«Asturias sufrirá calamidades»

Natasha Martín REDACCIÓN

CULTURA

José Miguel Gallardo
Diego Losada López

José Miguel Gallardo, autor del thriller sobre el cambio climático, «2065», analiza las consecuencias actuales y futuras del calentamiento global

09 oct 2017 . Actualizado a las 12:08 h.

Físico, meteorólogo y escritor. José Miguel Gallardo no ha dejado su pasión, el tiempo, desde que terminó sus estudios universitarios. Adquirió reconocimiento por sus años en TVE dando el parte meteorológico, siendo uno de los espacios televisivos con más audiencia. Actualmente está inmerso en la AEMET y su primera novela, 2065, toma una base sólida de investigaciones verídicas acerca de la problemática del cambio climático para crear una obra ficcional en forma de thriller en la que plantea una de las posibilidades menos catastrofistas de las que pueden llegar a suceder si la humanidad sigue con el ritmo de vida y consumo actuales.

-Su primera novela tiene detrás un trabajo de investigación importante. ¿Cómo fue el proceso de trasmutar la realidad a la ficción?

-La idea de la novela se me ocurrió hace ocho años. Tenía muy claro cómo tenía que empezar, acabar y que tenía que ser un thriller, porque yo quería escribir la novela que a mí me hubiese gustado leer. El problema era que no sabía cómo unir principio y final. Tenía que haber sido a través de la corrupción pero no encontraba una trama que me gustase. Entonces me di cuenta un día volviendo de mi trabajo en TVE donde presentaba el tiempo, que principio y final se unían a través del cambio climático y que fluía de manera natural. A partir de ahí empecé a leer todo el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), donde se dan cuatro trayectorias posibles hacia donde podemos evolucionar. Estuve estudiándolas, documentándome mucho, y me decanté por una de las más optimistas porque, en el fondo, quería ser un poco optimista. Aunque, aún así, es mala también.

-¿Considera que el género del thriller dota de mayor seriedad al tema tratado?

-Yo creo que con este género puedes hablar de casi cualquier cosa. Lo importante es saber enganchar al lector y el thriller, con la intriga y el suspense, engancha muy bien a cualquier lector. Es un género adecuado porque permite dar a conocer un tema a través de estas emociones y de manera entretenida.

-En 2065 plantea un Madrid donde se alcanzan los 47 grados de media, dando lugar a muertes y devastaciones. ¿Se está cerca de ese escenario cuando este verano se rozó dicha temperatura en Córdoba o en Badajoz?

-Fue lo curioso, que la novela arranca con una ola de calor que deja 50 grados en Montoro (Córdoba) y se alcanzaron 47,3. Es decir, que vamos camino de ello. Lo que comento en el libro es que esas olas de calor cada vez son más frecuentes y duraderas. Ya no es un día de 47 grados, en el libro llevaban tres días de 50 grados y eso es muy difícil de soportar para cualquiera. Yo lo que quería con esta novela es que el lector pudiera involucrarse en la trama y que sintiese en su propia piel lo que significa el cambio climático. Ha habido mucha gente que me ha dicho que con la ola de calor no ha sido capaz de leer mi libro porque le daba calor (risas). Al menos he conseguido concienciar en ese aspecto.

-El calentamiento global que sustenta la trama de la novela tiene consecuencias graves como la escasez de recursos. Tal como va el curso de las cosas, ¿sucederá antes?

-Ya hay muertes y desplazados por el cambio climático. Ya hablamos de la figura del refugiado climático, de gente que con olas de calor intensas muere, gente que con una borrasca muy intensa muere... es algo que ya estamos viviendo. Por eso no creo que la novela sea distópica, sino que es un grado más de la realidad.

-¿Cómo cree que afectará el cambio climático al norte de España, según sus estudios?

-Reducir los estudios climáticos a un área tan pequeña es difícil pero, más o menos, a lo que apuntan es que en los próximos años la precipitación se va a reducir en todas las estaciones, pero sobre todo en otoño y en verano. Las temperaturas van a subir (el clima que tenemos en Sevilla será el que tendremos en Madrid, el que tenemos en Madrid será el que tendremos en Navarra), especialmente en esas estaciones pero también en invierno, lo que significa que la cota de nieve será más alta. En el libro hablo de lo mucho que se ha invertido en estaciones de esquí y uno de los escenarios que se plantean es que en la Península Ibérica la nieve se quedará acumulada por encima de los 2.000 metros. Esto implica mucho perjuicio a nivel económico.

-¿Y a Asturias?

