas películas comparten algo: ambas comienzan en el cielo, aunque la del mexicano con un pulpo que impone mucho, como salido del mundo de Lovecraft. Y la del ruso con un cameo de San Pedro que mueve a la risa o al cabreo.

La onda latina siguió cuando para Argentina se fue el galardón al mejor actor, Óscar Martínez, interpretación enfática de un ganador del Nobel que regresa a su pueblo en El ciudadano ilustre.

El palmarés lo completó Paula Beer, mejor actriz emergente en la estimable Frantz, de François Ozon, que sonaba para empresas mayores. Y quedó solo como laguna de cine estigio, fuera de la lista, el olvido fatal de Une Vie, el excelente filme de Stephane Brizé al que solo rescató del ostracismo el Premio de la Crítica.