«Yo nunca me salto la lealtad a un amigo»

Ana Montes

CULTURA

Jorge es al cine lo que el cine es a Jorge, desde que a los 9 años protagonizó «Valentina». Todo este tiempo ha estado arriba y abajo varias veces. ¿Quién eres?, le preguntamos. «Jorge Sanz es uno al que le pasan cosas continuamente», asegura.

17 dic 2016 . Actualizado a las 10:04 h.

Le acaban de comunicar que le quedan 90 minutos de vida. Una hora y media de plena libertad para decir todo lo que piensa. Tiempo es la obra teatral que esconde esta trama que sube a Jorge Sanz (1969) al escenario del Teatro Cofidís Alcázar de Madrid bajo la batuta de Ramon Fontserè, director de Els Juglars, y la autoría de Quim Masferrer. Y es la obra que lo reinventa como actor. De momento, ha salido al rescate de Fernando Trueba y La reina de España, «una segunda parte mejor que la primera» que, sin embargo, ha sido boicoteada para dibujar «una cortina de humo», dice.

-¿Las segundas partes son buenas en el cine?

-Según quien las haga. Pero en el caso de La reina de España, esta segunda parte ha sido mejor que la primera. Todos con la edad estamos mejor. En los actores es algo muy evidente, incluyendo a Fernando Trueba, que está en estado de gracia en esta película.

-Pero ha salido mal parada por el boicot a la cinta bajo la etiqueta #boicotaTrueba en repulsa a ese «no me siento español ni cinco minutos» que pronunció al recoger el Premio Nacional de Cinematografía el año pasado.

-Se ha planteado una manipulación política con La reina de España, cuando lo único pretendido era entretener a la gente, que se dará cuenta de que las declaraciones de Fernando agradeciendo el premio eran una broma si las escuchan completas. Nos han hecho entender que es antiespañol y es el tío más patriota que conozco. Con 16 años, cuando empezaba a ganar dinero, me dijo que los impuestos eran el mejor invento de la sociedad porque gracias a ellos teníamos sanidad y educación, algo que hoy no tenemos.

-¿Ha sido una cortina de humo?

-Totalmente. España nunca había tenido tertulias deportivas los lunes y los martes tan largas. En el telediario de TVE te enseñan a ponerte cremas hidratantes y a comprar, a comprar.

-En «La reina de España» te la juegas por Hollywood. ¿Dejaste pasar ese tren?

-No me arrepiento de nada. Es más, mis errores han sido siempre positivos. Aprendes de ellos. Las bofetadas vienen por algo, sales reforzado. En Hollywood estuve con Amantes y Belle Epoque cuando ganó el Oscar. Tenía ofertas para hacer de guatemalteco, cubano, chicano, pero esa industria me parece muy difícil. Es una jungla.

-En «Tiempo» encarnas a un hombre con los minutos contados. Pasas por muchos estados: odio, tristeza, risa… ¿Cuál te ha llegado más al corazón?

-Más que un estado concreto, me ha permitido hacer clic con el público, que es algo que yo no había hecho. Es inédito para mí ver al público llorando en el patio de butacas.

-¿Qué quieres mostrar de ti ahora?

-Quiero tener una carrera homogénea y variada, que la gente cuando la mire en la distancia vea que empecé de niño y que ahora he dado un salto al teatro y ya no hago teatro coral, más comercial, sino teatro de vanguardia, rompiendo la cuarta pared continuamente.

-¿El accidente cardiovascular que tuviste te llevó a sentir que estabas en el borde, en el filo de tu vida?

-La trombosis que tuve en la ingle me cambió la vida. Yo siempre he llevado una vida muy disipada desde los 16 años y me pasó factura. Había dos caminos: o elegir el «soy así y no cambiaré» o decir: «Chaval, tienes tres hijos y una pareja que te adora». A mí me ha venido muy bien. Yo recomiendo mucho una trombosis [bromea].

-¿Y ahora te cuidas a cuerpo de rey?

-Sí, pero me gustan mucho las risas, los amigos, comer bien. Claro que he aprendido a distinguir lo que es importante y lo que no. La suerte te puede cambiar de un minuto a otro, pero en la vida no se trata de no tener problemas. Cuantos más tengas y más complicada sea, mejor. ¡Para cuatro días que estamos aquí!

