El Nacional de Fotografía distingue la búsqueda permanente de Isabel Muñoz

Xesús Fraga
X. Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Sáshenka Gutiérrez | EFE

El premio destaca la atención de su obra al cuerpo, el rito y la diversidad cultural

18 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Una mirada en búsqueda permanente caracteriza el trabajo de Isabel Muñoz (Barcelona, 1951), distinguida ayer con el Premio Nacional de Fotografía, que convoca el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y está dotado con 30.000 euros. El jurado distinguió esa indagación continua en su trayectoria, de la que destacó cómo «combina el compromiso social con la búsqueda de la belleza, ahondando en temas como el cuerpo, el rito o la diversidad cultural». «Con la singularidad de su utilización de una técnica tradicional aplicada a un lenguaje contemporáneo, conocedora de su oficio, sus obras son reflejo de una mirada en permanente búsqueda», se detallaba en el acta del jurado.

Esa carrera se inició en 1979, cuando se trasladó de su Barcelona natal a Madrid para estudiar fotografía en Photocentro. Desde muy pronto trabajó en campos como la publicidad y el cine, llegando a realizar la fotofija de uno de los primeros filmes de Fernando Trueba. Su primera exposición, Toques, se celebró en 1986. Desde entonces su obra se ha visto en numerosas exposiciones que tienen como protagonistas desde la danza al mundo del toreo: lo que las une es la figura humana, eje de su mirada. «Incluso cuando fotografío arquitectura busco la figura humana», le explicó en una entrevista en La Voz a Mercedes Rozas. «Estuve cinco años retratando el mundo de los toros por la sensualidad del torero vestido con el traje de luces, también la religiosidad y el culto a la muerte», añadía, a la vez que advertía: «En realidad, de este mundo me sobra el sufrimiento y hasta la muerte. No tiene por qué sufrir el animal. A mí me serviría igual para mi trabajo».

En estos años ha trabajado con el ballet de Víctor Ullate, ha retratado primates, las danzas cubanas o el ritual de la capoeira, el flamenco y ha recorrido países como Etiopía, Irán o Camboya. Son estancias que han dejado su impacto emocional. «Cuando hice la serie del sida en Camboya lloré muchísimo. Pero me gusta retratar la dignidad humana en los momentos más duros. En eso me gusta la pintura de Velázquez, porque retrataba por igual al enano de la corte y al rey», declaró a este periódico.

Parte de esa dignidad es la denuncia contra discriminaciones por razones de género. A Muñoz le «molesta» que le prohíban cosas por el hecho de ser mujer, aunque también le ha permitido acceder a lugares y tomar fotografías que de otro modo no habría podido. «Me ha permitido entrar en el corazón de aquellos países en los que una mujer nunca miraría a un hombre de esa forma. Yo creo que hay un lenguaje universal con el que te comunicas y me ha encantado ser mujer y poder entrar en esos mundo mágicos de la mujer tanto cuando la mujer es feliz como cuando no lo es. Poder compartir eso es maravilloso», declaró ayer a Europa Press tras la concesión del premio. 

Blanco y negro

En el plano estético, los retratos de Muñoz están ligados a su uso plástico del blanco y negro, en el que halla los recursos para crear misterio y atemporalidad. Además, se ha distinguido por ser una defensora de las posibilidades que ha abierto la técnica digital en la fotografía, que le ha servido, en su opinión, para «mejorar» su mundo analógico. Ayer lo comparó con las sensaciones de descubrimiento que pudieron experimentar los pioneros de la fotografía en el siglo XIX.

En la entrevista con La Voz detalló su proceso de trabajo para preparar sus instantáneas: «Preparo toda la escena: las poses, la luz, los planos... lo que pasa es que a veces te encuentras regalos inesperados que prepara el destino y que colaboran en el resultado. Me ha pasado en muchas ocasiones el ir con una realidad preconcebida y surgir otra distinta».

Ayer Muñoz abogó por dedicar más recursos a la actividad cultural y, en especial, a las ayudas para lanzar las carreras de los creadores jóvenes. De su compromiso da fe uno de los nuevos proyectos en los que se ha embarcado, una serie que busca concienciar sobre el daño que sufren actualmente los océanos a causa de la contaminación con plásticos. «Hay que buscar nuevas formas de expresión», afirma.