El fantástico europeo triunfa en Sitges con «Jupiter's Moon» y «Thelma»

josé luis losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

La francesa Coralie Fargeat recibe el premio al mejor director por «Revenge» en el festival de cine fantástico

15 oct 2017 . Actualizado a las 09:40 h.

Esta 50ª edición del festival de Sitges será recordada como la que vivió entre zombis las exhumaciones y enterramientos de una independencia fantasma. Y también la que devolvió al fantástico europeo el reconocimiento que en las últimas ediciones venía primando a producciones norteamericanas. Las dos indiscutibles triunfadoras del palmarés son la húngara Jupiter's Moon, de Kornél Mundruczó, que recibió los galardones de mejor película y mejores efectos especiales, y la noruega Thelma, de Joachim Trier, Premio especial del Jurado y mejor guion. La tripleta de cine europeo vencedor la completa Revenge, de Coralie Fargeat, reconocida doblemente como mejor directora y opera prima.

Este triunfo de Jupiter's Moon es decisión de jurado trucho. El filme del bien tramposo Mundruczó cuenta cómo un refugiado ilegal que recibe el disparo de un policía revive con poderes para volar y para erigirse en mesías de no sé qué culto. En su paso por Cannes recibió más palos que una piñata. Y en las clasificaciones de la crítica internacional fue colista. Molesta mucho de él su fea y moralmente muy dudosa mezcla del tema de los refugiados con el del terrorismo, y cómo introduce estos elementos en un pastiche de delirio caprichoso y pagado de sí mismo, con su migrante a lo Matrix sobrevolando el polvorín.

Mejor encaje en el palmarés se le encuentra a Thelma, en la que también se insertan materiales del fantastique en un tema mundano, el del espinoso ritual de paso de la adolescencia y el de los amores diversos que buscan su espacio de libertad. Pero Joachim Trier no va de estupendo y su sobriedad es gratificante frente al muy histérico director de Jupiter's Moon.

También es razonable -aunque excesivos los galones otorgados- Revenge, donde se replantea a lomos de un vigoroso estilo visual el cine de justicieros, con una mujer torturada dando buena cuenta de sus violadores en un ejercicio que tiene como marco el desierto y, entre sus referencias estéticas, las de los cartoons de Tex Avery, del Coyote y Correcaminos pasados por la túrmix de la sangre y el sadismo.

Me alegra que el poderoso western indonesio Marlina figure entre los premiados, aunque sea a través de su actriz, Marsha Timothy, y no de su directora. Y me parece bien que el actor británico Rafe Spall se lleve un espaldarazo, después de sobrevivir a druidas, espíritus malignos del bosque y criaturas a lo Lovecraft en la apreciable The Ritual.

El cine sublime y menos genérico, de nuevo al margen de los laureados

Sucede de nuevo en este festival que la apuesta por aquel cine realmente sublime de la temporada, con sello autoral y solo tangencialmente de género fantástico o de terror, se encuentra con el muro de la incomprensión a la hora de los premios. En este Sitges 50 tuvimos tres películas de magnitud descomunalThe Killing of a Sacred Deer, del griego Yorgos Lanthimos; As boas maneiras, de los brasileños Juliana Rojas y Marco Dutra, y la norteamericana My Friend Dahmer, de Mike Meyers. Las dos primeras, avaladas por honores en Cannes y Locarno, respectivamente, encontraron cobijo en el Premio de la Crítica.

El filme de Meyers, que ganó en Austin, el otro gran foro del cine fantástico, es un prodigio en su insólito acercamiento al que luego sería conocido como el Carnicero de Milwaukee, aquí estudiado como alevín sin mácula de sangre, en retrato del joven psicópata adolescente. Obra maestra a la que no han dado ni las gracias.