Hadley Freeman: «Los grandes estudios han perdido el respeto por los autores y el público»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

cecilia díaz betz

En «The Time of my Life» la periodista reivindica que el cine comercial de los 80 era más igualitario y valiente que el de hoy en día

17 dic 2016 . Actualizado a las 10:12 h.

Hadley Freeman (Nueva York, 1978) creció viendo los grandes éxitos cinematográficos de los 80. Ahora, la periodista de The Guardian ha dedicado un ensayo, The Time of my Life (publicado en español por Blackie Books), a unos filmes cuyos valores reivindica y que echa en falta en las películas comerciales de hoy.

-Su libro parte de lo biográfico para llegar a lo colectivo.

-Sí, totalmente. Cuando empecé a escribirlo pensé que sería algo nostálgico, que era yo la que echaba de menos estas películas. Pero cuando empecé a investigar encontré estadísticas, datos y cifras, que me respaldaban, que explicaban por qué ya no se hacen películas así. Cómo desde los años 80 han cambiado los estudios de Hollywood, y cómo eso explica por qué ya no hacen filmes como Dirty Dancing y en cambio historias sin fin sobre superhéroes. Hay una razón para ello: cuando la gente dice que ya no se hacen películas como las de antes no solo es nostalgia, es que es verdad. El mercado ha cambiado, la forma en que se promocionan las películas ha cambiado. Y América también ha cambiado mucho.

-Esos cambios han propiciado que el cine comercial ya no dedique espacio a temas serios.

-Ha desaparecido por completo. En aquella época las películas se hacían pensando en América y sus creadores tenían más margen. Ahora el objetivo es que el éxito sea mundial y eso significa China, el mayor mercado de espectadores. Así que ahora los filmes se hacen pensando en ellos, y los estudios creen, acertada o equivocadamente, que el público chino no quiere ver historias sobre abortos, racismo o clasismo, incluso con protagonistas femeninas. Pero luego examinas el mercado chino y ves que sí hay mujeres en papeles destacados. Pero los estudios creen que no funcionará y solo envían la séptima entrega de los Vengadores o lo que sea que haya hecho Marvel. Y las películas ahora ya no tienen diálogos interesantes, algo necesario, lógicamente, para abordar estas cuestiones. No lo hacen porque creen que es demasiado difícil traducirlo para el mercado chino, así que lo dejan todo en efectos especiales y violencia.

-¿Han perdido los estudios el respeto por el autor?

-Los guionistas ni se molestan en acudir a los grandes estudios, porque lo trivializan todo hasta el menor denominador común. Ya no es que hayan perdido el respeto por el autor, incluso lo han perdido por el público. Así que por un lado tienes el auge de las independientes, como simbolizó Pulp Fiction en los 90, pero el problema es que no tienen la distribución adecuada, lo cual es triste. Y la gente no tendrá ocasión de verlas, una gran pérdida.

-Pero ya en los 80 mucho cine se veía en vídeo con amigos, lo que lo convertía en una experiencia más doméstica y personal.

-Sí, totalmente de acuerdo. Cuando salía en vídeo Regreso al futuro alguien la alquilaba e invitaba a todos sus colegas. Muchas de estas películas están imbricadas en nuestros recuerdos, por lo que representan algo para nuestros sentimientos. Pero cuando se publicó el libro en Inglaterra el año pasado muchos adolescentes me preguntaban por estas películas, lo que me resultó muy emocionante. Cuando yo era adolescente no tenía ningún interés por el cine que veían mis padres. Los de hoy adoran Regreso al futuro e Indiana Jones o las películas de John Hughes. Han crecido con ellas, pese a haber nacido 25 años después de que se estrenasen. Me indica que es algo más que nostalgia, que ofrecen algo que los filmes de ahora ya no ofrecen.

-Cuando se estrenó «Top Gun» cualquier chaval podía creerse Tom Cruise. Pero hoy da la impresión de que es muy difícil identificarse con los protagonistas.

-Especialmente si eres adolescente: las películas para ellos solo son de superhéroes. Hasta en las de Harry Potter o Crepúsculo los personajes tienen poderes especiales. Los adolescentes ya no se ven a sí mismos en las pantallas, no hay personajes como los de Molly Ringwald, no ven adolescentes con vidas corrientes haciendo cosas corrientes, como en los filmes de John Hughes. Me parece una pérdida.

-En el caso de los personajes femeninos se agrava esa pérdida.

-Es que ya no existen. Sé por qué y es porque Hollywood cree que no merece la pena hacer películas para chicas y mujeres porque solo irá a la mitad del público, los hombres no irán. Es muy triste. Para empezar, las mujeres son el 51% de la raza humana y el 60% del público de los cines, así que no tiene ningún sentido hacer películas no ya destinadas a mujeres, sino con papeles femeninos.

-Ahí está la polémica con la nueva versión de «Cazafantasmas».

-En efecto. La reacción en contra de que cuatro mujeres fuesen cazafantasmas fue increíble. El hecho de que se volviesen locos es la prueba de que era muy necesario hacerlo. Muchas reacciones, especialmente en América, fueron increíblemente sexistas.

-Desde el conservadurismo de Thatcher y Reagan se ha avanzado mucho, especialmente en legislación. Pero el cine parece haber ido retrocedido.

-Con Obama hemos tenido un presidente negro, pero el racismo se ha convertido en un tema de primer orden. Siempre hay una reacción contra el progreso. Hoy, que pensamos que el público es más sofisticado que nunca, los gais pueden casarse y hay mujeres primeras ministras, las películas han experimentado un retroceso. Es muy extraño.

-Un himno de los 80, «Born in the USA», fue malinterpretado. ¿Le ha pasado lo mismo al cine?

-Oh, sí, por supuesto. Hay gente que ha visto Dirty Dancing cientos de veces y no había caído en que trataba del aborto. Es fácil pasar esas cosas por alto. Cuando yo la vi por primera vez me pasó lo mismo. Solo te das cuenta con el tiempo. Hay gente que las critica, que creen que solo son colores y volumen, cuando en realidad pasaban más cosas de lo que pensaban.