Sandrone Dazieri: «Mis personajes se mueven en el contexto actual de la posverdad»

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

BENITO ORDOÑEZ

El máximo representante del «espagueti crime», el nuevo «thriller» italiano, publica en España «El ángel»

22 may 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

Trabajó como cocinero y ahora es el máximo representante de lo que se llama comercialmente espagueti crime, la nueva novela policíaca italiana. Se fue de casa a los 14 años, vivió en la calle, fue okupa y se ganó la vida como pudo. Hoy Sandrone Dazieri (Cremona, 1964) es un autor y guionista de televisión de éxito, que publica El ángel (Alfaguara). Es la segunda entrega, después de No está solo, de la serie protagonizada por la detective Colomba Caselli, a la que define como «frágil y fuerte a la vez, una heroína en un mundo de hombres»; y su compañero Dante Torre, «un genio traumatizado e imprevisible», que fue secuestrado de niño y vivió durante once años retenido.

-Su novela empieza con un supuesto atentado de ISIS.

-Mis personajes están dentro del contexto actual de la posverdad, que se ha puesto de moda con Donald Trump. La opinión cuenta mucho más que los hechos y la gente que cree en alguien de forma casi mesiánica se fía de su opinión independientemente de los hechos. Por ejemplo, en el caso del ISIS estamos en la misma dinámica, hay una guerra entre servicios secretos, agencias privadas, contrainformación, manipulación, desinformación. Cuando alguien reivindica un atentado del ISIS no sabemos si es verdad, te puedes creer o no lo que dicen los servicios secretos y la policía. Nadie se pregunta ni sobre las razones históricas de por qué existe ni por las conexiones. Vivo en un país donde los servicios secretos han escondido mucha mierda bajo la alfombra, atentados, homicidios, han estado en connivencia con la mafia, en los años 60 y 70 colaboraron con la extrema derecha para poner bombas... Es un sistema que funciona hoy en esta guerra contra el terrorismo y que se está convirtiendo cada vez más en una guerra contra los pobres. El ISIS es una especie de excusa para impedir que los inmigrantes vengan a Europa, para militarizar toda la sociedad. Si alguien dice este atentado no es del ISIS se le mira mal, porque ¿a quién le interesa la verdad cuando estamos en la era de la posverdad, que es mucho más útil?

-Sus dos protagonistas están traumatizados y podrían llamarse «perdedores de esta sociedad».

-No es que me gusten los perdedores, sino que pienso que los que eligen ir en contra de la narración oficial están destinados al fracaso, a perder, aunque obtengan pequeñas victorias. Si sigues tu conciencia en nuestro mundo eres un perdedor, es imposible que te vayan bien las cosas. Al contrario de la narración hollywoodiense, los buenos no ganan siempre, mis buenos pierden mucho en sus vidas, pero tienen la satisfacción de llegar hasta el final y encontrar lo que para ellos es la verdad. Y eso es una victoria, que les cuesta muy cara a nivel personal. Por ejemplo, Colomba no hace carrera, Dante tiene problemas psíquicos, porque no se conforma con llevar una vida normal, no es capaz porque ha visto los mecanismos que rigen el mundo, tiene que denunciarlos a costa de que le llamen loco.

-¿Hay algo de usted mismo en Dante, un personaje neurótico, que padece agorafobia, vive encerrado en su casa, con una gran capacidad de observación y deducción, inseguro pero brillante?

-Dante es una proyección excesiva de mí mismo, es yo elevado a la enésima potencia, aunque es más inteligente, más guapo y diez años más joven. Tenemos cosas en común, ambos nos sentimos marginados y tenemos una manera de razonar que la mayoría de las personas consideran extraña. Los dos somos neurodiversos, el término que, según mi psiquiatra, define a las personas que ven la realidad de forma diferente. Si yo no hubiera sido escritor probablemente habría pasado mi vida en la cárcel o en el manicomio, porque me siento una persona rara, incapaz de adaptarse.

-¿Cómo surgió el personaje de Colomba?

-Colomba es una mezcla de mujeres que he conocido y de alguna manera me han impresionado, independiente, fuerte y preparada. Quería una mujer que no fuera la mujer a la que salva el hombre, contar qué pasa si se es mujer en un mundo de hombres. Y, sobre todo, quería una mujer llevada al límite, rota, con una serie de fracturas en su vida, que va cambiando en contacto con Dante.

«Camilleri es un grande, pero no inquieta a los lectores»

-Usted reivindica el «thriller» frente a la novela negra. ¿Cómo calificaría su novela?

-Podría calificarse como un thriller negro contemporáneo. La gran diferencia entre thriller y novela negra es que en el primero la construcción de puntos de vista y de personajes es más amplia y compleja. Cuando empecé en la novela negra se entendía como un compromiso civil, contar lo que no va bien, lo que no funciona en nuestro país y cómo los vamos a cambiar. Ya no creo en eso. Ha habido una ruptura, ya no es posible que la sociedad civil de un país pueda cambiarlo, porque es todo mucho más complejo e interconectado. Y luego en mis novelas también cuenta mucho el horror, el miedo, que creo que hoy es más adecuado para contar un presente que es terrible.

-Es muy crítico con la novela negra italiana.

-Es muy aburrida. En Italia ha triunfado la fórmula de Andrea Camilleri, que es un genio, un grande al que la mayoría de los autores han copiado. Ese tipo de historias no me interesan, no dejan poso, no me dicen nada, no inquietan al lector. Es el modelo Jessica Fletcher a la italiana. Me indignó que un periódico importante nos llamara «los pequeños Montalbano», como si todos fuéramos sus imitadores. Pocos autores son capaces de romper con esa tradición. Es difícil, porque si escribes una historia en la que un policía habla de sus asuntos el 90 % del tiempo y el resto es la investigación vas a tener un gran éxito. Yo aprecio a los autores que se salen de ese coro, como mi maestro Stephen King.

-Ha sido guionista de series televisivas de éxito. ¿Cree que las series de calidad se han convertido en la nueva narrativa y tienden a sustituir a la novela?

-Las nuevas series son más complejas que antes, tienen una profundidad y una capacidad de lectura de la realidad, potenciada por las imágenes, que muchas novelas no tienen. Por ejemplo, Westworld, una serie de ciencia ficción, es en realidad una historia sobre la formación de la conciencia. Me encanta, igual que Homeland, en cuya última temporada se habla de la posverdad. Pero la lectura tiene una marcha más, porque requiere la colaboración del lector, esa es su fuerza.