-Asturias no sufrirá tanto como el interior de la Península pero va a sufrir otras calamidades, como las borrascas que lleguen desde el Atlántico, las ciclogénesis serán más intensas, el litoral se arrasará más veces... Allá por donde pase el cambio climático se va a notar y lo vamos a sufrir.

-¿Qué probabilidades hay de que se produzcan huracanes en la costa asturiana?

-Hemos tenido tormentas tropicales que han pasado por el Cantábrico. El huracán Debbie, en el 61 si mal no recuerdo, llegó a Irlanda con categoría 1. También hubo otro que llegó al norte de Escocia con categoría 2. Nosotros estamos al sur con aguas más cálidas pero en principio se pueden dar las condiciones.

-Se escuchan sentencias catastrofistas como que parte de Asturias podría desaparecer con el aumento del nivel del mar. ¿Cuánta verdad o falsedad hay en ello?

-Eso es demasiado extremista. Subirá el nivel del mar y sí que puede afectar a pequeñas islas que tienen, por ejemplo, un metro de altitud. Para estos casos sí que implica mucho. Pero lo que supone en condiciones normales es que, cuando venga un temporal marítimo, el mar podrá meterse un poquito más en tierra, con lo que será un poquito más destructivo.

-Ya se viven periodos secos muy largos y los húmedos son cada vez más agresivos. ¿Qué consecuencias tendrá esta tendencia en el futuro?

-Ya es malo lo uno y lo otro. Si los suelos están secos, cuando caiga un chaparrón fuerte no será capaz de asimilar el agua que cae y generará inundaciones, destrozos. También se producirán cortes de agua. Además, cuando durante mucho tiempo no llueve el agua va almacenando nitratos, por lo que no es recomendable beberla del grifo. De esto ya hemos oído hablar en zonas del Mediterráneo pero, por ejemplo, en Galicia, con la sequía que se está sufriendo ya se está hablando también de que es mejor no consumir agua del grifo. Entonces, el gesto de ir a la cocina, abrir el grifo y beber es algo que nos puede robar el cambio climático. Los cultivos evidentemente se verán afectados. La zona de secano tendrá que pasar a zona de regadío, lo que implicará unos costes... Lo cambia todo.

-Y la población mundial no deja de aumentar. ¿Qué pasará en 2065?

-Es cierto que cada vez vamos a ser más habitantes en la Tierra. Con un aumento de las temperaturas y del CO2 se estima que se reduzcan los cultivos de cereal, que es de lo que se alimenta gran parte del planeta. Para cubrir las necesidades de 10 billones de personas (que es lo que se estima para 2065) tiene que haber más tierra cultivable, es decir, más deforestación. Y con la deforestación, todo el CO2 que durante siglos han ido incorporando los árboles a la tierra se liberará a la atmósfera. Con lo cual, se agrava el problema.

-Medidas como el Acuerdo de París parecen ser más palabras que acciones. ¿Qué se debería hacer para ayudar de verdad al planeta?

-Primero dialogar y llegar acuerdos. Poner los intereses humanos por encima de los intereses económicos. El thriller basa su trama en eso. Detrás del cambio climático hay muchos intereses. El Acuerdo de París reconoce directamente que con las medidas que toman la temperatura del planeta llegaría a 2,7 grados, que es mucho más de lo que pretendían, que era no superan los 2 grados, pero es imposible. Donald Trump ahora se ha salido, lo que es un gran problema porque Estados Unidos es uno de los países más contaminantes de CO2. Pero a Donald Trump no le interesa económicamente que se firme ese acuerdo. La solución principal sería esa, dialogar y tener la voluntad de llegar a acuerdos. Hay que mirar con los ojos al planeta, solo hace falta mirar para ver lo que está pasando. Ya no hace falta mirar estudios científicos, solo hace falta tener ojos en la cara y boca para dialogar.

-En su libro se decanta por la segunda opción más optimista. ¿Cree que es la que llegará a suceder?

-La primera más optimista la descarte porque parece estar demostrado que no tenemos la tecnología que nos permitiría evolucionar por esa vía. La segunda más optimista requiere que todos los países a la vez lleguen a una serie de acuerdos para paliar el cambio climático. Yo veía bonito que hubiese un congreso climático en el que por fin todos estemos de acuerdo y todos tengamos voluntad. El problema es que veo que esos acuerdos no cumplen, no todo el mundo los legitima. Además se vendió que era vinculante pero no conlleva sanción. Entonces sí, yo me comprometo a no superar ciertas emisiones de CO2 pero si las supero tampoco pasa nada... es un poco pantomima. Pero bueno, podría ser peor de lo que he planteado en el libro. Era también un poco la idea: si hacemos lo poco que estamos haciendo va a pasar esto, pero es que si no hacemos nada va a ser peor todavía.