La galardonada diagnostica que «no podemos vivir los unos sin los otros», pero que «cada vez más nos estamos replegando de forma agresiva hacia guetos nacionalistas, religiosos y culturales»
01 jun 2017 . Actualizado a las 08:20 h.Un «grandísimo honor» que no puede hacer olvidar a Karen Armstrong que «vivimos tiempos peligrosos». Con esa gratitud y esa advertencia ha recibido la pensadora y escritora británica la concesión del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Y a ello, ha añadido un diagnóstico que sirve de contexto a sus reflexiones sobre las religiones y la necesidad del diálogo entre ellas: «Hemos creado un mercado global donde estamos más estrechamente unidos que nunca: nuestras economías son profundamente interdependientes; lo que sucede hoy en Siria o el Yemen puede tener repercusiones en Londres o Manchester mañana; estamos conectados electrónicamente mediante Internet; nuestras historias están profundamente entrelazadas; y todos nos enfrentamos a los mismos desafíos ambientales. No podemos vivir los unos sin los otros y, sin embargo, cada vez más nos estamos replegando de forma agresiva hacia guetos nacionalistas, religiosos y culturales».
De ahí que Armstrong considere «esencial que entendamos las aspiraciones religiosas, políticas e ideológicas y los temores de nuestros vecinos globales». «Se habla mucho de ganar la batalla por los corazones y las mentes, pero no podremos hacerlo a menos que sepamos lo que realmente hay en ellos, a diferencia de lo que imaginamos que podría estar allí», argumenta la premiada, que considera que «necesitamos urgentemente examinar las ideas y los principios recibidos, mirar dentro de las noticias hacia las complejas realidades que están desgarrando nuestro mundo, dándonos cuenta, a un nivel profundo, de que compartimos el planeta no con nuestros inferiores sino con nuestros iguales».