Arturo Fernández: «Me importan un carajo los Goya»

EFE MADRID

CULTURA

Arturo Fernández
Arturo Fernández RTVE

El asturiano Arturo Fernández, a sus 88 años continúa en los escenarios. «Todos los personajes que he hecho he sido yo»

19 sep 2017 . Actualizado a las 13:48 h.

Arturo Fernández está a punto de estrenar obra de teatro en Madrid, «Alta seducción», otra comedia a su medida. A sus 88 años, nada en su aspecto delata una persona mayor; si acaso alguien «madurísimo» capaz de guardar aún ese misterio que, dice, es y debe ser un actor.

«El actor es un misterio, debe ser un misterio. Se le admira y él debe proteger ese glamour, no dejarse ver y que su vida pase desapercibida», asevera. Y lo contrario, lo que hay hoy, ese modo de verter al exterior la vida, ya seas famoso o no, añade, «es porque los actores no se dedican de lleno a su profesión, les trae más ventaja la publicidad. Para mi eso no existe, y ese mundo me trae totalmente sin cuidado. Cuando te dedicas a tu profesión, tu profesión te lo da todo».

Fernández viene de trece días de pases de «Alta seducción» («todo un récord», presume) en Valladolid, donde le han dado el «Amigos del Teatro», el enésimo premio por su trabajo. Y cuando habla de este trabajo, un tête à tête con la también asturiana Carmen del Vall, las palabras «elegante», «inteligente» y «divertida» se repiten muchas veces. Asegura que ha hecho infinidad de comedias de «muchísimo éxito» porque siempre ha tenido «la habilidad de saber escoger» a los autores.

«La montaña rusa», «Pato a la naranja», «Smoking» o «Los hombres no mienten» llenaron noche tras noche los teatros españoles; su publico, dice, «antes de que lleguemos al teatro ya nos están esperando». Solo una vez ha visto el teatro medio vacío. Fue en Barcelona, el año pasado, con «Enfrentados», una comedia «hecha para Barcelona» pero que cayó por «la cosa política, simplemente porque la obra era en castellano». «Yo he hecho obras que han estado seis meses en cartel allí, pero esta Barcelona de ahora no es la que yo conocí, veo a la gente triste y con miedo a no se sabe qué, aunque se nota», considera este declarado conservador que responsabiliza a los «nuevos partidos» de la situación actual.

El artista interrumpe un instante su charla con Efe en el hotel Palace de Madrid para saludar a su amigo Arturo Pérez Reverte, que promete ir a verle al teatro Amaya, donde estrena tan pronto vuelva de Buenos Aires (Argentina).

Es un anciano, pero ni su frondosa cabellera, ni sus huesos, ni su aspecto en general le delatan. «Mira, chatina, dime tú si ves rastros de alguna operación», invita a mirar de cerca, seductor, sin evitar una sonrisa socarrona. Su famoso calificativo es «un gesto de cariño», afirma, se quedó en su vocabulario de su paso por la exitosa serie de televisión «La casa de los líos» (1996-2000). Antes había hecho otra famosa serie, «Truhanes», con Paco Rabal, su compañero también en la película del mismo título. Aquella fue su película número 70. Después hizo otras seis.

«Me importan un carajo los Goya, me tienen sin cuidado. Cuando yo hacía cine, en mi época, iba a dos premios por año». Y zanja el tema. Fernández dice que mete a los personajes en su piel, no al revés. Así, afirma, nunca le ha costado trabajo interpretarlos. «Todos los personajes que he hecho he sido yo», asegura.

Acepta la comparación con el modo de cuidar su imagen con el de una 'top model': «En mi generación -detalla- intentábamos ir bien por la calle. Un actor podía no tener para un café pero iba impecable, por dignidad y por amor a su profesión». Y así, impecablemente vestido, pantalón y chaqueta en tonos beige, a juego con una camisa rosa, el octogenario saborea un 'pisco shower' y mordisquea unas almendritas mientras afirma que el porte lo heredó de su madre. «Pero sobre todo, lo que luce es llevar el alma limpia sin ningún reproche contigo mismo, sin haber hecho daño a nadie», asevera. «He sido un hombre terriblemente feliz porque la vida me ha tratado muy bien y yo he procurado corresponder, y creo que, conscientemente, nunca he hecho daño a nadie».

Con un risueño «me cagüen» recuerda que los 90 años le esperan a la vuelta de dos. «Prefiero no pensar en ello. Es triste dejar aquellas cosas por las que has luchado tanto, pero tus amigos se han ido antes; por eso -se pone serio- te rodea tal vez la soledad, te falta ese abrazo de los que no están y eso te hace pensar que estás ya muy cerca de otra historia». Sin embargo, asegura que es algo que no le entristece. «Lo mejor que he hecho en mi vida ha sido nacer», afirma el asturiano, y lo dice totalmente en serio porque está convencido de que su misión en este mundo era divertir, entretener a los demás. Por eso, dice, jamás se ha metido en la vida de nadie ni ha dado «nunca que hablar».