-Hablas de amigos. ¿Eres de los que no se salta una cita con ellos?

-Eso me lo puedo saltar. Puedo llamar y decir: «Oye, que no puedo ir». Lo que no me salto es la lealtad a un amigo.

-¿Puedes saltarte el protocolo de no faltar a una cita de Navidad?

-La Navidad está muy desprestigiada. Es una celebración dedicada a la humildad en que las cosas materiales no son lo importante. Pero se ha desvirtuado de tal manera que han conseguido que a mí ya no me guste la Navidad. Te hablan de bondad pero solo quieren que compremos. Vete a África: allí sí hay Navidad.

-En «Tiempo» se habla de todo.

-Si eres un tío elegante y cortés, se puede hablar de todo dentro de los márgenes que te marca la educación que has tenido, las buenas maneras y el saber que tu libertad acaba donde empieza la de los demás.

-¿Es un buen momento para ser realista en el espectáculo? ¿Nos interesa la realidad a altas o bajas dosis?

-¿Por qué no? La realidad nos influye y ha sido la fuente de inspiración de poetas, cineastas, pintores. Y la realidad siempre supera la ficción. Hay cosas que si las cuentas en una película nadie las creería. Hay gente que hace cosas y gente que opina sobre lo que hacen los demás. Pero la gente es más lista de lo que creen nuestros gestores y cuando se da cuenta de que la manipulan, no se deja.

-¿Te indigna que digan que los actores lo pasáis muy bien como excusa para descargarse vuestro trabajo? ¿Y hay alguna otra causa de reclamación común entre los actores ahora?

-No sé, que cada uno diga lo que quiera. Yo no soy de causas comunes. En este gremio estamos igual de divididos que en cualquier otro. Los hay más listos y menos pero nadie me parecerá peor porque diga lo que piensa. Hay que juzgarle como buen o mal actor. Y eso es lo que la gente no entiende.

-¿Cuál quieres que sea el titular de tu vida?

-Ya hay varios de los que me he librado, como «Jorge Sanz muere arrollado por un camión en las playas de La Habana en una Harley». Ese sería un buen titular [bromea]. El último titular es fundamental.

-Pero ¿te gustaría uno así?

-Bueno, no me gustaría morirme ni así ni sobre el escenario, pero sí con las botas puestas, trabajando en esto porque es lo único que sé hacer. Yo he estado arriba y abajo. Pero lo que he aprendido es que no hay que venirse arriba. Hay que moderar tu entusiasmo siempre, vengan críticas buenas o malas. No eres un genio porque la gente se ría contigo más que con otro, sino la pieza de un engranaje en el que tienes la fortuna de estar.

-¿El cine ha sido tu mejor escuela de vida?

-Es la única que conozco. Yo he tenido distintas educaciones. Vengo de una familia militar, pero he vivido en hoteles, de niño fui a un festival de Filipinas y me quedé un año viviendo allí... Me he criado viajando y haciendo películas por ahí, así que soy un poco de todos lados.

-¿Hay que ser un poco actor para sobrevivir?

-Claro, todos tenemos nuestro personaje. Vestirte cuando sales a la calle forma parte del personaje que te gustaría ser. Lo que pasa es que uno no es lo que le gustaría ser, sino lo que realmente es. En el momento que asumes eso, la vida te es más fácil.

-¿Cuando no eres Jorge Sanz, quién eres?

-Uno que viaja con este Jorge Sanz a cuestas. Porque Jorge Sanz es uno al que le pasan cosas continuamente...

-¿De qué género?

-Comedia. Recientemente fui trending topic en TV3 por los disturbios de Gràcia, en Barcelona. Yo estaba esperando a que vinieran a buscarme al hotel pero la prensa me pilló sentado en la silla de ruedas de la obra que estaba ensayando allí y el reportero me involucró en los disturbios sin querer.

-¿Tienes imán entonces para este tipo de situaciones?

-Es que me gusta mucho la gente. A mí la fama en principio me superaba y me creaba ansiedad. Pero la fama, cuando la gente se sabe tu nombre, es un privilegio.