La piel del arte: «Onion Skin»

CULTURA

LVA

Ondas electromagnéticas, vibraciones del aire, sustancias volátiles y las partículas luminosas espolean los sentidos y avivan la percepción en el LEV,  una feria de los artistas de la luz

29 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ellos saben que los espectadores no somos meros receptores de la realidad física que acompaña a sus obras, saben que lo sentido será algo distinto del sentir y esta información la utilizarán en beneficio de su arte. Tal vez una suerte de advertencia frente a Daniel Iregui, Martin Messier y Carlos Coronas pero un aviso veraz frente a Olivier Ratsi. Artista visual francés, miembro de la etiqueta Antivj e infatigable explorador del espacio y la materia a través del mapping y del software 3D. Nuevas herramientas para un arte en el que Ratsi aborda una antigua lección: sólo parte de lo que percibimos procede del exterior, el resto avanza desde nuestra mente.

Fascinado por la percepción y el concepto de perspectiva óptica Olivier Ratsi llega hasta el proyecto Echolyse del que presenta en Gijón Onion Skin. Una instalación audiovisual en la que el artista utiliza un módulo compuesto de dos paredes desplazadas en ángulo recto que se convierten en lienzo para la proyección de luz. La pieza juega con la repetición y la escala para crear la ilusión de la anamorfosis, es decir, una imagen distorsionada que sólo cobra una forma proporcionada y clara al ser vista desde una perspectiva preestablecida.

Para acentuar la ilusión óptica el artista utiliza lo que él denomina peelings, es decir, líneas hipnóticas que esbozan la forma que desea hacer aparecer. Las «pieles» o «capas» se crean a partir de datos espaciales relacionados con la superficie de proyección y la perspectiva del espectador visualizándose gracias al uso de una técnica cartográfica tradicional a través de las paredes de la instalación. La ilusión de profundidad que generan sólo se puede ver cuando el espectador se encuentra en un punto determinado; entonces es cuando la sorpresa resulta inevitable al tiempo que comprendemos cómo se produce este efecto visual.

Pero en Onion Skin no es sólo importante el contenido visual sino también el sonido que refuerza volumen y espacio. Su autor, Thomas Vaquié, compuso una partitura musical basada en el movimiento de las peelings, en su forma, velocidad, interacción… una pieza que transforma la imagen en sonido. Estábamos al tanto de las habilidades narrativas de Vaquié a través de Mécaniques discursives (instalación presentada en el LEV 2016) pero en Echolyse el discurso es la geometría y el sonido precisión matemática.

«Sobrepaso las convenciones de perspectiva para romper con la "normalidad", con lo que parece evidente a primera vista», afirma Ratsi. Y al manipular los procesos que alteran nuestro campo de percepción, el artista francés se mantiene fiel a la tradición cartesiana de la duda hiperbólica: si todo aquello que hasta ahora he reconocido como verdadero lo he recibido mediante los sentidos pero he descubierto que estos me engañan, tal vez no sea prudente depositar plena confianza en lo que consideramos como real. «A través de mi trabajo», dice Ratsi, «estoy tratando de interrogar la percepción y la experiencia de la realidad»: objetivo conseguido cuando frente a su instalación nos preguntamos ¿qué creo ver y qué veo?

Como las capas de un cebolla el pensamiento y el arte de una época constan de muchos estratos: en el centro las formas más arcaicas de conocimiento y representación artística y, en las zonas excéntricas, los métodos formales e informáticos característicos de nuestro tiempo. Estos son precisamente los representados en Onion Skin pero no desplazan ni erradican antiguas inquietudes como la perspectiva, la apariencia o la realidad. Porque si alguna lección nos deja la instalación de Ratsi es que sería ingénuo confundir la cebolla con su piel.