El último grito de libertad del rector Alas

Pablo Batalla Cueto OVIEDO

CULTURA

Leopoldo García-Alas García-Argüelles, en una foto tomada en Madrid, en 1936.Leopoldo García-Alas García-Argüelles, en una foto tomada en Madrid, en 1936
Leopoldo García-Alas García-Argüelles, en una foto tomada en Madrid, en 1936

Se cumplen ochenta años del asesinato del hijo de Clarín, fusilado contra un muro de la cárcel de Oviedo y rematado en el suelo. La ciudad organiza actos de homenaje

19 feb 2017 . Actualizado a las 12:06 h.

Su fusilamiento, el 20 de febrero de 1937 en el Oviedo sitiado, sigue lacerando la memoria histórica de los asturianos con la viveza del mal gratuito y absurdo, tal como el asesinato de Federico García Lorca sigue conmoviendo la de los españoles en su conjunto. En aquella desgraciada España en guerra contra sí misma, se solía morir luchando o como castigo a haberlo hecho o a profesar unas determinadas ideas, pero al rector Alas sus asesinos lo mataron, tras un juicio-farsa en el que no se le acusó de ningún delito, más por ser hijo de su padre que por ninguna otra cosa. La burguesía y la Iglesia ovetense quisieron, disparando a Alas, fusilar in absentia al escritor que, cuatro décadas antes, había despertado sus iras elevando al Olimpo de la literatura universal un retrato ácido y mordaz del Oviedo provinciano, pacato y mezquino que ellos representaban. «Aquella sociedad no perdonaba la pluma cruel que había retratado a sus padres», dice Leopoldo Tolivar, nieto del rector Alas.

Cuentan que antes de morir, Alas gritó, con voz nerviosa pero enérgica: «¡Mujeres que me escucháis al otro lado de esta tapia! ¡Que ésta sea la última sangre vertida! ¡Que sirva para aplacar los odios y las venganzas! ¡Viva la libertad!», y que justo entonces esas mismas mujeres -las esposas de Javier Bueno, Amador Fernández, Vallina, Belarmino Tomás, Mulero, Oliveira y una maestra de Tineo llamada Teresa Vázquez, que penaban en una dependencia carcelaria anexa- escucharon unas descargas que fueron insuficientes. A Alas hubo que descerrajarle un tiro de gracia en la cabeza para apagar definitivamente la llama del librepensamiento cocinado en las calderas del krausismo, de la Institución Libre de Enseñanza y de la Junta de Ampliación de Estudios.

Leopoldo García-Alas García-Argüelles había nacido en Oviedo en 1883, había estudiado derecho, había obtenido la cátedra de Derecho Civil en 1920, había sido nombrado rector de la Universidad de Oviedo en 1931, había sido diputado republicano-socialista en las primeras Cortes republicanas, había sido subsecretario de Justicia con Álvaro de Albornoz. Era, dice su nieto, «un referente claro de aquella utopía que fue la República: era profundamente republicano» y no simpatizaba con la derecha, pero tampoco con la izquierda revolucionaria. Condenó la Revolución de Octubre, pero ello importó a sus asesinos lo mismo -es decir, nada- que el clamor de algunos destacados afines al bando fascista.

«Siempre se ha comportado con exquisita corrección, dedicándose única y exclusivamente a su labor de enseñanza», decía el muy franquista Sabino Álvarez-Gendín, que lo sustituyó como rector. «No he encontrado en las explicaciones del señor Alas extremismos de carácter político y social», decía el canónigo magistral de la Catedral. «No le he oído hacer en la cátedra ninguna manifestación política», afirmaba el presidente de la Federación de Derecho de la Federación de Estudiantes Católicos de Oviedo. De nada sirvió nada de esto y el 20 de febrero del 37 el patio de la Cárcel Modelo de Oviedo amaneció con el pavimento manchado por la sangre necesaria de Alas.

La desfranquistización pendiente

Ochenta años: un número redondo que parece obligar a un homenaje en condiciones, y quizá a aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para saldar algunas cuentas pendientes con los asesinos de Alas. La Universidad de Oviedo, tal como denunciaba recientemente Comisiones Obreras, sigue reconociendo a Francisco Franco como rector honorífico, título que se otorgó al sátrapa en cuanto ganó su guerra contra el progreso, en 1939. También reclama el sindicato que se retiren algunos vestigios y símbolos franquistas que la Universidad sigue exhibiendo: un escudo de la dictadura en la puerta lateral del paraninfo; un monumento a los fallecidos del bando sublevado en las ruinas de la capilla de San Sebastián; una placa en el aula magna en honor al ya citado Álvarez-Gendín, que sustituyó a Alas como rector, por ser supuestamente el alma de la reconstrucción de la Universidad tras los estragos causados en ella por el Octubre asturiano y la guerra, honor que en realidad corresponde al propio Alas; y también las vidrieras del techo de la sala de la biblioteca central y del descansillo del acceso al segundo piso del Rectorado, ornadas asimismo con simbología facciosa. Leopoldo Tolivar comparte esta reivindicación: «No estaría de más», dice, «que se cumpliera la ley y se retiraran de una vez esos todos esos símbolos».

Comisiones Obreras ha organizado un coloquio sobre la figura del rector Alas al que acudirán, el lunes 20 de febrero, los exrectores Juan Vázquez y Alberto Marcos Vallaure; el actual, Santiago García Granda; el profesor de historia contemporánea Jorge Uría, director de un grupo de investigación sobre memoria histórica, y el responsable de CCOO en la Universidad, Ignacio Loy. El alcalde de Oviedo, Wenceslao López, presidirá el acto.

En cuanto a homenajes, la ciudad de Oviedo va a rendirle a su antiguo rector al menos uno: la colocación de una placa conmemorativa del asesinato en la antigua cárcel, exactamente en el lugar en el que se llevó a cabo el fusilamiento. En ella se reconocerá no sólo a Alas, sino «a todos los que perdieron la vida en defensa de sus ideas». La inauguración está prevista para las 12:30 en los jardines del Archivo Histórico y estará abierta a todos los vecinos que deseen tomar parte en ella.

Ochenta años después de su muerte, la figura del rector Alas, opina su nieto, sigue teniendo una extraordinaria validez en la España contemporánea. «Mi abuelo representaba», dice, «la honradez, la rectitud, el criterio idealista por encima de los intereses particulares, el europeísmo...». La libertad, en suma.