Javier Cercas: «Con la herencia de la guerra civil cargamos todos, sin excepción»

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

CESAR QUIAN

El autor de «El monarca de las sombras» afirma que en este nuevo libro «David Trueba es el listo, yo soy el tonto...»

28 feb 2017 . Actualizado a las 11:04 h.

«¿De verdad vas a escribir otra novela sobre la guerra civil? Pero, ¿tú eres gilipollas o qué? (...) Escribas lo que escribas, unos te acusarán de idealizar a los republicanos por no denunciar sus crímenes, y otros te acusarán de revisionista o de maquillar el franquismo». Esto le dijo David Trueba a Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) y así aparece en el último libro del autor de Soldados da Salamina. Cercas abrió ayer en la Fundación Luis Seoane de A Coruña el nuevo ciclo Somos lo que leemos, que dirige el profesor Javier Pintor.

-¿Cuanto le debe este libro a David Trueba?

-Es un personaje secundario pero importante, como ocurre en otras novelas mías que surgen de diálogos con personajes. David Trueba es muy importante, es el listo, yo soy el tonto...

-¿Y también el que le critica?

-Sí, pero eso lo dice para protegerme; luego es el que me anima a escribirla. Más que crítico es un buen amigo que te dice: «Cuidado, a ver dónde te metes...».

-Dedica muchas páginas a justificar por qué rescata la memoria de su tío abuelo Manuel Mena, un falangista, ¿por qué esa vergüenza?

-¿Cómo no vas a tener miedo de ir al pasado de la guerra de tu familia? ¿Tu conoces el pasado de la guerra de tu familia? […] ¿Por qué no lo buscas? Porque da miedo. La inmensa mayoría de la gente no sabe qué es lo que hizo su familia en la guerra, o solo sabe las cosas bonitas, pero la verdad no la sabe. En este libro lo que cuento es el pasado de mi familia simbólicamente encarnado en este chico que, con 17 años, se alista en el ejército de Franco y muere dos años después en la batalla del Ebro. Lo que hago es afrontar eso con toda su complejidad, con toda su dureza, porque la verdad es necesaria y creo que el pasado, sobre todo, el pasado del que hay memoria y testigos, no es pasado, es una dimensión del presente y sin ese pasado el presente está mutilado.

-Hay gente que piensa que el pasado hay que dejarlo tranquilo...

-Se equivocan totalmente porque la única manera de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente y sobre todo el peor pasado, para no volver a incurrir en él. En el momento en el que tú olvidas el peor pasado ya estás preparado para repetirlo, que es lo que nos está pasando ahora que en Occidente estamos repitiendo los errores de los años 30. ¿Por qué? Porque lo hemos olvidado.

-Hay personajes en el libro, como su abuelo o El Pelaor, que han pasado 70 años sin hablar de la guerra que vivieron...

-Es normal. Vivimos en una época paradójica: por un lado hemos sacralizado la memoria y por otro olvidamos más rápidamente que nunca porque vivimos en una dictadura del presente. Entonces se nos olvida todo. Cuando acaba la guerra, la gente ya no quiere hablar de ella, eso no quiere decir que nosotros no debamos hablar. Este libro habla de la herencia de la guerra civil con la que cargamos todos, sin excepción ninguna. Entonces, ya que cargas con ella, es mejor conocerla porque si cargas inconscientemente no sabrás qué hacer.

-¿Cuanta ficción tiene la novela?

-Yo he escrito novelas sin ficción. Esta sí la tiene, poca pero tiene. ¿Quién ha dicho que las novelas tengan que tener ficción? La única persona ante la que debemos responder los novelistas, como dice Kundera, es Miguel de Cervantes, que dijo: ‘Hagan ustedes lo que les dé la gana’. La novela es el género de la libertad total, lo que pasa es que no seguimos mucho ese consejo y nos conformamos con una visión de la novela muy estrecha.