Los arquitectos que reconstruyeron la modernidad en Asturias

J. C. Gea OVIEDO

CULTURA

El Bellas Artes inaugura su primera exposición sobre arquitectura, dedicada a la «Edad de Oro» del Movimiento Moderno en la región, entre 1950 y 1965

04 abr 2017 . Actualizado a las 14:34 h.

Sus obras forman parte del legado cultural y artístico del siglo XX asturiano y están a la vista de todos. Hacemos uso constante de ellas. Incluso las habitamos. Sin embargo, de puro visibles, a menudo pasan desapercibidas. De ahí la justificación de muestras como la que, desde hoy, vindican la riqueza de la aportación que los arquitectos asturianos que a mediados de la pasada centuria devolvieron a los espacios públicos del Principado el pulso de la modernidad. Y lo hicieron a una altura que no siempre se les reconoce. Una edad de oro: arquitectura en Asturias 1950-1965 ocupa las salas de exposiciones temporales de la ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias con muy diversos tipos de materiales -fotografías, dibujos, planos, documentos, piezas de mobiliario, obras de arte y un cortometraje- que permitirán «reconstruir el imaginario latente de la propìa arquitectura entre la que cada día transitamos».

Ese es el propósito central de una exposición comisariada por los también arquitectos Fernando Nanclares y el cineasta Manuel Lombardero a partir del libro del primero y Nieves Ruiz Lo moderno de lo nuevo: Arqutectura en Asturias 1950-1965, publicado en 2014 y premiado con el Asturias de Arquitectura dos años después. El volumen documenta lo sucedido en las mentes y los estudios de una portentosa generación de arquitectos asturianos en esos quince años; nombres como Álvarez Castelao, Juan Manuel del Busto, Cores Uría, Díaz Negrete, Julio Galán, Gómez del Collado, Federico Somolinos, Juan Vallaure o Vaquero Palacios. Su obra rompió en esos años con la arquitectura historicista auspiciada por el régimen de Franco y protagonizó una verdadera restauración de la voluntad de modernidad que se había hecho presente en la arquitectura asturiana antes de la guerra civil.

Su lenguaje fue el del Movimiento Moderno. En él basaron una renovación que produjo una arquitectura «brillante y colorista» que vino a ser la contrapartida arquitectórica de lo que en el ámbito de la pintura supuso la nueva abstracción. Frente a la vocación monumental y tradicionalista del historicismo, sus proyectos «transmiten una sensación de optiminsmo, cierta ligereza y desenfado», antes de que lo hicieran inviable otros factores históricos: la presión demográfica sobre la demanda de vivienda del desarrollismo, las inquietudes político-sociales del tardofranquismo y la dispersión y la confusión de estilos en la que se diluyó el Movimiento Moderno.

De todo ello da cuenta un recorrido articulado en seis secciones e integrado por 105 paneles, 52 documentos originales, 15 piezas de mobiliario, ocho obras de arte y el corto de Rivero. Especialmente interesantes son los materiales que revelan los procesos de trabajo de esta pléyade de arquitectos asturianos: dibujos a mano alzado, reproducciones de planos, fotografías, croquis y diseños originales procedentes de diversas colecciones particulares y públicas, entre ellos los de la Biblioteca de Asturias, el Archivo Histórico Provincial y el propio Bellas Artes, cuyos fondos de arquitectos como Julio Galán y Juan Vallaure están siendo actualmente objeto de investigación.

Otro apartado muestra la cercanía de la creatividad arquitectónica y la plástica en aquellos años, recordando las colaboraciones de algunos de estos arquitectos con pintores como Paulino Vicente «El Mozo», Joaquín Rubio Camín o Antonio Suárez. Además, el cortometraje de Jorge Rivero La presa (2008) reconstruye en la voz de Joaquín Vaquero Turcios la conexión entre arquitectura, arte, naturaleza y función que se concentran en la central hidráulica de Grandas de Salime.

La exposición se complementará con un nutrido programa de actividades, incluyendo un ciclo de conferencias y otro de cine, además de las propuestas didácticas habituales en el Bellas Artes.