Polanski y las relaciones peligrosas de Emmanuele Seigner y Eva Green

José Luis Losa

CULTURA

IAN LANGSDON | Efe

Joaquin Phoenix, soberbio rol de sicario nihilista en «You Were Never Really Here»

27 may 2017 . Actualizado a las 17:54 h.

De los más de 20 largos de Roman Polanski creo que solo hay un par de ellos que no despierten mi interés. Una de las referencias más presentes en su obra es la de las compañías peligrosas en tu sala de estar. Los vecinos inquietantes en el cine de Polanski van de los abuelitos de La semilla de diablo a la atmósfera paranoica de El quimérico inquilino o, entre los más recientes, el conflicto entre parejas en Un dios salvaje. En Basado en hechos reales, con la que se cerraba este algo desabrido Cannes, asistimos a la irrupción de un desconocido en la vida de una escritora de éxito, la mujer en la vida real de Polanski, Emanuelle Seigner. Esta revisitación a la fórmula del de repente, un extraño posee estilo y aquilatada atmósfera de tensión que va invirtiendo los roles: la fan rendida de la escritora es Eva Green, quien se va adueñando de la casa donde se cuela, de la voluntad de su propietaria y finalmente de la película. Hay que seguir a Eva Green, a la que descubrió un zahorí de auras femeninas Bernardo Bertolucci, en Soñadores, hace ya quince años, pero que no había encontrado hasta ahora materiales para desenvolver su potencial mesmerizante. En este film, con guion de Oliver Assayas, Polanski hace guiños a los psycho-thrillers de sutiles perturbaciones y a El sirviente de Losey. Y a sus ochenta y cuatro años mantiene el pulso de una cámara nacida para explorar situaciones donde las relaciones de dominio están zanjadas ante el insondable precipicio del mal.

La disputa por la Palma de Oro la cerró Lynne Ramsay con You Were Never Really Here, apreciable cruce del cine conspiranoico de los 70 con uno de esos personajes de killer nihilista, de ghost dog desposeído de sentimientos, que hace suyo hasta agigantarlo el formidable Joaquin Phoenix. Una trama de red de prostitución pedófila ?hay algo del Paul Schrader de Hardcore, aunque este film está intencionadamente deshuesado de dramatismo- es el puente para que Joaquin Phoenix componga un memorable espectro de hombre muerto andando, de ser deshabitado que camina mientras deja en la vereda regueros de sangre con la indiferencia de un samurái sajado por sus traumas vitales irrecuperables.

Más que nunca, es indescifrable intuir por donde irán en el palmarés de hoy Almodovar. Sorrentino, todo un jurado para el diván. Suenan bastante Robin Campillo y su filme sobre el sida y la Sofia Coppola de la magnífica The Beguiled. Pero algo en el ambiente anuncia mayúsculos desatinos.