Luis Eduardo Aute: El deseo, la belleza

Belén Suárez Prieto REDACCIÓN

CULTURA

Concierto homenaje a Aute en Oviedo
Concierto homenaje a Aute en Oviedo Javier Ordás

El teatro Filarmónica, de Oviedo, se llenó de las canciones del autor, que cura su salud en Cuba

08 ene 2017 . Actualizado a las 17:48 h.

Voy al concierto que tributó homenaje a Aute en el teatro Filarmónica, de Oviedo, organizado por la asociación La Ciudadana y por la asociación Albéniz este sábado, con una amiga de 16 años. Y las canciones de Aute hablan todo el tiempo de tener 15 años, de los niños de la fotografía que, abrazados, van bailando por la vida. Mi amiga no sabía nada de Aute, para ella no existía antes del sábado, ni su rostro ni sus canciones. Pero se llenó de historias que la estaban contando, a la vez que nos contaban al resto, a quienes los 15 años nos parecen ensoñación propia y realidad en estas criaturas para cuya comprensión seguimos, el resto, necesitando esas canciones, y para la nuestra, para, aun mayores, o por eso, necesitar que Aute nos siga contando el amor y la ruptura y los celos y la infidelidad y los triángulos y el deseo.

El deseo, sobre todo. Porque Aute es el autor del deseo, del deseo en compañía o del que necesita nuestra mano solitaria.

La Gata Loca y Javi Monge, qué guitarra; Perro Blanco Blues; Anabel Santiago, con Emilio Fidalgo, Anabel, voz llena de portento, que remató con una vaqueirada; Cruz Martínez, con Sil Fernández, Gema Fernández y Sergio Pevida, en el cajón; Vaudí Cavalcanti, otra vez, Sergio Pevida y también con la alevosía flamenca de Jordi el Flaco; Héctor Tuya, con guitarra y armónica, Sergio Pevida y Javier San Marcos, al contrabajo, y Héctor solo al piano; Los Berrones, con Aute en asturiano;  y Delagua, que son Sil Fernández y Gema Fernández, con Héctor Tuya, Sergio Pevida y el Coro Internacional Antifascista «Al Altu la Lleva».

Homenaje a Aute y conmemoración de los veinticinco años de la asociación Albéniz, que trabaja para devolver ciudadanía a quien nunca debió no tenerla. Recuerdo de la lucha en el hotel Reconquista y del despido de la presidenta del comité de empresa, Raquel Agüeros.

Homenaje a Aute, que se recupera en Cuba del ataque a su organismo enjuto, en la isla de su amigo Silvio Rodríguez, homenajeado, en el mismo lugar, por la misma gente, hace unos meses.

Aute y sus canciones desde hace 50 años, que son las de la educación sentimental llena de deseo, las de desenmascarar a los traficantes, que, más que náusea, dan tristeza, porque ni siquiera llegan a rozar la belleza.

La belleza. La belleza de un concierto, de la interpretación llena de respeto de canciones que nos escriben. La belleza de una niña de 16 años que no para de decir “me encanta” y de aplaudir la voz portentosa de Anabel Santiago. La belleza de la guitarra de Javi Monge. La belleza de la concupiscencia de Héctor Tuya en «Anda», con Javi San Marcos haciendo hablar al contrabajo. La belleza de Sil y Gema Fernández, cantando en los coros con su madre, Cruz Martínez, en «L’amour avec toi». La belleza de Vaudí Cavalcanti, con la alevosía que camela de Jordi el Flaco, la belleza de la voz de Vaudí, que cuando canta es como cuando nos da el sol en la piel, sin abrasar, con tibieza cálida.

La belleza del teatro Filarmónica lleno, coreando «Queda la música», con Gema Fernández, Héctor Tuya y el resto.

Mi amiga tiene 16 años y me concedió el placer de su compañía; se une otra amiga, que llegaba sola, y compartimos las canciones, y estuvimos solas y nos acompañamos. Y tratamos de estar en la belleza juntas. Y Aute se recupera en Cuba y en una tarde heladora de enero Vaudí nos trajo el sol para que nos acariciara la piel y Sil y Gema, que son la belleza, nos trajeron la belleza y me compadecí de quien no roza por un instante la belleza.

La belleza de un posconcierto que se convirtió en cena compartida y guitarras y cajón en un sótano de la ciudad. La belleza de otro concierto después del concierto, «A primera vista», «So Long, Marianne», Vaudí Cavalcanti, Héctor Tuya y, siempre, la belleza de Sil Fernández y de Sergio Pevida. La belleza superlativa de la complicidad en las canciones. ¿Para qué sirven las canciones? Para esto sirven.

La belleza, en fin, de la revolución íntima, de la que Aute nos relata y nos relata, aun sabiendo que es un viaje hacia la nada, la certeza de una mirada que se encuentra en la belleza.