Así se rodó el vídeo (semiclandestino) de tres «monjitas» gijonesas en el desierto californiano

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

Las Munjitas del Fuzz

Las Munjitas del Fuzz, el trío sucesor de Doctor Explosion, estrena «Satán sal de mí», su nuevo vídeo rodado en la Salvation Mountain como prólogo a su actuación en el festival Euroyeyé

06 jul 2017 . Actualizado a las 22:25 h.

Por una vez, la historia del rodaje del videoclip mejora la que cuenta la canción para la que se rodó. Esta última canta las tribulaciones de una monjita poseída. Aquella es la de tres gijoneses que se marcaron una filmación clandestina en un monumento religioso protegido en mitad del desierto de California. Y disfrazados de monjas, además. Si se aclara que el grupo de los tres interfectos, Las Munjitas del Fuzz, es una versión travestida de los legendarios Doctor Explosion, todo empieza a encajar. Satán sal de mí es el título de la canción y del clip que acaban de estrenar. Sirve de aperitivo a su actuación del próximo 5 de agosto en el festival Euroyeyé de Gijón. Y esta es su delirante historia (la del rodaje, no la de la pobre hermana poseída).

«Fue en marzo de 2017, durante nuestra gira californiana de tres semanas. Teniamos un par de dias libres y nos fuimos a un Motel Mid Century a Palm Springs», recuerda Sor Félix, antes Félix Explosión. El aburrimiento hacía mella en él y las otras dos madres -Sor Jorge y Sor Varo-, así que decidieron darse una vuelta por el cercano parque nacional del Joshua Tree, es de suponer que evitando cuidadosamente las huellas de U2 en el mismo paraje, y también por otro monumento nacional cercano, este mucho menos conocido por estas latitudes: la Salvation Mountain una montaña artificial de adobe y pintura de colores llena de referencias e iconografías religiosas levantada por un laborioso iluminado impregnado,  como mínimo, de hippismo y buen rollo universal, a lo largo tres décadas. Una especie de minivalle de los Caídos pasado por el pop y la cultura del ácido levantado en terrenos federales que el empeño de una senadora libró de una demolición y transformó en patrimonio estatal protegido.

Ahí surgió la idea: sacar los trastos y marcarse un playback con una delirante torsión hacia el castellano del Don't Thread on Me, una venerable pieza de garage sesentero firmada por  Kit & The Outlaws. Pero, como ya se ha dicho, la Montaña de la Salvación goza de protección oficial, y el vigilante no estaba por la labor de dejar a aquellas tres monjas con abundante vello en las extremidades rodar allí su clip. «En un principio no nos dejaban grabar», recuerda la hermana bajista de la orden del Fuzz. Ni cortos ni perezosas, Las Munjitas recurrieron a un argumento histórico para desarmar al cuidador: el más persuasivo de los argumentos utilizados por Elmo y Jake en Los Blues Brothers. «Le dijimos al señor que lo cuidaba que estábamos "en misión de Dios", así que nos dejó cinco minutos que acabaron convirtiéndose en hora y media». Claro que también pudo pesar el hecho de que los músicos gijoneses aceptaran inmortalizar en el vídeo la guitarra del vigilante: esa Flying V casera en cuyo mástil instaló Sor Jorge una de las tres cámaras de andar por casa empleadas en el rodaje.

«Es una GoPro china de sesenta euros que tenía yo por ahí porque venía de bucear en Puerto Rico», explica Sor Félix. Otros dos iPhones manejados por dos fans de la banda, Maicol Portela y Nicole Medine, registraron las evolucines de Las Munjitas por Salvation Mountain y la otra localización del vídeo, el Joshua Tree.

Pero la historia no acaba ahí. Ni los vigilantes, habituales en una zona que está apenas a 40 kilómetros de la frontera mexicana. «Después de grabar todo esto fuimos detenidos por la Border Patrol. Sus únicas palabras tras recibir nuestros pasaportes de mano de tres hermanas aún con sus hábitos y crucifijos puestos y tras instarnos a salir despacio de la furgoneta fueron "Errrr... Are You Really Roman Catholics? (¿Sois de verdad católicos romanos?)».  Por algún motivo, los agentes de fronteras les dieron vía libre a aquellos católicos tan bizarros.

De vuelta a España, el director andaluz Pedro Temboury se encargó de sacar partido a todo aquel material y darle forma en el montaje que finalmente anda ya circulando por el mundo. Un nuevo testimonio del apostolado de los antiguos Doctor Explosión, que montaron esta orden hace un año para un bolo en el Funtastic Dracula Carnival y que, sin darse apenas cuenta, ya llevan tres discos grabados, unas cuantas actuaciones más a las espaldas, nuevo videoclip californiano y un Euroyeyé en ciernes. Benditas ellas.