Otra detonación de gran cine rumano con la perturbadora «Pororoca»

josé luis losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

CULTURA

VINCENT WEST | Reuters

El argumento es idéntico al de una de las grandes películas del año, la rusa «Loveless»: la desaparición de un hijo pequeño, engullido por la espesura inextricable de un estado fallido

27 sep 2017 . Actualizado a las 07:33 h.

Ya es norma, desde hace al menos una década en que ganó la Palma de Oro en Cannes, que Rumanía se haya convertido en un gigante cinematográfico que abruma con la fuerza y la densidad de sus propuestas en el circuito de festivales. Por eso no sorprende que Pororoca, que firma Constantin Popescu, haya marcado ayer territorio aquí tras sus dos horas y media de inmersión en las simas de la pérdida más dolorosa que puede concebir la naturaleza humana. El argumento es idéntico al de una de las grandes películas del año, la rusa Loveless, que pasó con premio en Cannes: la desaparición de un hijo pequeño, engullido por la espesura inextricable de un estado fallido, donde no hay institución ni orden a donde aferrarse para tratar de desandar la tragedia. La marca de salida para este panorama de la devastación nace de una secuencia en un parque público: el momento en el cual una niña desaparece, casi ante los ojos de su padre, está planificada con la sabiduría de una aparente inevitabilidad del horror consecuente. Popescu nos prepara para dos horas y media de aniquilación de todo lo que era la vida de ese matrimonio antes de que el silencio, la bruma y la noche devoren a la criatura. Sobre ese trauma mayúsculo se construye la demolición de la cordura, el resquebrajamiento de la pareja que no puede soportar unida el quebranto brutal. Y la deriva de Pororoca hacia la paranoia del padre, empeñado en haber hallado a su personal «vampiro de Düsseldorf» en la figura de un hombre solitario, un jubilado que frecuente el parque sin motivo aparente. Popescu te va haciendo descender peldaños hacia la locura con ese dominio del tempo que nace de la libertad tan singular del cine rumano para hacer que sus películas fluyan libres de metraje, sin las imposiciones de mercado que son la norma. Así, si usted es de quienes mira mucho el reloj, lo pasará aun peor de lo que ya de por si destila, como dolor insondable, este filme cuya detonación no te pilla desprevenido. Pero que no te evita aturdimiento ni la sensación de que su descenso a los infiernos te continúe taladrando aún pasadas las horas.

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